Juan 9:35-41, Juan 10:1-21 NVI

Juan 9:35-41

La ceguera espiritual

Jesús se enteró de que habían expulsado a aquel hombre y al encontrarlo le preguntó:

—¿Crees en el Hijo del hombre?9:35 Hijo del hombre. Alt. Hijo de Dios.

Él respondió:

—¿Quién es, Señor? Dímelo, para que crea en él.

—Pues ya lo has visto —contestó Jesús—; es el que está hablando contigo.

—Creo, Señor —declaró el hombre.

Y postrado lo adoró.

Entonces Jesús dijo:

—Yo he venido a este mundo para hacer justicia, para que los ciegos vean y los que ven se queden ciegos.

Algunos fariseos que estaban con él, al oírlo hablar así, le preguntaron:

—¿Qué? ¿Acaso también nosotros somos ciegos?

Jesús les contestó:

—Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado, pero como afirman que ven, su pecado permanece.

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Juan 10:1-21

Jesús, el buen pastor

»Les aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino que trepa y se mete por otro lado, es un ladrón y un bandido. El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. El portero le abre la puerta y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. Pero jamás seguirán a un desconocido; más bien, huirán de él porque no reconocen la voz del extraño.

Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no captaron el sentido de sus palabras. Por eso volvió a afirmar: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo.10:9 será salvo. Alt. se mantendrá seguro. Podrá entrar y salir con libertad y hallará pastos. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

»Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa. Y ese hombre huye porque es un asalariado, no le importan las ovejas.

»Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce y yo lo conozco, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil y también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla y tengo también autoridad para volver a recibirla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre».

De nuevo las palabras de Jesús fueron motivo de disensión entre los judíos. Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?». Pero otros opinaban: «Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrirles los ojos a los ciegos?».

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