1 Crónicas 11:1-47, 1 Crónicas 12:1-22 NVI

1 Crónicas 11:1-47

Proclamación de David como rey de Israel

11:1-32S 5:1-3

Todos los israelitas se reunieron con David en Hebrón y le dijeron: «Usted y nosotros somos de la misma sangre. Ya desde antes, cuando Saúl era rey, usted dirigía a Israel en sus campañas. Además el Señor su Dios le dijo a usted: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel y lo gobernarás”».

Así pues, todos los jefes de Israel fueron a Hebrón para hablar con el rey David. Allí el rey hizo un pacto con ellos en presencia del Señor. Después de eso, ungieron a David para que fuera rey sobre Israel, conforme a lo que el Señor había dicho por medio de Samuel.

David conquista Jerusalén

11:4-92S 5:6-10

David y todos los israelitas marcharon contra Jerusalén (que es Jebús), la cual estaba habitada por los jebuseos. Estos dijeron a David: «¡Aquí no entrarás!». Pero David se apoderó de la fortaleza de Sión, que también se conoce como la Ciudad de David. Y es que había prometido: «Al primero que mate a un jebuseo lo nombraré comandante en jefe».

El primero en matar a un jebuseo fue Joab, hijo de Sarvia, por lo cual fue nombrado jefe.

David se estableció en la fortaleza y por eso la llamó Ciudad de David. Luego construyó la ciudad alrededor, desde el terraplén hasta sus alrededores, y Joab reparó el resto de la ciudad. Y David se fortaleció más y más, porque el Señor de los Ejércitos estaba con él.

Jefes del ejército de David

11:10-412S 23:8-39

Estos fueron los jefes del ejército de David, quienes lo apoyaron durante su reinado y se unieron a todos los israelitas para proclamarlo rey, conforme a lo que el Señor dijo acerca de Israel. Esta es la lista de los soldados más valientes de David:

Yasobeán, hijo de Jacmoní, que era el principal de los tres11:11 tres (mss. de LXX); treinta (TM). más famosos, en una batalla mató con su lanza a trescientos hombres.

En segundo lugar estaba Eleazar, hijo de Dodó, el ajojita, que también era uno de los tres más famosos. Estuvo con David en Pasdamín, donde los filisteos se habían concentrado para la batalla. Allí había un campo sembrado de cebada y, cuando el ejército huía ante los filisteos, los oficiales se plantaron en medio del campo y lo defendieron, derrotando a los filisteos. Así el Señor los salvó y les dio una gran victoria.

En otra ocasión, tres de los treinta más valientes fueron a la roca, hasta la cueva de Adulán, donde estaba David; y el ejército filisteo acampaba en el valle de Refayin. David se encontraba en su fortaleza. En ese tiempo había una guarnición filistea en Belén. Como David tenía mucha sed, exclamó: «¡Ojalá pudiera yo beber agua del pozo que está a la entrada de Belén!». Entonces los tres valientes se metieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo de Belén y se la llevaron a David. Pero él no quiso beberla, sino que derramó el agua en honor al Señor y declaró solemnemente: «¡Que Dios me libre de beberla! ¡Eso sería como beber la sangre de hombres que han puesto su vida en peligro! ¡Se jugaron la vida para traer el agua!». Y no quiso beberla.

Tales hazañas hicieron estos tres héroes.

Abisay, el hermano de Joab, estaba al mando de los tres y ganó fama entre ellos. En cierta ocasión, lanza en mano atacó y mató a trescientos hombres. Se destacó mucho más que los tres valientes y llegó a ser su comandante, pero no fue contado entre ellos.

Benaías, hijo de Joyadá, era un guerrero de Cabsel que realizó muchas hazañas. Derrotó a dos de los mejores hombres11:22 dos de los mejores hombres. Alt. los dos [hijos] de Ariel. de Moab y, en otra ocasión, cuando estaba nevando, se metió en una cisterna y mató un león. También derrotó a un egipcio que medía cinco codos11:23 Es decir, aprox. 2.3 m. y que empuñaba una lanza del tamaño de un rodillo de telar. Benaías, que no llevaba más que un palo, le arrebató la lanza y lo mató con ella. Tales hazañas hizo Benaías, hijo de Joyadá. También él ganó fama como los tres valientes, pero no fue contado entre ellos, aunque se destacó más que los treinta valientes. Además, David lo puso al mando de su guardia real.

Los soldados más distinguidos eran:

Asael, hermano de Joab;

Eljanán, hijo de Dodó, que era de Belén;

Samot, el harorita;

Heles, el pelonita;

Irá, hijo de Iqués, el tecoíta;

Abiezer, el anatotita;

Sibecay, el jusatita;

Ilay, el ajojita;

Maray, el netofatita;

Jéled, hijo de Baná, el netofatita;

Itay, hijo de Ribay, que era de Guibeá en el territorio de Benjamín;

Benaías, el piratonita;

Juray, que era de los arroyos de Gaas;

Abiel, el arbatita;

Azmávet, el bajurinita;

Elijaba, el salbonita;

los hijos de Jasén, el guizonita;

Jonatán, hijo de Sague, el ararita;

Ahían, hijo de Sacar, el ararita;

Elifal, hijo de Ur;

Héfer, el mequeratita;

Ahías el pelonita,

Jezró, que era de Carmel;

Naray, hijo de Ezbay;

Joel, hermano de Natán;

Mibar, hijo de Hagrí;

Sélec, el amonita;

Najaray, el berotita, que fue escudero de Joab, hijo de Sarvia;

Ira, el itrita;

Gareb, el itrita;

Urías, el hitita;

Zabad, hijo de Ajlay;

Adiná, hijo de Sizá, el rubenita, jefe de los rubenitas, más treinta hombres que estaban con él;

Janán, hijo de Macá;

Josafat, el mitnita;

Uzías, el astarotita;

Sama y Jehiel, hijos de Jotán, el aroerita;

Jediael, hijo de Simri,

y su hermano Yojá, el tizita;

Eliel, el majavita;

Jerebay y Josavía, hijos de Elnán;

Itmá, el moabita;

Eliel, Obed y Jasiel, el mesobatita.

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1 Crónicas 12:1-22

Guerreros que se unieron a David

Estos fueron los guerreros que se unieron a David en Siclag cuando este se encontraba desterrado por causa de Saúl, hijo de Quis. Ellos lo ayudaron en tiempos de guerra. Eran arqueros que podían lanzar piedras y disparar flechas con ambas manos. De los benjamitas parientes de Saúl:

el jefe Ajiezer y Joás, que eran hijos de Semá de Guibeá;

Jeziel y Pélet hijos de Azmávet;

Beracá y Jehú, oriundos de Anatot; Ismaías, el gabaonita, que era uno de los treinta guerreros y jefe de ellos;

Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad de Guederá, Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías, el harufita;

los coreítas Elcaná, Isías, Azarel, Joezer y Yasobeán,

Joelá y Zebadías, hijos de Jeroán, oriundos de Guedor.

También algunos de los gaditas se unieron a David cuando se encontraba en la fortaleza del desierto. Eran guerreros valientes, preparados para la guerra, hábiles en el manejo del escudo y de la lanza, feroces como leones y veloces como gacelas monteses.

Se llamaban: Ezer, el primero;

Abdías, el segundo; Eliab, el tercero;

Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto;

Atay, el sexto; Eliel, el séptimo;

Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno;

Jeremías, el décimo, y Macbanay, el undécimo.

Estos gaditas eran jefes del ejército; el menor de ellos valía por cien, y el mayor, por mil. Fueron ellos quienes atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando el río se desbordó por sus dos riberas, e hicieron huir a los habitantes de los valles hacia el este y el oeste.

También algunos guerreros de las tribus de Benjamín y de Judá se unieron a David en la fortaleza. David salió a su encuentro y les dijo:

—Si vienen en son de paz y para ayudarme, los aceptaré; pero si vienen para entregarme a mis enemigos, ¡que el Dios de nuestros antepasados lo vea y lo castigue, pues yo no soy ningún criminal!

Y el Espíritu vino sobre Amasay, jefe de los treinta, y este exclamó:

«¡Somos tuyos, David!

¡Estamos contigo, hijo de Isaí!

¡Tres veces deseamos la paz

a ti y a quien te brinde su ayuda!

¡Y quien te ayuda es tu Dios!».

David los recibió y los puso entre los jefes de la tropa.

También algunos guerreros de Manasés se unieron a David cuando este iba con los filisteos a luchar contra Saúl. Pero David y sus guerreros no les ayudaron, porque los jefes de los filisteos se reunieron y decidieron despedirlo, pues dijeron: «David se pondrá de parte de su señor Saúl y eso nos costará la cabeza». Estos fueron los manasesitas que se unieron a David cuando este fue a Siclag: Adná, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletay, jefes manasesitas de escuadrones de mil hombres. Ayudaban a David a combatir a las bandas de invasores, pues cada uno de ellos era un guerrero valiente y comandante del ejército. Y cada día se le unían más soldados a David, hasta que llegó a tener un ejército grande, como un ejército de Dios.

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