Mateo 4:1-22 NVI

Mateo 4:1-22

Tentación de Jesús

4:1-11Mr 1:12-13; Lc 4:1-13

Luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se acercó y le propuso:

—Si eres el Hijo de Dios, ordena a estas piedras que se conviertan en pan.

Jesús respondió:

—Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.4:4 Dt 8:3.

Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del Templo y le dijo:

—Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Pues escrito está:

»“Ordenará que sus ángeles te protejan

y ellos te sostendrán en sus manos

para que no tropieces con piedra alguna”».4:6 Sal 91:11,12.

—También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”4:7 Dt 6:16. —contestó Jesús.

De nuevo el diablo lo llevó a una montaña muy alta. Allí le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. Y le dijo:

—Todo esto te daré si te postras y me adoras.

—¡Vete, Satanás! —dijo Jesús—. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”.4:10 Dt 6:13.

Entonces el diablo lo dejó y ángeles acudieron a servirle.

Jesús comienza a predicar

Cuando Jesús oyó que habían encarcelado a Juan, regresó a Galilea. Partió de Nazaret y se fue a vivir a Capernaúm, que está junto al lago en la región de Zabulón y de Neftalí, para cumplir lo dicho por el profeta Isaías:

«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,

desde el Camino del Mar, al otro lado del Jordán,

Galilea de los gentiles;

el pueblo que habitaba en la oscuridad

ha visto una gran luz;

sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte

una luz ha resplandecido».4:16 Is 9:1,2.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».

Jesús llama a sus primeros discípulos

4:18-22Mr 1:16-20; Lc 5:2-11; Jn 1:35-42

Mientras caminaba junto al lago de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro, Andrés. Estaban echando la red al lago, pues eran pescadores. «Vengan, síganme —dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres». Al instante dejaron las redes y lo siguieron.

Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca remendando las redes. Jesús los llamó y dejaron enseguida la barca y a su padre para seguirlo.

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