Mateo 13:36-58
Jesús explica la parábola de la mala hierba
Una vez que se despidió de toda la gente, entró en la casa. Se acercaron sus discípulos y le pidieron:
―Explícanos la parábola de la mala hierba del campo.
―El que sembró la buena semilla es el Hijo del hombre —les respondió Jesús—. El campo es el mundo, y la buena semilla representa a los que pertenecen al reino. La mala hierba son los que pertenecen al maligno, y el enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
»Así como se recoge la mala hierba y se quema en el fuego, ocurrirá también al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los malvados y los que hacen que otros también practiquen la maldad. Los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y mucho sufrimiento. Entonces los justos brillarán en el reino de su Padre como el sol. El que tenga oídos, que oiga.
Las parábolas del tesoro escondido y de la perla
»El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder y, lleno de alegría, fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo.
»También se parece el reino de los cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. Cuando encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
La parábola de la red
»También se parece el reino de los cielos a una red echada al lago, que atrapa peces de toda clase. Cuando se llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan y recogen en canastas los peces buenos, y desechan los malos. Así será al fin del mundo. Vendrán los ángeles y apartarán de los justos a los malvados. Luego los arrojarán al horno encendido, donde habrá llanto y mucho sufrimiento.
―¿Han entendido todo esto? —les preguntó Jesús.
―Sí —respondieron ellos.
Entonces concluyó Jesús:
―Todo maestro de la Ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos.
Jesús es rechazado en su tierra
Cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, se fue de allí. Al llegar a su pueblo, comenzó a enseñar a la gente en la sinagoga.
―¿De dónde sacó este tal sabiduría y tales poderes milagrosos? —decían maravillados—. ¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están con nosotros todas sus hermanas? ¿Así que de dónde sacó todas estas cosas?
Y se sentían ofendidos a causa de él. Pero Jesús les dijo:
―En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra y en su propia casa.
Y, por la falta de fe de ellos, no hizo allí muchos milagros.