2 Crónicas 18:28-34, 2 Crónicas 19:1-11, 2 Crónicas 20:1-37 NVI

2 Crónicas 18:28-34

Muerte de Acab en Ramot de Galaad

18:28-341R 22:29-36

El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, marcharon juntos contra Ramot de Galaad. Allí el rey de Israel dijo a Josafat: «Yo entraré a la batalla disfrazado, pero tú te pondrás tu traje real». Así que el rey de Israel se disfrazó y entró al combate.

Pero el rey de Aram había ordenado a sus comandantes de los carros de combate: «No luchen contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel». Cuando los comandantes de los carros vieron a Josafat, pensaron: «Este es el rey de Israel». Así que se volvieron para atacarlo; pero Josafat gritó, y Dios el Señor lo ayudó haciendo que se apartaran de él. Entonces los comandantes de los carros vieron que no era el rey de Israel y dejaron de perseguirlo.

Sin embargo, alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey ordenó al que conducía su carro: «Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido». Todo el día arreció la batalla y al rey de Israel se mantuvo de pie en su carro frente a los arameos hasta el atardecer, entonces murió al ponerse el sol.

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2 Crónicas 19:1-11

Cuando Josafat, rey de Judá, regresó sin ningún contratiempo a su palacio en Jerusalén, el vidente Jehú, hijo de Jananí, fue a visitarlo y dijo: «¿Cómo te atreviste a ayudar a los malvados, haciendo alianza con los enemigos del19:2 haciendo … enemigos del. Lit. y amas a los que odian al. Señor? Por haber hecho eso, la ira del Señor ha caído sobre ti. Pero hay cosas buenas a tu favor, pues has quitado del país las imágenes de la diosa Aserá y has buscado a Dios de todo corazón».

Josafat nombra jueces

Josafat se estableció en Jerusalén, pero volvió a visitar al pueblo, desde Berseba hasta los montes de Efraín, para hacerlo volver al Señor, Dios de sus antepasados. En cada una de las ciudades fortificadas de Judá nombró jueces y les advirtió: «Tengan mucho cuidado con lo que hacen, pues su autoridad no proviene de un hombre, sino del Señor, que estará con ustedes cuando impartan justicia. Por eso, teman al Señor y tengan cuidado con lo que hacen, porque el Señor nuestro Dios no admite la injusticia ni la parcialidad ni el soborno».

En Jerusalén, Josafat designó también a levitas, sacerdotes y jefes de las familias patriarcales de Israel, para que administraran las leyes del Señor y resolvieran pleitos. Estos vivían en Jerusalén. Josafat les ordenó: «Ustedes actuarán con fidelidad e integridad, bajo el temor del Señor. Cuando sus compatriotas vengan de las ciudades y sometan al juicio de ustedes casos de violencia, o algún otro asunto concerniente a la ley, los mandamientos, los estatutos y ordenanzas, ustedes les advertirán que no pequen contra el Señor, para que su ira no caiga sobre ustedes y sobre ellos. Si así lo hacen, no serán culpables.

»El sumo sacerdote Amarías los orientará en todo asunto de carácter religioso, mientras que Zebadías, hijo de Ismael, que es el jefe de la tribu de Judá, lo hará en todo asunto de carácter civil.19:11 de carácter religioso … de carácter civil. Lit. del Señor … del rey. También los levitas servirán como oficiales ante ustedes. ¡Anímense y manos a la obra! El Señor estará con los que actúen bien».

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2 Crónicas 20:1-37

Josafat derrota a Moab y Amón

Después de esto, los moabitas, los amonitas y algunos de los meunitas20:1 meunitas (LXX); amonitas (TM). le declararon la guerra a Josafat y alguien fue a informarle: «Del otro lado del mar Muerto y de Edom20:2 Edom (un ms. hebreo y Vetus Latina); Aram (TM). viene contra ti una gran multitud. Ahora están en Jazezón Tamar, es decir, en Engadi». Atemorizado, Josafat decidió consultar al Señor y proclamó un ayuno en todo Judá. Los habitantes de todas las ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del Señor.

En el Templo del Señor, frente al atrio nuevo, Josafat se puso de pie ante la asamblea de Judá y de Jerusalén y dijo:

«Señor, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo y el que gobierna a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte! ¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham? Ellos la habitaron y construyeron un santuario en honor de tu Nombre, diciendo: “Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la plaga o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo que lleva tu Nombre, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás”.

»Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones. ¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia! Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! Pero en ti hemos puesto nuestra esperanza».

Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del Señor, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños.

Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la asamblea.

Y dijo Jahaziel: «Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también usted, rey Josafat. Así dice el Señor: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes, sino mía. Mañana, cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos y los encontrarán junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel. Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque el Señor, estará con ustedes”».

Josafat y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén se postraron rostro en tierra y adoraron al Señor. Los levitas de los hijos de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar al Señor Dios de Israel a voz en cuello.

Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: «Habitantes de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor su Dios y estarán seguros! ¡Confíen en sus profetas y tendrán éxito!».

Después de consultar con el pueblo, Josafat designó a los que irían al frente del ejército para cantar al Señor y alabar la hermosura de su santidad20:21 hermosura de su santidad. Alt. vestidos de ropas sagradas. con el cántico:

«Den gracias al Señor,

pues su gran amor perdura para siempre».

Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza, el Señor puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte de Seír que habían venido contra Judá y los derrotó. De hecho, los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes de los montes de Seír y los mataron hasta aniquilarlos. Luego de exterminar a los habitantes de Seír, ellos mismos se atacaron y se mataron unos a otros.

Cuando los hombres de Judá llegaron a la torre del desierto para ver el gran ejército enemigo, no vieron sino los cadáveres que yacían en tierra. ¡Ninguno había escapado con vida! Entonces Josafat y su gente fueron para apoderarse del botín. Entre los cadáveres encontraron muchas riquezas, vestidos y joyas preciosas. Cada uno se apoderó de todo lo que quiso hasta más no poder. Era tanto el botín que tardaron tres días en recogerlo. El cuarto día se congregaron en el valle de Beracá, y alabaron al Señor; por eso llamaron a ese lugar el valle de Beracá,20:26 En hebreo, Beracá significa bendición o alabanza. nombre con el que hasta hoy se le conoce.

Más tarde, todos los de Judá y Jerusalén, con Josafat a la cabeza, regresaron a Jerusalén llenos de alegría porque el Señor los había librado de sus enemigos. Al llegar a Jerusalén, fueron al Templo del Señor al son de liras, arpas y trompetas.

Al oír las naciones de la tierra cómo el Señor había peleado contra los enemigos de Israel, el temor de Dios se apoderó de ellas. Por lo tanto, el reinado de Josafat disfrutó de tranquilidad y Dios le dio paz por todas partes.

Fin del reinado de Josafat

20:31–21:11R 22:41-50

Josafat tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar en Judá y reinó en Jerusalén veinticinco años. El nombre de su madre era Azuba, hija de Siljí. Siguió el buen ejemplo de su padre Asá y nunca se desvió de él, sino que hizo lo que agrada al Señor. Sin embargo, no se quitaron los altares paganos, pues el pueblo aún no se había consagrado al Dios de sus antepasados.

Los demás acontecimientos del reinado de Josafat, desde el primero hasta el último, están escritos en las crónicas de Jehú, hijo de Jananí, que forman parte del libro de los reyes de Israel.

Después de esto, Josafat, rey de Judá, se alió con el perverso Ocozías, rey de Israel, para construir una flota mercante que iría a Tarsis. Los barcos los hacían en Ezión Guéber. Entonces Eliezer, hijo de Dodías, de Maresá, profetizó contra Josafat: «Por haberte aliado con Ocozías, el Señor destruirá lo que estás haciendo». En efecto, los barcos naufragaron y no pudieron ir a Tarsis.

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