Nehemías 9:38, Nehemías 10:1-39, Nehemías 11:1-21 NVI

Nehemías 9:38

El acuerdo del pueblo

»Por todo esto, nosotros hacemos este pacto y lo ponemos por escrito, firmado por nuestros líderes, levitas y sacerdotes».

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Nehemías 10:1-39

El pueblo se compromete a obedecer la Ley

La siguiente es la lista de los que firmaron:

Nehemías, hijo de Jacalías, que era el gobernador;

Sedequías, Seraías, Azarías, Jeremías,

Pasur, Amarías, Malquías,

Jatús, Sebanías, Maluc,

Jarín, Meremot, Abdías,

Daniel, Guinetón, Baruc,

Mesulán, Abías, Mijamín,

Maazías, Bilgay y Semaías.

Estos eran los sacerdotes.

Los levitas:

Jesúa, hijo de Azanías, Binuy, de los descendientes de Henadad, Cadmiel,

y sus hermanos Sebanías, Hodías, Quelitá, Pelaías, Janán,

Micaías, Rejob, Jasabías,

Zacur, Serebías, Sebanías,

Hodías, Baní y Beninu.

Los jefes del pueblo:

Parós, Pajat Moab, Elam, Zatú, Baní,

Buní, Azgad, Bebay,

Adonías, Bigvay, Adín,

Ater, Ezequías, Azur,

Hodías, Jasún, Bezay,

Jarif, Anatot, Nebay,

Magpías, Mesulán, Hezir,

Mesezabel, Sadoc, Jadúa,

Pelatías, Janán, Anaías,

Oseas, Jananías, Jasub,

Halojés, Piljá, Sobec,

Rejún, Jasabná, Maseías,

Ahías, Janán, Anán,

Maluc, Jarín y Baná.

«Todos los demás —sacerdotes, levitas, porteros, cantores, servidores del Templo, todos los que se habían separado de los pueblos vecinos para cumplir con la Ley de Dios, más sus mujeres, hijos e hijas, y todos los que tenían uso de razón— se unieron a sus parientes que ocupaban cargos importantes y se comprometieron, bajo juramento, a vivir conforme a la Ley que Dios les había dado por medio de su servidor Moisés, y a obedecer todos los mandamientos, ordenanzas y estatutos del Señor, Soberano nuestro.

»Además, todos nos comprometimos a no casar a nuestras hijas con los habitantes del país ni aceptar a sus hijas como esposas para nuestros hijos.

»También prometimos que, si la gente del país venía en sábado, o en cualquier otro día de fiesta, a vender sus mercancías o grano, nosotros no les compraríamos nada. Prometimos asimismo que en el séptimo año no cultivaríamos la tierra y que perdonaríamos toda deuda.

»Además, nos impusimos la obligación de contribuir cada año con la tercera parte de un siclo10:32 Es decir, aprox. 4 g. de plata para los gastos del Templo de nuestro Dios: el pan consagrado, las ofrendas y el holocausto diarios, los sacrificios de los sábados, de la luna nueva y de las fiestas solemnes. También las ofrendas sagradas, los sacrificios para obtener el perdón por el pecado de Israel y todo el servicio del Templo de nuestro Dios.

»En cuanto a la leña, echamos suertes entre nosotros los sacerdotes, los levitas y el pueblo en general, según nuestras familias, para determinar a quiénes les tocaría llevar, en los tiempos fijados cada año, la contribución de la leña para el Templo del Señor nuestro Dios, para que ardiera en su altar, como está escrito en la Ley.

»Además nos comprometimos a llevar cada año al Templo del Señor las primicias del campo y de todo árbol frutal; también a presentar nuestros primogénitos y las primeras crías de nuestro ganado, tanto de las vacas como de las ovejas, ante los sacerdotes que sirven en el Templo de nuestro Dios, como está escrito en la Ley.

»Estuvimos de acuerdo en llevar a los depósitos del Templo de nuestro Dios las primicias de nuestra molienda, de nuestras ofrendas, del fruto de los árboles, del vino nuevo y de nuestro aceite, para los sacerdotes que ministran en el Templo de nuestro Dios. Acordamos también dar la décima parte de nuestras cosechas a los levitas, pues son ellos quienes recolectan todo esto en los pueblos donde trabajamos. Un sacerdote de la familia de Aarón acompañará a los levitas cuando estos vayan a recolectar los diezmos. Los levitas, por su parte, llevarán el diezmo de los diezmos a los depósitos de la tesorería del Templo de nuestro Dios. Los israelitas y los levitas llevarán las ofrendas de trigo, de vino y de aceite a los depósitos donde se guardan los utensilios del santuario y donde permanecen los sacerdotes, los porteros y los cantores, cuando están de servicio.

»Así nos comprometimos a no descuidar el Templo de nuestro Dios».

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Nehemías 11:1-21

Los que se establecieron en Jerusalén

Los líderes del pueblo se establecieron en Jerusalén. Entre el resto del pueblo se hizo un sorteo para que uno de cada diez se quedara a vivir en Jerusalén, la ciudad santa, y los otros nueve se establecieran en las otras poblaciones. El pueblo bendijo a todos los que se ofrecieron voluntariamente a vivir en Jerusalén.

Estos son los jefes de la provincia que se establecieron en Jerusalén y en las otras poblaciones de Judá. Los israelitas, los sacerdotes, los levitas, los servidores del Templo y los descendientes de los servidores de Salomón se establecieron, cada uno en su propia población y en su respectiva propiedad. Estos fueron los judíos y benjamitas que se establecieron en Jerusalén:

De los descendientes de Judá:

Ataías, hijo de Uzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Malalel, de los descendientes de Fares;

y Maseías, hijo de Baruc, hijo de Coljozé, hijo de Jazaías, hijo de Adaías, hijo de Joyarib, hijo de Zacarías, hijo de Siloní.

El total de los descendientes de Fares que se establecieron en Jerusalén fue de cuatrocientos sesenta y ocho hombres capaces.

De los descendientes de Benjamín:

Salú, hijo de Mesulán, hijo de Joed, hijo de Pedaías, hijo de Colaías, hijo de Maseías, hijo de Itiel, hijo de Isaías, y sus hermanos11:8 y sus hermanos (mss. de LXX); y después de él (TM). Gabay y Salay. En total eran novecientos veintiocho.

Su jefe era Joel, hijo de Zicrí, y el segundo jefe de la ciudad era Judá, hijo de Senuá.11:9 Senuá. Alt. Hasenuá.

De los sacerdotes:

Jedaías, hijo de Joyarib, Jaquín,

Seraías, hijo de Jilquías, hijo de Mesulán, hijo de Sadoc, hijo de Merayot, hijo de Ajitob, que era el oficial a cargo del Templo de Dios, y sus parientes, que eran ochocientos veintidós y trabajaban en el Templo;

así mismo, Adaías, hijo de Jeroán, hijo de Pelalías, hijo de Amsí, hijo de Zacarías, hijo de Pasur, hijo de Malquías, y sus parientes, los cuales eran jefes de familia y sumaban doscientos cuarenta y dos;

también Amasay, hijo de Azarel, hijo de Ajsay, hijo de Mesilemot, hijo de Imer, y sus parientes, los cuales eran ciento veintiocho valientes.

Su jefe era Zabdiel, hijo de Guedolín.

De los levitas:

Semaías, hijo de Jasub, hijo de Azricán, hijo de Jasabías, hijo de Buní;

Sabetay y Jozabad, que eran jefes de los levitas y estaban encargados de la obra exterior del Templo de Dios;

Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zabdí, hijo de Asaf, que dirigía el coro de los que entonaban las acciones de gracias en el momento de la oración;

Bacbuquías, segundo entre sus hermanos,

y Abdá, hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Jedutún.

Los levitas que se establecieron en la ciudad santa fueron doscientos ochenta y cuatro.

De los porteros:

Acub, Talmón y sus parientes, que vigilaban las puertas. En total eran ciento setenta y dos.

Los demás israelitas, de los sacerdotes y de los levitas, vivían en todas las poblaciones de Judá, cada uno en su propiedad.

Los servidores del Templo, que estaban bajo la dirección de Zijá y Guispa, se establecieron en Ofel.

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