Job 30:1-31, Job 31:1-40, Job 32:1-22 NVI

Job 30:1-31

»¡Y ahora resulta que de mí se burlan

jovencitos a cuyos padres no habría puesto

ni con mis perros ovejeros!

¿De qué me habría servido la fuerza de sus manos,

si no tenían ya fuerza para nada?

Retorciéndose de hambre y de necesidad,

rondaban30:3 rondaban. Alt. roían. en la noche por tierras desoladas,

por páramos deshabitados.

En los matorrales arrancaban hierbas amargas

y comían30:4 comían. Alt. se calentaban con. raíces de retama.

Habían sido excluidos de la comunidad,

acusados a gritos como ladrones.

Se vieron obligados a vivir

en el lecho de los arroyos secos,

entre las grietas y en las cuevas.

Bramaban entre los matorrales,

se amontonaban entre la maleza.

Gente vil, generación infame,

fueron expulsados de la tierra.

»¡Y ahora resulta que soy tema de sus parodias!

¡Me he vuelto su hazmerreír!

Les doy asco y se alejan de mí;

no vacilan en escupirme en la cara.

Ahora que Dios me ha humillado por completo,

no se refrenan en mi presencia.

A mi derecha, me ataca el populacho;30:12 populacho. Palabra de difícil traducción.

tienden trampas a mis pies

y levantan rampas de asalto para atacarme.

Han irrumpido en mi camino;

sin ayuda de nadie han logrado destruirme.30:13 sin ayuda … destruirme. Alt. han logrado destruirme, y dicen: “Nadie puede ayudarlo”.

Avanzan como a través de una ancha brecha;

irrumpen entre las ruinas.

El terror me ha sobrecogido;

mi dignidad se esfuma como el viento,

¡mi salvación se desvanece como las nubes!

»Y ahora la vida se me escapa;

me oprimen los días de sufrimiento.

La noche me taladra los huesos;

el dolor que me corroe no tiene fin.

Como con un manto, Dios me envuelve con su poder;

me ahoga como el cuello de mi ropa.

Me arroja con fuerza en el fango

y me reduce a polvo y ceniza.

»A ti clamo, Dios, pero no me respondes;

me hago presente, pero tú apenas me miras.

Implacable, te vuelves contra mí;

con el poder de tu brazo me atacas.

Me arrebatas, me lanzas al30:22 me lanzas al. Lit. me haces cabalgar sobre el. viento;

me arrojas al ojo de la tormenta.

Sé muy bien que me llevas a la muerte,

a la morada final de todos los vivientes.

»Pero nadie golpea al que está derrotado,

al que en su angustia reclama auxilio.

¿Acaso no he llorado por los que sufren?

¿No me he condolido por los pobres?

Cuando esperaba lo bueno, vino lo malo;

cuando buscaba la luz, vinieron las sombras.

No cesa la agitación que me invade;

me enfrento a días de sufrimiento.

Ando apesadumbrado, pero no a causa del sol;

me presento en la asamblea y pido ayuda.

He llegado a ser hermano de los chacales,

compañero de los avestruces.

La piel se me ha requemado y se me cae;

el cuerpo me arde por la fiebre.

El tono de mi arpa es de lamento;

el son de mi flauta es de tristeza.

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Job 31:1-40

»Yo había convenido con mis ojos

no mirar con lujuria a ninguna mujer joven.31:1 mujer joven. Lit. virgen.

¿Qué se recibe del Dios de lo alto?

¿Qué se hereda del Todopoderoso en las alturas?

¿No es acaso la ruina para los malvados

y el desastre para los malhechores?

¿Acaso no se fija Dios en mis caminos

y toma en cuenta todos mis pasos?

»Si he andado en malos pasos

o mis pies han corrido tras la mentira,

¡que Dios me pese en una balanza justa

y así comprobará mi integridad!

Si mis pies se han apartado del camino

o mi corazón se ha dejado llevar por mis ojos

o mis manos se han llenado de ignominia,

¡que se coman otros lo que yo he sembrado

y que sean destruidas mis cosechas!

»Si por alguna mujer me he dejado seducir,

si a las puertas de mi prójimo he estado al acecho,

¡que mi esposa muela el grano de otro hombre

y que otros hombres se acuesten con ella!

Eso habría sido una infamia,

¡un pecado que tendría que ser juzgado!

¡Habría sido un incendio destructor!31:12 destructor. Lit. Abadón.

¡Habría arrancado mi cosecha de raíz!

»Si me negué a hacerles justicia

a mis siervos y a mis siervas

cuando tuvieron queja contra mí,

¿qué haré cuando Dios me llame a cuentas?

¿qué responderé cuando me haga comparecer?

El mismo Dios que me formó en el vientre

fue el que los formó también a ellos;

nos dio forma en el seno materno.

»Jamás he desoído los ruegos de los pobres

ni he dejado que las viudas desfallezcan;

jamás el pan me lo he comido solo,

sin querer compartirlo con los huérfanos.

Desde mi juventud he sido un padre para ellos;

a las viudas las he guiado desde mi nacimiento.

Si he dejado que alguien muera por falta de vestido

o que un necesitado no tenga qué ponerse;

si este no me ha bendecido de corazón

por haberlo abrigado con lana de mis rebaños;

o si he levantado contra el huérfano mi mano

por contar con influencias en los tribunales,31:21 en los tribunales. Lit. en la puerta (de la ciudad).

¡que los brazos se me caigan de los hombros!,

¡que se me zafen de sus articulaciones!

Siempre he sido temeroso del castigo de Dios;

¡ante su majestad no podría resistir!

»¿Acaso he puesto en el oro mi confianza

o he dicho al oro puro: “En ti confío”?

¿Me he ufanado de mi gran fortuna,

de las riquezas amasadas con mis manos?

¿He admirado acaso el esplendor del sol

o el avance esplendoroso de la luna,

como para rendirles culto en lo secreto

y enviarles un beso con la mano?

¡También este pecado tendría que ser juzgado,

pues habría yo traicionado al Dios de las alturas!

»¿Acaso me he alegrado de la ruina de mi enemigo?

¿Acaso he celebrado su desgracia?

¡Jamás he permitido que mi boca peque

pidiendo que le vaya mal!

¿Quién bajo mi techo no sació su hambre

con los manjares de mi mesa?

Jamás mis puertas se cerraron al viajero;

jamás un extraño pasó la noche en la calle.

Jamás he ocultado mi pecado como el común de la gente,31:33 como el común de la gente. Alt. como Adán.

ni he mantenido mi culpa en secreto

por miedo al qué dirán.

Jamás me he quedado en silencio y encerrado

por miedo al desprecio de mis parientes.

»¡Cómo quisiera que Dios me escuchara!

Estampo aquí mi firma;

que me responda el Todopoderoso.

Que mi acusador ponga su denuncia por escrito.

Llevaré esa acusación sobre mis hombros;

me la pondré como diadema.

Le daré cuenta de cada uno de mis pasos,

como quien se presenta ante su gobernante.

»Si mis tierras claman contra mí

y todos sus surcos se inundan en llanto;

si he tomado la cosecha de alguien sin pagarle

o quebrantado el ánimo de sus dueños,

¡que nazcan en mi tierra zarzas en vez de trigo

y maleza en vez de cebada!».

Con esto Job dio por terminado su discurso.

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Job 32:1-22

Intervención de Eliú

Al ver los tres amigos de Job que este se consideraba un hombre justo, dejaron de responderle. Pero Eliú, hijo de Baraquel de Buz, de la familia de Ram, se enojó mucho con Job, porque se justificaba más a sí mismo que a Dios. También se enojó con los tres amigos porque no habían logrado refutar a Job y sin embargo lo habían condenado. Ahora bien, Eliú había estado esperando antes de dirigirse a Job, porque ellos eran mayores de edad; pero, al ver que los tres amigos no tenían ya nada que decir, se encendió su enojo.

Y habló Eliú, hijo de Baraquel de Buz:

Primer discurso de Eliú

«Yo soy muy joven

y ustedes ancianos,

por eso me sentía muy temeroso

de expresarles mi opinión.

Y me dije: “Que hable la voz de la experiencia;

que demuestren los ancianos su sabiduría”.

Pero lo que da entendimiento al hombre es el espíritu32:8 espíritu. Alt. Espíritu; también en v. 18. que en él habita;

¡es el aliento del Todopoderoso!

No son los ancianos32:9 ancianos. Alt. muchos, o grandes. los únicos sabios

ni es la edad la que hace entender lo que es justo.

»Les ruego, por tanto, que me escuchen,

pues yo también tengo que expresarles mi opinión.

Mientras hablaban, me propuse esperar

y escuchar sus razonamientos;

mientras buscaban las palabras,

les presté toda mi atención.

Pero no han podido probar que Job esté equivocado;

ninguno ha respondido a sus argumentos.

No vayan a decirme: “Hemos hallado la sabiduría;

que lo refute Dios y no los hombres”.

Ni Job se ha dirigido a mí

ni yo he de responderle como ustedes.

»Job, tus amigos están desconcertados;

no pueden responder, les faltan las palabras.

¿Y voy a seguir esperando ante su silencio,

ante su falta de respuesta?

Yo también tengo algo que decir

y voy a exponer mi saber.

Palabras no me faltan;

el espíritu que hay en mí me obliga a hablar.

Estoy como vino embotellado

en odre nuevo a punto de estallar.

Tengo que hablar y desahogarme;

tengo que abrir la boca y dar respuesta.

No favoreceré a nadie

ni halagaré a ninguno;

Yo no sé adular a nadie;

si lo hiciera, mi Creador muy pronto me castigaría.

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