Números 16:36-50, Números 17:1-13, Números 18:1-32 NVI

Números 16:36-50

Los incensarios

El Señor dijo a Moisés: «Ya que ahora los incensarios están consagrados a mí, ordena a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que los retire del rescoldo y que esparza las brasas. Toma los incensarios de aquellos que pecaron a costa de su vida y haz con ellos láminas para recubrir el altar. Ahora están consagrados porque fueron presentados ante el Señor y serán así una señal para los israelitas».

Entonces el sacerdote Eleazar recogió esos incensarios de bronce y con ellos mandó hacer láminas para recubrir el altar. Las láminas quedaron allí, como advertencia a los israelitas, para que ninguno que no fuera descendiente de Aarón ni estuviera autorizado se atreviera a ofrecer incienso ante el Señor; de lo contrario, le sucedería lo mismo que a Coré y su gente, tal como el Señor se lo había advertido por medio de Moisés.

Aarón intercede por el pueblo

Al día siguiente, toda la congregación de los israelitas volvió a murmurar contra Moisés y Aarón, alegando:

—Ustedes mataron al pueblo del Señor.

Como la congregación empezó a amotinarse contra Moisés y Aarón, estos se dirigieron a la Tienda de reunión. De repente la nube cubrió la Tienda y apareció la gloria del Señor. Entonces Moisés y Aarón se detuvieron frente a la Tienda de reunión y el Señor dijo a Moisés:

—Apártate de esta gente, para que yo la consuma de una vez por todas.

Ellos se postraron rostro en tierra y Moisés dijo a Aarón:

—Toma tu incensario y pon en él algunas brasas del altar, agrégale incienso y vete corriendo adonde está la congregación, para pedir perdón por ellos, porque la ira del Señor se ha desbordado y una desgracia ha caído sobre ellos.

Aarón hizo lo que Moisés dijo y corrió a ponerse en medio de la asamblea. La desgracia de parte de Dios ya había empezado entre el pueblo, así que Aarón ofreció incienso y pidió perdón por el pecado del pueblo. Se puso entre los vivos y los muertos, y así detuvo la plaga. Con todo, catorce mil setecientas personas murieron por la plaga, sin contar las que perdieron la vida por causa de Coré. Una vez que cesó la plaga, Aarón volvió a la entrada de la Tienda de reunión, donde estaba Moisés.

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Números 17:1-13

La vara de Aarón

El Señor ordenó a Moisés: «Diles a los israelitas que traigan doce varas, una por cada familia patriarcal, es decir, una por cada uno de los jefes de las familias patriarcales. Escribe el nombre de cada uno de ellos sobre su propia vara. Sobre la vara de Leví escribe el nombre de Aarón, pues cada jefe de familia patriarcal debe tener su vara. Colócalas en la Tienda de reunión, frente al arca con las tablas del pacto, donde me reúno con ustedes. La vara que retoñe será la de mi elegido. De tal manera me quitaré de encima las constantes quejas que los israelitas levantan contra ustedes».

Moisés se lo comunicó a los israelitas y los jefes le entregaron doce varas, una por cada jefe de su familia patriarcal. Entre ellas estaba la vara de Aarón. Moisés colocó las varas delante del Señor, en la Tienda donde se guardan las tablas del pacto.

Al día siguiente, Moisés entró en la Tienda y, al fijarse en la vara que representaba a la familia de Leví, vio que la vara de Aarón no solo había retoñado, sino que también tenía botones, flores y almendras. Sacó entonces de la presencia del Señor todas las varas y las puso delante de los israelitas, para que por sí mismos vieran lo que había ocurrido, y cada jefe tomó su propia vara.

El Señor dijo a Moisés: «Vuelve a colocar la vara de Aarón frente al arca con las tablas del pacto, para que sirva de advertencia a los rebeldes. Así terminarás con las quejas en contra mía y evitarás que mueran los israelitas».

Moisés hizo todo tal como el Señor se lo ordenó. Entonces los israelitas dijeron a Moisés: «¡Estamos perdidos, totalmente perdidos! ¡Vamos a morir! Todo el que se acerca al santuario del Señor muere, ¡así que todos moriremos!».

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Números 18:1-32

Deberes de sacerdotes y levitas

El Señor dijo a Aarón: «Todos los de la tribu de Leví se expondrán a sufrir las consecuencias por las ofensas relacionadas con el santuario, pero de entre ellos solo tú y tus hijos se expondrán a las consecuencias asociadas con el sacerdocio. Cuando tú y tus hijos estén ministrando delante de la Tienda donde están las tablas del pacto, tendrán como ayudantes a sus hermanos de la tribu de Leví. Ellos te ayudarán en tus deberes y estarán a cargo de la Tienda, pero no se acercarán a los objetos sagrados ni al altar, para que no mueran. Ellos serán tus ayudantes, y estarán a cargo de la Tienda de reunión y de todo su servicio. Así que, cuando ustedes ministren, nadie que no esté autorizado se les acercará.

»Solo ustedes estarán a cargo de las cosas sagradas y del altar, para que no se vuelva a derramar mi ira sobre los israelitas. Considera que yo mismo he escogido, de entre la comunidad, a tus hermanos los levitas, para dártelos como un regalo. Ellos han sido dedicados al Señor para que sirvan en la Tienda de reunión. Pero solo tú y tus hijos se harán cargo del sacerdocio, es decir, de todo lo referente al altar y a lo que está detrás de la cortina. A ustedes les doy de regalo el sacerdocio, pero cualquier extraño que se acerque a las cosas sagradas será condenado a muerte».

Privilegios de los sacerdotes

El Señor dijo a Aarón: «Yo mismo te he puesto a cargo de todas las cosas sagradas que los israelitas me traen como contribución. A ti y a tus hijos se las he entregado como su porción consagrada, como estatuto perpetuo. Te corresponderán las cosas más sagradas que no se queman en el altar. Tuya será toda ofrenda que presenten los israelitas, junto con las ofrendas de cereal, los sacrificios por el perdón de pecados y los sacrificios por la culpa. Todo esto que ellos me traen será algo muy santo para ti y para tus hijos. Comerás de las cosas más sagradas y las considerarás santas. Todo varón comerá de ellas.

»También te corresponderán las contribuciones de todas las ofrendas mecidas que me presenten los israelitas. A ti, a tus hijos e hijas que vivan contigo se las he dado, como estatuto perpetuo; y todas las personas que vivan en tu casa que estén ceremonialmente limpias, pueden comerla.

»De las primicias que ellos traigan al Señor, te daré también lo mejor del aceite, del vino nuevo y del trigo. Ellos traerán al Señor las primicias de todo lo que la tierra produce y yo te las entregaré a ti. Toda persona de tu familia que esté ritualmente pura podrá comer de ellas.

»Todo lo que en Israel haya sido dedicado por completo al Señor será tuyo. Todo primogénito presentado al Señor será tuyo, ya sea de hombre o de animal. Pero rescatarás al primogénito nacido de hombre y al de animales impuros. El rescate tendrá lugar cuando el primogénito tenga un mes de edad. El precio del rescate será de cinco siclos18:16 Es decir, aprox. 58 g. de plata, según el peso oficial del santuario, que son veinte guerás.

»Pero no podrás rescatar al primogénito de un toro, de una oveja o de un macho cabrío, pues son santos. Rociarás su sangre en el altar y quemarás su grasa como ofrenda puesta al fuego, cuyo aroma es grato al Señor. Pero la carne será tuya, lo mismo que el pecho de la ofrenda mecida y el muslo derecho. Yo, el Señor, te entrego todas las contribuciones sagradas que los israelitas me presentan. Son tuyas, y de tus hijos e hijas que vivan contigo, como estatuto perpetuo. Este es un pacto perpetuo18:19 perpetuo. Lit. de sal; véase 2Cr 13:5. que hago contigo y con tus descendientes».

Privilegios de los levitas

El Señor dijo a Aarón: «Tú no tendrás herencia en el país, tampoco recibirás ninguna porción de tierra, porque yo soy tu porción; yo soy tu herencia entre los israelitas.

»A los levitas doy como herencia, y en pago por su servicio en la Tienda de reunión, todos los diezmos de Israel. De ahora en adelante los demás israelitas no se acercarán a la Tienda de reunión, de lo contrario sufrirán las consecuencias de su pecado y morirán. Únicamente los levitas servirán en la Tienda de reunión y cargarán con la culpa de los israelitas. El siguiente es un estatuto perpetuo para todas las generaciones venideras: Los levitas no recibirán herencia entre los israelitas, porque yo les he dado como herencia los diezmos que los israelitas ofrecen al Señor como contribución. Por eso he decidido que no tengan herencia entre los israelitas».

El diezmo de los diezmos

El Señor ordenó a Moisés que dijera a los levitas: «Cuando reciban de los israelitas los diezmos que les he dado a ustedes como herencia, presenten al Señor el diezmo de esos diezmos como contribución. Esa contribución será contada como si fuera trigo o vino. Así reservarán para el Señor, como su contribución, el diezmo de todos los diezmos que reciban de los israelitas, y se lo entregarán al sacerdote Aarón. De todos los dones que reciban reservarán para el Señor una contribución. Y le consagrarán lo mejor.

»Cuando los levitas hayan presentado la mejor parte, se tomará en cuenta como si fuera vino o grano. Lo que sobre, ustedes y sus familias podrán comerlo donde quieran. Ese será el pago por su ministerio en la Tienda de reunión. Después de presentar el diezmo de los diezmos, ya no será pecado que coman lo que sobre.

»No profanen las ofrendas sagradas de los israelitas, porque de lo contrario morirán».

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