Isaías 36:1-22, Isaías 37:1-38 NVI

Isaías 36:1-22

Senaquerib amenaza a Jerusalén

36:1-222R 18:13,17-37; 2Cr 32:9-19

En el año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó y tomó todas las ciudades fortificadas de Judá. Desde Laquis el rey de Asiria envió a su comandante en jefe,36:2 comandante en jefe. Alt. copero mayor. al frente de un gran ejército, para hablar con el rey Ezequías en Jerusalén. Cuando el comandante se detuvo en el acueducto del estanque superior, en el camino que lleva al Campo del Lavandero, salió a recibirlo Eliaquín, hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio, junto con el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf.

El comandante en jefe les dijo:

—Díganle a Ezequías que así dice el gran rey, el rey de Asiria:

»“¿En qué se basa tu confianza? Tú dices36:5 Tú dices (mss. hebreos y Qumrán; véase 2R 18:20); Yo digo (TM). que tienes estrategia y fuerza militar, pero estas no son más que palabras sin fundamento. ¿En quién confías que te rebelas contra mí? Mira, tú confías en Egipto, ¡ese bastón de caña astillada, que traspasa la mano y hiere al que se apoya en él! Porque eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían. Y si tú me dices: ‘Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios’, ¿no se trata acaso, Ezequías, del Dios cuyos altares y santuarios tú mismo quitaste, diciéndoles a Judá y a Jerusalén: ‘Deben adorar solamente ante este altar’?”.

»Ahora bien, Ezequías, haz este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te doy dos mil caballos si tú consigues otros tantos jinetes para montarlos. ¿Cómo podrás resistir el ataque de uno solo de los funcionarios más insignificantes de mi señor, si confías en obtener de Egipto carros de combate y jinetes? ¿Acaso he venido a atacar y a destruir esta tierra sin el apoyo del Señor? ¡Si fue él mismo quien me ordenó: “Marcha contra este país y destrúyelo”!».

Eliaquín, Sebna y Joa dijeron al comandante en jefe:

—Por favor, hábleles usted a sus siervos en arameo, ya que lo entendemos. No nos hable en hebreo, pues el pueblo que está sobre el muro nos escucha.

Pero el comandante en jefe respondió:

—¿Acaso mi señor me envió a decirles estas cosas solo a ti y a tu señor, y no a los que están sentados en el muro? ¡Si tanto ellos como ustedes tendrán que comerse su excremento y beberse su orina!

Dicho esto, el comandante en jefe se puso de pie y a voz en cuello gritó en hebreo:

—¡Oigan las palabras del gran rey, el rey de Asiria! Así dice el rey: “No se dejen engañar por Ezequías. ¡Él no puede librarlos! No dejen que Ezequías los persuada a confiar en el Señor, diciendo: ‘Sin duda el Señor nos librará; ¡esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria!’ ”.

»No hagan caso a Ezequías. Así dice el rey de Asiria: “Hagan las paces conmigo y ríndanse. De esta manera cada uno podrá comer de su vid y de su higuera y beber agua de su propio pozo, hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, país de grano y de mosto, de pan y de viñedos”.

»No se dejen seducir por Ezequías cuando dice: “El Señor nos librará”. ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones pudo librar a su país de las manos del rey de Asiria? ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin? ¿Acaso libraron a Samaria de mis manos? ¿Cuál de todos los dioses de estos países ha podido salvar de mis manos a su país? ¿Cómo entonces podrá el Señor librar de mis manos a Jerusalén?».

Pero el pueblo permaneció en silencio y no respondió ni una sola palabra, porque el rey había ordenado: «No respondan».

Entonces Eliaquín, hijo de Jilquías, administrador del palacio, el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf, con las vestiduras rasgadas en señal de duelo, fueron a ver a Ezequías y le contaron lo que había dicho el comandante en jefe.

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Isaías 37:1-38

Isaías profetiza la liberación de Jerusalén

37:1-132R 19:1-13

Cuando el rey Ezequías escuchó esto, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y fue al Templo del Señor. Además, envió a Eliaquín, administrador del palacio, al cronista Sebna y a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de luto, para hablar con el profeta Isaías, hijo de Amoz. Y estos dijeron a Isaías: «Así dice Ezequías: “Hoy es un día de angustia, castigo y deshonra, como cuando los hijos están a punto de nacer y no se tienen fuerzas para darlos a luz. Tal vez el Señor tu Dios oiga las palabras del comandante en jefe, a quien su señor, el rey de Asiria, envió para insultar al Dios viviente. ¡Que el Señor tu Dios lo castigue por las palabras que ha oído! Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive”».

Cuando los funcionarios del rey Ezequías fueron a ver a Isaías, este les dijo: «Díganle a su señor que así dice el Señor: “No temas por las blasfemias que has oído y que han pronunciado contra mí los subalternos del rey de Asiria. ¡Mira! Voy a poner un espíritu en él, de manera que cuando oiga cierto rumor regrese a su propio país. Allí haré que lo maten a filo de espada”».

Cuando el comandante en jefe se enteró de que el rey de Asiria había salido de Laquis, se retiró y encontró al rey luchando contra Libná.

Luego Senaquerib recibió el informe de que Tiracá, rey de Cus, había salido para luchar contra él. Al enterarse de esto, envió mensajeros a Ezequías para que le dijeran: «Tú, Ezequías, rey de Judá: No dejes que tu Dios, en quien confías, te engañe cuando dice: “No caerá Jerusalén en manos del rey de Asiria”. Sin duda te habrás enterado de lo que han hecho los reyes de Asiria en todos los países, destruyéndolos por completo. ¿Y acaso vas tú a librarte? ¿Libraron sus dioses a las naciones que mis antepasados han destruido: Gozán, Jarán, Résef y la gente de Edén que vivía en Telasar? ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvayin, de Hená o Ivá?».

Oración de Ezequías

37:14-202R 19:14-19

Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó. Luego subió al Templo del Señor, la desplegó delante del Señor, y oró así: «Señor de los Ejércitos, Dios de Israel, entronizado sobre los querubines: solo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has hecho los cielos y la tierra. Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha todas las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente.

»Es verdad, Señor, que los reyes asirios han asolado todas estas naciones y sus tierras. Han arrojado al fuego sus dioses y los han destruido, porque no eran dioses, sino solo madera y piedra, obra de manos humanas. Ahora, pues, Señor y Dios nuestro, sálvanos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que solo tú, Señor, eres Dios».37:20 solo tú, Señor, eres Dios (Qumrán y LXX; véase también 2R 19:19); solo tú eres el Señor (TM).

Muerte de Senaquerib

37:21-382R 19:20-37; 2Cr 32:20-21

Entonces Isaías, hijo de Amoz, envió este mensaje a Ezequías:

«Así dice el Señor, Dios de Israel: Por cuanto me has rogado respecto a Senaquerib, rey de Asiria, esta es la palabra que yo, el Señor, he pronunciado contra él:

»La virginal hija de Sión

te desprecia y se burla de ti.

La hija de Jerusalén

menea la cabeza al verte huir.

¿A quién has insultado?

¿Contra quién has blasfemado?

¿Contra quién has alzado la voz

y levantado los ojos con orgullo?

¡Contra el Santo de Israel!

Has enviado a tus siervos

a insultar al Señor, diciendo:

“Con mis numerosos carros de combate

escalé las cumbres de las montañas,

las laderas del Líbano.

Talé sus cedros más altos,

sus cipreses más selectos.

Alcancé sus cumbres más lejanas

y sus bosques más frondosos.

Cavé pozos en tierras extranjeras37:25 en tierras extranjeras (Qumrán; véase también 2R 19:24); TM no incluye esta frase.

y en esas aguas apagué mi sed.

Con las plantas de mis pies

sequé todos los ríos de Egipto”.

»¿No te has dado cuenta?

Hace mucho tiempo que lo he preparado.

Desde tiempo atrás lo vengo planeando

y ahora lo he llevado a cabo;

por eso tú has dejado en ruinas

a las ciudades fortificadas.

Sus habitantes, impotentes,

están desalentados y avergonzados.

Son como plantas en el campo,

como tiernos pastos verdes,

como hierba que brota sobre el techo

y que se quema37:27 y que se quema (mss. hebreos; véanse Qumrán y 2R 19:26); y como un campo (TM). antes de crecer.

»Yo sé bien cuándo te sientas,

cuándo sales, cuándo entras

y cuánto ruges contra mí.

Porque has rugido contra mí

y tu insolencia ha llegado a mis oídos,

te pondré una argolla en la nariz

y un freno en la boca.

Además, por el mismo camino por donde viniste

te haré regresar.

»Esta será la señal para ti, Ezequías:

»Este año comerán lo que crezca por sí solo,

y el segundo año lo que de allí brote.

Pero al tercer año sembrarán y cosecharán,

plantarán viñas y comerán su fruto.

Una vez más los sobrevivientes de la tribu de Judá

echarán raíces abajo y, arriba, darán fruto.

Porque de Jerusalén saldrá un remanente,

del monte Sión un grupo de sobrevivientes.

Esto lo hará mi celo,

celo del Señor de los Ejércitos.

»Yo, el Señor, declaro esto acerca del rey de Asiria:

»“No entrará en esta ciudad

ni lanzará contra ella una sola flecha.

No se enfrentará a ella con escudos,

ni construirá contra ella una rampa de asalto.

Volverá por el mismo camino que vino;

¡en esta ciudad no entrará!”.

Yo, el Señor, lo afirmo.

Por mi honor y por consideración a David mi siervo,

defenderé esta ciudad y la salvaré».

Entonces el ángel del Señor salió y mató a ciento ochenta y cinco mil hombres del campamento asirio. A la mañana siguiente, cuando los demás se levantaron, allí estaban tendidos todos los cadáveres. Así que Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento y se retiró. Volvió a Nínive y permaneció allí.

Pero un día, mientras adoraba en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Sarézer lo mataron a espada y escaparon a la tierra de Ararat. Y su hijo Esarjadón lo sucedió en el trono.

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