Jeremías 2:31-37, Jeremías 3:1-25, Jeremías 4:1-9 NVI

Jeremías 2:31-37

»Pero ustedes, los de esta generación, presten atención a la palabra del Señor:

»¿Acaso he sido para Israel

un desierto o una tierra tenebrosa?

¿Por qué dice mi pueblo:

“Somos libres, nunca más volveremos a ti”?

¿Acaso una joven se olvida de sus joyas

o una novia de su atavío?

¡Pues hace muchísimo tiempo

que mi pueblo se olvidó de mí!

¡Qué hábil eres para conseguir amantes!

¡Hasta las malas mujeres han aprendido de ti!

Tienes la ropa manchada de sangre,

de sangre de gente pobre e inocente,

a los que nunca sorprendiste robando.

Por todo esto te voy a juzgar:

por alegar que no has pecado,

por insistir en tu inocencia,

por afirmar: “¡Dios ya no está enojado conmigo!”.

¿Por qué cambias con tanta ligereza tu parecer?2:36 tu parecer. Alt. tus aliados.

Pues también Egipto te defraudará,

como te defraudó Asiria.

Saldrás de allí con las manos en la cabeza,

porque el Señor ha rechazado

a aquellos en quienes confías,

y no prosperarás con ellos.

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Jeremías 3:1-25

»Supongamos que un hombre se divorcia de su mujer

y que ella lo deja para casarse con otro.

¿Podría volver el primero a casarse con ella?

¿No quedará la tierra completamente contaminada?

Pues bien, tú te has prostituido con muchos amantes

y ya no podrás volver a mí»,

afirma el Señor.

«Fíjate bien en esas lomas desoladas:

¿Hay algún lugar donde no fuiste deshonrada?

Como un beduino en el desierto,

te sentabas junto al camino, a la espera de tus amantes.

Has contaminado la tierra

con tus prostituciones y maldades.

Por eso se demoraron las lluvias

y no llegaron los aguaceros de primavera.

Tienes el descaro de una prostituta;

¡no conoces la vergüenza!

No hace mucho me llamabas:

“Padre mío, amigo de mi juventud,

¿vas a estar siempre enojado?

¿Guardarás rencor eternamente?”.

Y mientras hablabas,

hacías todo el mal posible».

La infidelidad de Israel

Durante el reinado del rey Josías el Señor me dijo: «¿Has visto lo que ha hecho Israel, la infiel? Se fue a todo monte alto y allí, bajo cada árbol frondoso, se prostituyó. Yo pensaba que después de hacer todo esto ella volvería a mí. Pero no lo hizo. Esto lo vio su hermana, la infiel Judá, y vio3:8 vio (un ms. hebreo, mss. de LXX y Siríaca); yo vi (TM). también que yo despedí a la apóstata Israel, y que le había dado carta de divorcio por todos los adulterios que había cometido. No obstante, su hermana, la infiel Judá, no tuvo ningún temor, sino que también ella se prostituyó. Como Israel no tuvo ningún reparo en prostituirse, contaminó la tierra y cometió adulterio al adorar ídolos de piedra y de madera. A pesar de todo esto, su hermana, la infiel Judá, no se volvió a mí de todo corazón, sino que solo fingió hacerlo», afirma el Señor.

El Señor me dijo: «La apóstata Israel ha resultado ser más justa que la infiel Judá. Ve al norte y proclama este mensaje:

»“¡Vuelve, apóstata Israel!

No te miraré con ira”,

afirma el Señor.

“No te guardaré rencor para siempre,

porque soy misericordioso”,

afirma el Señor.

“Tan solo reconoce tu culpa

y que te rebelaste contra el Señor tu Dios.

Bajo todo árbol frondoso

has brindado a dioses extraños tus favores

y no has querido obedecerme”»,

afirma el Señor.

«¡Vuélvanse a mí, apóstatas —afirma el Señor—, porque yo soy su esposo! De ustedes tomaré uno de cada ciudad y dos de cada familia, y los traeré a Sión. Les daré pastores conforme a mi corazón para que los guíen con sabiduría y entendimiento. En aquellos días, cuando ustedes se hayan multiplicado y sean numerosos en el país —afirma el Señor—, ya no se dirá más: “Arca del pacto del Señor”. Nadie pensará más en ella ni la recordará; nadie la echará de menos ni volverá a fabricarla. En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: “Trono del Señor”. Todas las naciones se reunirán en Jerusalén para honrar el nombre del Señor y ya no volverán a seguir a su terco y malvado corazón. En aquellos días la tribu de Judá se unirá al pueblo de Israel y juntos vendrán del país del norte, a la tierra que di como herencia a sus antepasados.

»Yo mismo dije:

»“¡Cómo quisiera tratarte como a un hijo

y darte una tierra deliciosa,

la heredad más hermosa de las naciones!”.

Yo creía que me llamarías “Padre mío”

y que nunca dejarías de seguirme.

Pero tú, pueblo de Israel,

me has sido infiel como una mujer infiel a su esposo»,

afirma el Señor.

Se escucha un grito en las lomas desoladas,

el llanto de súplica del pueblo de Israel,

porque han pervertido su conducta,

se han olvidado del Señor su Dios.

«¡Vuélvanse, apóstatas,

y los curaré de su infidelidad!».

«Aquí estamos, a ti venimos,

porque tú eres el Señor nuestro Dios.

Ciertamente son un engaño las colinas,

y una mentira el estruendo sobre las montañas.

Ciertamente en el Señor nuestro Dios

está la salvación de Israel.

Desde nuestra juventud, la vergonzosa idolatría

se ha engullido el esfuerzo de nuestros antepasados:

sus ovejas y sus vacas,

sus hijos y sus hijas.

¡Acostémonos en nuestra vergüenza

y que nos cubra nuestra desgracia!

¡Nosotros y nuestros antepasados

hemos pecado contra el Señor nuestro Dios!

Desde nuestra juventud y hasta el día de hoy,

no hemos obedecido al Señor nuestro Dios».

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Jeremías 4:1-9

«Israel, si piensas volver,

vuélvete a mí»,

afirma el Señor.

«Si quitas de mi vista tus ídolos abominables

y no te alejas de mí,

si con fidelidad, justicia y rectitud

juras diciendo: “Tan cierto como que el Señor vive”,

entonces en él serán benditas las naciones

y en él se gloriarán».

Así dice el Señor a los habitantes de Judá y de Jerusalén:

«Abran surcos en terrenos no labrados

y no siembren entre espinos.

Habitantes de Judá y de Jerusalén,

circunciden sus corazones:

circuncídense para honrar al Señor,

no sea que por la maldad de sus obras

mi furor se encienda como el fuego

y arda sin que nadie pueda apagarlo.

La amenaza del norte

»¡Anúncienlo en Judá, proclámenlo en Jerusalén!

¡Toquen la trompeta por toda esta tierra!

Griten a voz en cuello:

“¡Reúnanse y entremos

en las ciudades fortificadas!”.

¡Alcen la señal para ir a Sión!

¡Busquen refugio, no se detengan!

Porque yo traigo del norte

calamidad y gran destrucción».

Un león ha salido del matorral,

un destructor de naciones se ha puesto en marcha;

ha salido de su lugar de origen

para desolar tu tierra;

tus ciudades quedarán en ruinas

y totalmente despobladas.

Por esto, vístanse de luto,

laméntense y giman,

porque la ardiente ira del Señor

no se ha apartado de nosotros.

«En aquel día desfallecerá

el corazón del rey y de los oficiales;

los sacerdotes se llenarán de pánico

y los profetas quedarán atónitos»,

afirma el Señor.

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