Daniel 1:1-21, Daniel 2:1-23 NVI

Daniel 1:1-21

Daniel en Babilonia

En el año tercero del reinado del rey Joacim de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén y la sitió. El Señor permitió que Joacim cayera en manos de Nabucodonosor. Junto con él, cayeron en sus manos algunos de los utensilios del Templo de Dios, los cuales Nabucodonosor se llevó a Sinar1:2 Sinar. Es decir, Babilonia. y puso en el tesoro del templo de sus dioses.

Además, el rey ordenó a Aspenaz, jefe de los oficiales1:3 oficiales. Alt. eunucos. de su corte, que llevara a su presencia a algunos de los israelitas pertenecientes a la familia real y a la nobleza. Debían ser jóvenes apuestos y sin ningún defecto físico, que tuvieran aptitudes para aprender de todo y que actuaran con sensatez; jóvenes sabios y aptos para el servicio en el palacio real, a los cuales Aspenaz debía enseñarles la lengua y la literatura de los babilonios.1:4 Lit. caldeos. El rey les asignó raciones diarias de la comida y del vino que se servía en la mesa real. Su preparación habría de durar tres años, después de lo cual entrarían al servicio del rey.

Entre estos jóvenes se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran de Judá, y a los cuales el oficial en jefe les cambió el nombre: a Daniel lo llamó Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednego.

Pero Daniel decidió no contaminarse con la comida y el vino del rey, así que pidió permiso al oficial en jefe para no contaminarse. Y Dios había hecho que se ganara el afecto y la simpatía del oficial en jefe. A pesar de eso dijo a Daniel: «Tengo miedo de mi señor el rey, pues fue él quien les asignó la comida y el vino. ¿Qué pasa si los ve más delgados y demacrados que los otros jóvenes de sus edades? Entonces el rey por culpa de ustedes me cortará la cabeza».

Entonces Daniel habló con el guardia que el oficial en jefe había designado sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: «Por favor, haz con tus siervos una prueba de diez días. Danos de comer solo verduras y de beber solo agua. Pasado ese tiempo, compara nuestro semblante con el de los jóvenes que se alimentan con la comida real, y procede a tratarnos de acuerdo con lo que veas en nosotros».

El guardia aceptó la propuesta y los sometió a una prueba de diez días. Al cumplirse el plazo, estos jóvenes se veían más sanos y mejor alimentados que cualquiera de los que participaban de la comida real. Así que el guardia les retiró la comida y el vino del rey, en su lugar siguió alimentándolos con verduras.

A estos cuatro jóvenes Dios los dotó de sabiduría e inteligencia para entender toda clase de literatura y ciencia. Además, Daniel podía entender toda visión y todo sueño.

Cumplido el plazo fijado por el rey Nabucodonosor, y conforme a sus instrucciones, el oficial en jefe los llevó ante su presencia. Luego de hablar el rey con Daniel, Ananías, Misael y Azarías, no encontró a nadie que los igualara, de modo que los cuatro entraron a su servicio. El rey los interrogó y, en todos los temas que requerían de sabiduría y discernimiento, los halló diez veces más inteligentes que todos los magos y hechiceros de su reino.

Fue así como Daniel se quedó en Babilonia hasta el primer año del rey Ciro.

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Daniel 2:1-23

El sueño del rey Nabucodonosor

En el segundo año de su reinado, Nabucodonosor tuvo varios sueños que lo perturbaban y no lo dejaban dormir. Mandó entonces que se reunieran los magos, hechiceros, adivinos y astrólogos2:2 astrólogos. Lit. caldeos; así en el resto de este libro. de su reino para que le dijeran lo que había soñado. Una vez reunidos, y ya en presencia del rey, este les dijo:

—Tuve un sueño que me perturba y quiero saber lo que significa.

Los astrólogos respondieron en arameo:2:4 respondieron en arameo. En efecto, de aquí al final del cap. 7 el texto bíblico está escrito en la lengua aramea.

—¡Que viva el rey por siempre! Cuente el sueño a sus siervos y nosotros daremos su interpretación.

Pero el rey respondió a los astrólogos:

—Mi decisión ya está tomada: Si no me dicen lo que soñé ni me dan su interpretación, ordenaré que los corten en pedazos y que sus casas sean reducidas a cenizas. Pero si me dicen lo que soñé y me explican su significado, yo les daré regalos, recompensas y grandes honores. Por tanto, díganme el sueño y su interpretación.

Una vez más ellos contestaron:

—Cuente, oh rey, su sueño a sus siervos y nosotros lo interpretaremos.

Pero el rey contestó:

—Estoy seguro de que ustedes están tratando de ganar tiempo, porque se dan cuenta de que estoy firmemente decidido. Si no me dicen lo que soñé, ya saben lo que les espera. Ustedes se han puesto de acuerdo para salirme con cuestiones engañosas y malintencionadas, esperando que la situación cambie. Díganme lo que soñé y así sabré que son capaces de darme su interpretación.

Entonces los astrólogos respondieron:

—¡No hay nadie en la tierra capaz de hacer lo que el rey pide! ¡Jamás a ningún rey se le ha ocurrido pedirle tal cosa a ningún mago, hechicero o astrólogo! Lo que el rey pregunta es muy difícil. Nadie puede revelarlo a no ser los dioses, pero ellos no viven entre nosotros.

Tanto enfureció al rey la respuesta de los astrólogos que mandó ejecutar a todos los sabios de Babilonia. Se publicó entonces un edicto que decretaba la muerte de todos los sabios, de modo que se ordenó la búsqueda de Daniel y de sus compañeros para que fueran ejecutados.

Cuando el comandante de la guardia real, que se llamaba Arioc, salió para ejecutar a los sabios babilonios, Daniel le habló con mucho tacto y sensatez. Le dijo: «¿Por qué ha emitido el rey un edicto tan violento?». Y una vez que Arioc explicó cuál era el problema, Daniel fue a ver al rey y pidió tiempo para poder interpretarle su sueño.

Después volvió a su casa y contó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías lo que sucedía. Y les pidió que imploraran misericordia al Dios del cielo sobre este misterio, para que él y sus amigos no fueran ejecutados con el resto de los sabios de Babilonia. Durante la noche, el misterio fue revelado a Daniel en visión. Entonces alabó al Dios del cielo y dijo:

«¡Alabado sea por siempre el nombre de Dios!

Suyos son la sabiduría y el poder.

Él cambia los tiempos y las épocas,

pone y depone reyes.

A los sabios da sabiduría

y a los inteligentes, discernimiento.

Él revela lo profundo y lo escondido,

y sabe lo que se oculta en las sombras.

¡En él habita la luz!

A ti, Dios de mis antepasados,

te alabo y te doy gracias.

Me has dado sabiduría y poder;

me has dado a conocer lo que te pedimos.

¡Nos has dado a conocer el sueño del rey!».

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