1 Samuel 17:38-58, 1 Samuel 18:1-30 NVI

1 Samuel 17:38-58

Luego Saúl vistió a David con su uniforme de campaña. Le entregó también un casco de bronce y le puso una coraza. David se ciñó la espada sobre la armadura e intentó caminar, pero no pudo porque no estaba acostumbrado.

—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—; no estoy entrenado para ello.

De modo que se quitó todo aquello, tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo.

Este, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero. Echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, pelirrojo y buen mozo, con desprecio dijo:

—¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos?

Y maldiciendo a David en nombre de sus dioses, añadió:

—¡Ven acá, que voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo!

David contestó:

—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor de los Ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor y él los entregará a ustedes en nuestras manos.

En cuanto el filisteo avanzó para acercarse a David y enfrentarse con él, también este corrió rápidamente hacia la línea de batalla para hacerle frente. Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo.

Así fue como David triunfó sobre el filisteo: lo hirió de muerte con una honda y una piedra y sin empuñar la espada.

Luego corrió adonde estaba el filisteo, le quitó la espada, la desenvainó, lo remató con ella y cortó su cabeza.

Cuando los filisteos vieron que su héroe había muerto, salieron corriendo. Entonces los soldados de Israel y de Judá, dando gritos de guerra, se lanzaron contra ellos y los persiguieron hasta la entrada de Gat17:52 Gat (mss. de LXX); un valle (TM). y hasta las puertas de Ecrón. Todo el camino, desde Sajarayin hasta Gat y Ecrón, quedó regado de cadáveres de filisteos. Cuando los israelitas dejaron de perseguir a los filisteos, regresaron para saquearles el campamento.

Luego David tomó la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, pero las armas las guardó en su tienda de campaña.

Anteriormente Saúl, al ver a David enfrentarse con el filisteo, había preguntado a Abner, comandante de su ejército:

—Abner, ¿quién es el padre de ese muchacho?

—Tan cierto como Su Majestad vive, le aseguro que no lo sé.

—Averíguame quién es —le había dicho el rey.

Tan pronto como David regresó, después de haber matado a Goliat, y con la cabeza del filisteo todavía en la mano, Abner lo llevó ante Saúl.

—¿De quién eres hijo, muchacho? —preguntó Saúl.

—De Isaí de Belén, servidor suyo —respondió David.

Read More of 1 Samuel 17

1 Samuel 18:1-30

Envidia de Saúl

Una vez que David y Saúl terminaron de hablar, Jonatán entabló con David una amistad entrañable y llegó a quererlo como a sí mismo. Saúl, por su parte, tomó a David a su servicio y, desde ese día, no lo dejó volver a la casa de su padre. Jonatán hizo un pacto con David, porque lo quería como a sí mismo. Jonatán se quitó el manto que llevaba puesto y se lo dio a David; también le dio su túnica y aun su espada, su arco y su cinturón.

Cualquier encargo que David recibía de Saúl, lo cumplía con éxito, de modo que Saúl lo puso al mando de todo su ejército, con la aprobación de los soldados de Saúl y hasta de sus oficiales.

Ahora bien, cuando el ejército regresó, después de haber matado David al filisteo, de todos los pueblos de Israel salían mujeres a recibir al rey Saúl. Al son de liras y panderos, cantaban y bailaban, y exclamaban con gran regocijo:

«Saúl mató a sus miles,

pero David, a sus diez miles».

Disgustado por lo que decían, Saúl se enfureció y protestó: «A David le dan crédito por diez miles, pero a mí por miles. ¡Lo único que falta es que le den el reino!». Y a partir de esa ocasión, Saúl empezó a mirar a David con recelo.

Al día siguiente, el espíritu maligno de parte de Dios se apoderó de Saúl, quien cayó en trance en su propio palacio. Andaba con una lanza en la mano y, mientras David tocaba el arpa, como era su costumbre, Saúl se la arrojó, pensando: «¡A este lo clavo en la pared!». Dos veces lo intentó, pero David logró esquivar la lanza.

Saúl sabía que el Señor lo había abandonado y que ahora estaba con David. Por eso tuvo temor de David y lo alejó de su presencia, nombrándolo comandante de mil soldados para que dirigiera al ejército en campaña. David tuvo éxito en todas sus expediciones, porque el Señor estaba con él. Al ver el éxito de David, Saúl se llenó de temor. Pero todos en Israel y Judá sentían gran aprecio por David, porque él los dirigía en campaña.

Un día Saúl dijo a David:

—Aquí tienes a Merab, mi hija mayor. Te la entrego por esposa, con la condición de que me sirvas con valentía, peleando las batallas del Señor.

Saúl pensaba: «Será mejor que no muera por mi mano, sino a mano de los filisteos».

Pero David respondió:

—¿Quién soy yo? ¿Y quiénes son en Israel mis parientes o la familia de mi padre, para que yo me convierta en yerno del rey?

Sin embargo, cuando llegó la fecha en que Saúl había de casar a su hija Merab con David, Saúl se la entregó por esposa a Adriel de Mejolá.

Mical, la otra hija de Saúl, se enamoró de David. Cuando se lo dijeron a Saúl, le agradó la noticia y pensó: «Se la entregaré a él, como una trampa para que caiga en manos de los filisteos». Así que volvió a decirle a David:

—Ahora sí vas a ser mi yerno.

Entonces Saúl ordenó a sus funcionarios:

—Hablen con David en privado y díganle: “Oye, el rey te aprecia, y todos sus funcionarios te quieren. Acepta ser su yerno”.

Esto se lo repitieron a David, pero él respondió:

—¿Creen que es cosa fácil ser yerno del rey? ¡Yo no soy más que un plebeyo insignificante!

Los funcionarios comunicaron a Saúl la reacción de David. Pero Saúl insistió:

—Díganle a David: “Lo único que el rey quiere es vengarse de sus enemigos, y como dote por su hija pide cien prepucios de filisteos”.

En realidad, lo que Saúl quería era que David cayera en manos de los filisteos.

Cuando los funcionarios de Saúl dieron el mensaje a David, no le pareció mala la idea de convertirse en yerno del rey. Aún no se había cumplido el plazo cuando David fue con sus soldados y mató a doscientos filisteos, cuyos prepucios entregó al rey para convertirse en su yerno. Así fue como Saúl le dio la mano de su hija Mical.

Saúl se dio cuenta de que, en efecto, el Señor estaba con David y de que su hija Mical lo amaba. Por eso aumentó el temor que Saúl sentía por David y se convirtió en su enemigo por el resto de su vida.

Además, cada vez que los comandantes filisteos salían a campaña, David los enfrentaba con más éxito que los otros oficiales de Saúl. Por eso llegó a ser muy famoso.

Read More of 1 Samuel 18