Lucas 4:14-37 NVI

Lucas 4:14-37

Jesús es rechazado en su tierra

Jesús regresó a Galilea lleno del poder del Espíritu, y se extendió su fama por toda aquella región. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo admiraban.

Fue a Nazaret, donde se había criado, y un sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre. Se levantó para hacer la lectura, y le entregaron el libro del profeta Isaías. Al desenrollarlo, encontró el lugar donde está escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre mí.

Me ha ungido para anunciar

buenas noticias a los pobres.

Me ha enviado a anunciar libertad a los cautivos

y dar vista a los ciegos.

Me ha enviado a poner en libertad a los oprimidos,

y a anunciar el año elegido por el Señor

para dar salvación».

Luego cerró el libro, se lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga lo miraban detenidamente. Y él comenzó a hablarles: «Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes».

Todos dieron su aprobación, impresionados por las hermosas palabras que salían de su boca. «¿No es este el hijo de José?», se preguntaban.

Jesús continuó: «Seguramente ustedes me van a citar el proverbio: “¡Médico, cúrate a ti mismo! Haz aquí en tu tierra lo que hemos oído que hiciste en Capernaúm”. Pues bien, les aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su propia tierra. En tiempos de Elías, el cielo se cerró, y por tres años y medio no llovió. Por eso hubo una gran hambre en toda la tierra. No cabe duda de que muchas viudas vivían en Israel en ese momento. Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una viuda de Sarepta, en los alrededores de Sidón. Así mismo, había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado, sino Naamán el sirio».

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron. Se levantaron y lo echaron fuera del pueblo. Luego lo llevaron hasta la cumbre de la colina sobre la que estaba construido el pueblo. Querían tirarlo por el precipicio. Pero él pasó por en medio de ellos y se fue.

Jesús echa fuera a un espíritu maligno

Jesús bajó a Capernaúm, un pueblo de Galilea, y el día sábado enseñaba a la gente. Estaban asombrados de su enseñanza, porque les hablaba con autoridad.

Había en la sinagoga un hombre que era controlado por un espíritu maligno. El espíritu gritó con todas sus fuerzas:

―¡Ah! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!

―¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre!

Entonces el demonio derribó al hombre en medio de la gente y salió de él sin hacerle ningún daño.

Todos se asustaron y se decían unos a otros: «¿Qué clase de palabra es esta? ¡Con autoridad y poder les da órdenes a los espíritus malignos, y salen!». Y se extendió su fama por todo aquel lugar.

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