Deuteronomio 26:1-19, Deuteronomio 27:1-26, Deuteronomio 28:1-14 NVI

Deuteronomio 26:1-19

Diezmos y primicias

Cuando hayas entrado en la tierra que el Señor tu Dios te da como herencia, tomes posesión de ella y te establezcas allí, tomarás de las primicias de todo lo que produzca la tierra que el Señor tu Dios te da y las pondrás en una canasta. Luego irás al lugar que el Señor tu Dios haya elegido como residencia de su Nombre y dirás al sacerdote que esté oficiando: «Hoy declaro, ante el Señor tu Dios, que he entrado en la tierra que él nos dio, tal como se lo juró a nuestros antepasados». El sacerdote tomará de tus manos la canasta y la pondrá frente al altar del Señor tu Dios. Entonces tú declararás ante el Señor tu Dios: «Mi padre fue un arameo errante y descendió a Egipto con poca gente. Vivió allí hasta llegar a ser una gran nación, fuerte y numerosa. Pero los egipcios nos maltrataron, nos hicieron sufrir y nos sometieron a trabajos forzados. Nosotros clamamos al Señor, el Dios de nuestros antepasados, y él escuchó nuestro ruego y vio nuestra miseria, nuestro trabajo y nuestra opresión. Por eso el Señor nos sacó de Egipto con actos portentosos y gran despliegue de poder, con señales, prodigios y milagros que provocaron gran terror. Nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, donde abundan la leche y la miel. Por eso ahora traigo las primicias de la tierra que tú, Señor, me has dado».

Acto seguido, pondrás la canasta delante del Señor tu Dios y te postrarás ante él. Y los levitas y los extranjeros celebrarán contigo todo lo bueno que el Señor tu Dios te ha dado a ti y a tu familia.

Cuando ya hayas apartado la décima parte de todos tus productos del tercer año, que es el año del diezmo, se la darás al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, para que coman y se sacien en tus ciudades. Entonces dirás al Señor tu Dios: «Ya he retirado de mi casa la porción consagrada a ti y se la he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que tú me mandaste. No me he apartado de tus mandamientos ni los he olvidado. Mientras estuve de luto, no comí nada de esta porción consagrada; mientras estuve impuro, no tomé nada de ella ni se la ofrecí a los muertos. Señor mi Dios, yo te he obedecido y he hecho todo lo que me ordenaste. Mira desde el cielo, desde el santo lugar donde resides y, tal como se lo juraste a nuestros antepasados, bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, tierra donde abundan la leche y la miel».

Exhortación a seguir los mandamientos del Señor

Hoy el Señor tu Dios te ordena obedecer estos estatutos y leyes. Pon todo lo que esté de tu parte para practicarlos con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy has declarado que el Señor es tu Dios y que andarás en sus caminos, que prestarás oído a su voz y que cumplirás sus estatutos, mandamientos y leyes. Por su parte, hoy mismo el Señor ha declarado que tú eres su pueblo, su propiedad exclusiva, tal como lo prometió. Obedece, pues, todos sus mandamientos. El Señor ha declarado que te pondrá por encima de todas las naciones que ha formado, para que seas alabado y recibas fama y honra. Serás una nación consagrada al Señor tu Dios.

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Deuteronomio 27:1-26

El altar sobre el monte Ebal

Moisés y los jefes ancianos de Israel dieron al pueblo esta orden: «Cumple todos estos mandamientos que hoy te entrego. Después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, levantarás unas piedras grandes, las revocarás con cal y escribirás sobre ellas todas las palabras de esta ley. Esto lo harás después de cruzar el Jordán y de entrar en la tierra que el Señor tu Dios te da, tierra donde abundan la leche y la miel, tal como el Señor tu Dios se lo prometió a tus antepasados. Cuando hayas cruzado el Jordán, colocarás esas piedras sobre el monte Ebal y las cubrirás con cal, tal como te lo ordeno hoy. Edificarás allí un altar de piedra en honor al Señor tu Dios, pero no con piedras labradas con instrumentos de hierro, sino con piedras enteras, porque el altar del Señor deberá construirse con piedras del campo. Quemarás sobre él holocaustos al Señor tu Dios; ofrecerás allí sacrificios de comunión, los comerás y te regocijarás en la presencia del Señor tu Dios. Sobre las piedras de ese altar escribirás claramente todas las palabras de esta ley».

Maldiciones desde el monte Ebal

Entonces Moisés y los sacerdotes levitas dijeron a todo Israel: «¡Guarda silencio, Israel, y escucha! Hoy te has convertido en el pueblo del Señor tu Dios. Obedece al Señor tu Dios y cumple los mandamientos y estatutos que hoy te mando».

Ese mismo día Moisés ordenó al pueblo:

Cuando hayan cruzado el Jordán, las siguientes tribus estarán sobre el monte Guerizín para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. Sobre el monte Ebal estarán estas otras, para pronunciar las maldiciones: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.

Los levitas tomarán la palabra y en voz alta dirán a todo el pueblo de Israel:

«Maldito sea quien haga una imagen, ya sea tallada en madera o fundida en metal, y la ponga en un lugar secreto. Es creación de las manos de un artífice y por lo tanto es detestable al Señor».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien deshonre a su padre o a su madre».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien altere los límites de la propiedad de su prójimo».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien desvíe de su camino a un ciego».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien viole los derechos del extranjero, del huérfano o de la viuda».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien se acueste con la mujer de su padre, pues con tal acción deshonra el lecho de su padre».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien tenga relaciones sexuales con un animal».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien se acueste con su hermana, hija de su padre o de su madre».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien se acueste con su suegra».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien mate a traición a su prójimo».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien acepte soborno para matar al inocente».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

«Maldito sea quien no practique fielmente las palabras de esta ley».

Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».

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Deuteronomio 28:1-14

Bendiciones por la obediencia

Si realmente escuchas al Señor tu Dios y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te acompañarán siempre:

Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo.

Benditos serán el fruto de tu vientre, tus cosechas, las crías de tu ganado, los terneritos de tus manadas y los corderitos de tus rebaños.

Benditas serán tu canasta y tu bandeja de amasar.

Bendito serás en el hogar y bendito en el camino.28:6 en el hogar … en el camino. Lit. en tu entrar … en tu salir; también en v. 19.

El Señor te concederá la victoria sobre tus enemigos. Avanzarán contra ti por un camino y huirán de ti por siete caminos.

El Señor bendecirá tus graneros y todo el trabajo de tus manos. El Señor tu Dios te bendecirá en la tierra que te ha dado.

El Señor te establecerá como su pueblo santo, conforme a su juramento, si cumples sus mandamientos y andas en sus caminos. Todas las naciones de la tierra te temerán al reconocerte como el pueblo del Señor. El Señor te concederá abundancia de bienes: multiplicará tus hijos, tu ganado y tus cosechas en la tierra que a tus antepasados juró que te daría.

El Señor abrirá los cielos, su generoso tesoro, para derramar a su debido tiempo la lluvia sobre la tierra y para bendecir todo el trabajo de tus manos. Tú prestarás a muchas naciones, pero no tomarás prestado de nadie. El Señor te pondrá a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del Señor tu Dios que hoy te ordeno y los obedezcas con cuidado. Jamás te apartes, ni a la derecha ni a la izquierda, de ninguna de las palabras que hoy te ordeno, para seguir y servir a otros dioses.

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