Mateo 20:20-34
Jesús enseña sobre el verdadero servicio
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó juntamente con ellos a Jesús y, arrodillándose, le pidió un favor.
―¿Qué quieres? —le preguntó Jesús.
―Ordena que en tu reino uno de estos dos hijos míos se siente a tu derecha y el otro, a tu izquierda.
―Ustedes no saben lo que están pidiendo —les respondió Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber?
―Sí, podemos.
―Ciertamente beberán de mi copa —les dijo Jesús—, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí decidirlo. Eso ya lo ha decidido mi Padre.
Cuando lo oyeron los otros diez, se enojaron con los dos hermanos. Jesús los llamó y les dijo:
―Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a sus pueblos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor. Y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás. Ni siquiera el Hijo del hombre vino para que le sirvieran, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
Jesús sana a dos ciegos en Jericó
Una gran cantidad de personas seguía a Jesús cuando él salía de Jericó con sus discípulos. Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que pasaba Jesús, gritaron:
―¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
La gente los reprendía para que se callaran, pero ellos gritaban con más fuerza:
―¡Señor, Hijo de David, ten compasión de nosotros!
Jesús se detuvo y los llamó.
―¿Qué quieren que haga por ustedes?
―Señor, queremos recibir la vista.
Jesús sintió compasión de ellos y les tocó los ojos. Al instante recobraron la vista y lo siguieron.