Apocalipsis 14:14-20, Apocalipsis 15:1-8 NVI

Apocalipsis 14:14-20

La cosecha de la tierra

Miré y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien «con aspecto de un hijo de hombre».14:14 Dn 7:13. En la cabeza tenía una corona de oro y en la mano, una hoz afilada. Entonces salió del templo otro ángel y gritó al que estaba sentado en la nube: «Mete la hoz y recoge la cosecha; ya es tiempo de segar, pues la cosecha de la tierra está madura». Así que el que estaba sentado sobre la nube pasó la hoz y la tierra fue segada.

Del templo que está en el cielo salió otro ángel, que también llevaba una hoz afilada. Del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego y gritó al que llevaba la hoz afilada: «Mete tu hoz y corta los racimos del viñedo de la tierra, porque sus uvas ya están maduras». El ángel pasó la hoz sobre la tierra, recogió las uvas y las echó en el gran lagar de la ira de Dios. Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad y del lagar salió sangre, la cual llegó hasta los frenos de los caballos en una extensión de mil seiscientos estadios.14:20 Es decir, aprox. 300 km.

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Apocalipsis 15:1-8

Siete ángeles con siete plagas

Vi en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete ángeles con las siete plagas, que son las últimas, pues con ellas se consumará la ira de Dios. Vi también un mar como de vidrio mezclado con fuego. De pie, a la orilla del mar, estaban los que habían vencido a la bestia, a su imagen y al número de su nombre. Tenían las arpas que Dios les había dado y cantaban el himno de Moisés, siervo de Dios, y el himno del Cordero:

«Grandes y maravillosas son tus obras,

Señor Dios Todopoderoso.

Justos y verdaderos son tus caminos,

Rey de las naciones.15:3 de las naciones. Var. de los siglos.

¿Quién no te temerá, oh Señor?

¿Quién no glorificará tu nombre?

Solo tú eres santo.

Todas las naciones vendrán

y te adorarán,

porque han salido a la luz

las obras de tu justicia».

Después de esto miré y en el cielo se abrió el templo, la tienda con las tablas del pacto. Del templo salieron los siete ángeles que llevaban las siete plagas. Estaban vestidos de tela de lino limpio y resplandeciente, y ceñidos con bandas de oro a la altura del pecho. Uno de los cuatro seres vivientes dio a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena del furor de Dios, quien vive por los siglos de los siglos. El templo se llenó del humo que procedía de la gloria y del poder de Dios; nadie podía entrar allí hasta que se terminaran las siete plagas de los siete ángeles.

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