NĂºmeros 21:4-35, NĂºmeros 22:1-20 NVI

NĂºmeros 21:4-35

La serpiente de bronce

Los israelitas salieron del monte Hor por la ruta del mar Rojo, bordeando el territorio de Edom. En el camino se impacientaron y comenzaron a hablar contra Dios y contra Moisés:

—¿Para qué nos trajeron ustedes de Egipto a morir en este desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua! ¡Ya estamos hartos de esta pésima comida!

Por eso el Señor mandó contra ellos serpientes venenosas, para que los mordieran, y muchos israelitas murieron. El pueblo se acercó entonces a Moisés y dijo:

—Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Ruégale al Señor que nos quite esas serpientes.

Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo:

—Hazte una serpiente y ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán.

Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Los que eran mordidos miraban a la serpiente de bronce y vivían.

En camino a Moab

Los israelitas se pusieron en marcha y acamparon en Obot. De allí partieron y acamparon en Iyé Abarín, que está en el desierto, al este de Moab. De allí partieron y acamparon en el valle de Zéred. De allí partieron y acamparon al otro lado del río Arnón, que está en el desierto que se extiende desde el territorio de los amorreos. El río Arnón sirve de frontera entre el territorio de los moabitas y el de los amorreos. Por eso puede leerse en el libro de las guerras del Señor:

«…pasamos por Vaheb, en Sufá,

por los valles y el Arnón; la ladera de los valles

que se extienden hasta la región de Ar

y la frontera de Moab».

De allí continuaron hasta Ber, el pozo donde el Señor dijo a Moisés: «Reúne al pueblo y les daré agua».

En esa ocasión Israel entonó este cántico:

«¡Que brote agua del pozo!

¡Canten en su honor!

¡Pozo que cavaron los príncipes,

y que los nobles del pueblo abrieron con sus cetros y bastones de mando!».

Desde el desierto se dirigieron a Mataná; de Mataná a Najaliel, de Najaliel a Bamot, y de Bamot al valle que está en la región de Moab, hasta la cumbre del monte Pisgá, desde donde puede verse el desierto de Jesimón.

Victoria sobre Sijón

Israel envió mensajeros a Sijón, rey de los amorreos, con este mensaje:

«Te pido que nos dejes pasar por tu territorio. Te prometo que no entraremos en ningún campo ni viña, ni beberemos agua de ningún pozo. Nos limitaremos a pasar por el camino real, hasta que salgamos de tu territorio».

Pero Sijón no dejó que los israelitas pasaran por su territorio. Más bien, reunió a sus tropas y salió a hacerles frente en el desierto. Cuando llegó a Yahaza, los atacó. Pero los israelitas lo derrotaron y se apoderaron de su territorio, desde el río Arnón hasta el río Jaboc, es decir, hasta la frontera de los amonitas, la cual estaba fortificada. Israel se apoderó de todas las ciudades amorreas y se estableció en ellas, incluso en Hesbón y en todas sus aldeas. Hesbón era la ciudad capital de Sijón, rey de los amorreos, quien había luchado en contra del anterior rey de Moab, conquistando todo su territorio, hasta el río Arnón.

Por eso dicen los poetas:

«Vengan a Hesbón, la ciudad de Sijón.

¡Reconstrúyanla! ¡Restáurenla!

»Porque de Hesbón ha salido fuego;

de la ciudad de Sijón salieron llamas.

¡Y consumieron a Ar de Moab

y los que habitan las alturas del Arnón!

¡Ay de ti, Moab!

¡Estás destruido, pueblo de Quemós!

Tu dios convirtió a tus hijos en fugitivos

y a tus hijas en prisioneras de Sijón,

rey de los amorreos.

»Los hemos destruido por completo,

desde Hesbón hasta Dibón.

Los devastamos hasta Nofa,

¡los destruimos hasta Medeba!».

Así fue como Israel se estableció en la tierra de los amorreos.

Victoria sobre el rey Og de Basán

Moisés también envió a explorar la ciudad de Jazer, y los israelitas se apoderaron de sus aldeas, expulsando a los amorreos que vivían allí. Al volver, tomaron el camino de Basán; entonces el rey Og, que gobernaba ese país, salió con su ejército para hacerles frente en Edrey.

Pero el Señor dijo a Moisés: «No le tengas miedo, porque voy a entregar en tus manos a Og con su ejército y su territorio. Harás con él lo mismo que hiciste con Sijón, el rey de los amorreos que vivía en Hesbón».

Así fue como los israelitas mataron a Og, a sus hijos y a todo su ejército, hasta no dejar sobreviviente, y se apoderaron de su territorio.

Read More of NĂºmeros 21

NĂºmeros 22:1-20

Balac manda llamar a Balán

Los israelitas se pusieron otra vez en marcha y acamparon en las llanuras de Moab, al otro lado del Jordán, a la altura de Jericó.

Cuando Balac, hijo de Zipor, se dio cuenta de todo lo que Israel había hecho con los amorreos, los moabitas sintieron mucho miedo de los israelitas. Estaban verdaderamente aterrorizados de ellos, porque eran muchísimos.

Entonces dijeron los moabitas a los jefes de Madián: «¡Esta muchedumbre devorará todo lo que hay a nuestro alrededor, como cuando el ganado devora la hierba del campo!».

En aquel tiempo, Balac, hijo de Zipor, era rey de Moab; así que mandó llamar a Balán, hijo de Beor, quien vivía en Petor, a orillas del río Éufrates, en la tierra de los amavitas.22:5 de los amavitas. Alt. de los hijos de su pueblo. Balac mandó a decirle:

«Hay un pueblo que salió de Egipto, y que ahora cubre toda la tierra y ha venido a asentarse cerca de mí. Te ruego que vengas y maldigas por mí a este pueblo, porque es más poderoso que yo. Tal vez así pueda yo vencerlos y echarlos fuera del país. Yo sé que a quien tú bendices queda bendito y a quien tú maldices queda maldito».

Los jefes de Moab y de Madián fueron a dar a Balán el mensaje que Balac enviaba y llevaron consigo dinero para pagarle sus adivinaciones.

Balán los invitó a pasar allí la noche, prometiendo comunicarles después lo que el Señor dijera. Y los oficiales se quedaron con él.

Dios apareció a Balán y dijo:

—¿Quiénes son estos hombres que están contigo?

Balán respondió:

—Son los mensajeros que envió Balac, hijo de Zipor, que es el rey de Moab. Los envió a decirme: “Un pueblo que salió de Egipto cubre ahora toda la tierra. Ven a maldecirlos por mí. Tal vez así pueda yo luchar contra ellos y echarlos fuera de mi territorio”.

Pero Dios dijo a Balán:

—No irás con ellos ni pronunciarás ninguna maldición sobre los israelitas, porque son un pueblo bendito.

La mañana siguiente Balán se levantó y dijo a los oficiales enviados por Balac: «Regresen a su tierra, porque el Señor no quiere que yo vaya con ustedes».

Los oficiales moabitas regresaron adonde estaba Balac y dijeron: «Balán no quiere venir con nosotros».

Balac envió entonces a otros oficiales, más numerosos y distinguidos que los primeros, quienes fueron y dijeron a Balán:

—Esto es lo que dice Balac, hijo de Zipor: No permitas que nada te impida venir a verme, porque yo te recompensaré con creces y haré todo lo que tú me pidas. Te ruego que vengas y maldigas por mí a este pueblo.

Pero Balán respondió a los siervos de Balac:

—Aun si Balac me diera su palacio lleno de oro y de plata, yo no podría hacer nada grande ni pequeño, sino ajustarme al mandamiento del Señor mi Dios. Ustedes pueden también quedarse aquí esta noche, mientras yo averiguo si el Señor quiere decirme alguna otra cosa.

Aquella noche Dios se apareció a Balán y dijo: «Ya que estos hombres han venido a llamarte, ve con ellos, pero solo harás lo que yo te ordene».

Read More of NĂºmeros 22