Isaías 63:1-19, Isaías 64:1-12, Isaías 65:1-16 NVI

Isaías 63:1-19

El día de la venganza y la redención de Dios

¿Quién es este que viene de Edom,

desde Bosra, con ropas teñidas de rojo?

¿Quién es este de espléndido ropaje,

que avanza63:1 avanza (Vulgata); se inclina (TM y Qumrán). con fuerza arrolladora?

«Soy yo, el que habla con justicia,

el que tiene poder para salvar».

¿Por qué están rojos tus vestidos,

como los del que pisa las uvas en el lagar?

«He pisado el lagar yo solo;

ninguno de los pueblos estuvo conmigo.

Los he pisoteado en mi enojo;

los he aplastado en mi ira.

Su sangre salpicó mis vestidos,

y me manché toda la ropa.

¡Ya tengo planeado el día de la venganza!

¡El año de mi redención ha llegado!

Miré, pero no hubo quien me ayudara,

me asombró que nadie me diera apoyo.

Mi propio brazo me dio la victoria;

mi propia ira me sostuvo.

En mi enojo pisoteé a los pueblos

y los embriagué con la copa de mi ira;

hice correr su sangre sobre la tierra».

Alabanza y oración

Recordaré las misericordias del Señor,

y sus hechos dignos de alabanza,

por todo lo que hizo por nosotros,

por su compasión y gran amor.

¡Sí, por la multitud de cosas buenas

que ha hecho por los descendientes de Israel!

Declaró: «Verdaderamente son mi pueblo,

hijos que no me engañarán».

Así se convirtió en el Salvador de ellos.

Si ellos se angustiaban, él también se angustiaba;

el ángel de su presencia los salvó.63:9 el ángel … salvó. Frases de difícil traducción.

En su amor y misericordia los rescató;

los levantó y los llevó

en los tiempos de antaño.

Pero ellos se rebelaron

y afligieron a su Santo Espíritu.

Por eso se convirtió en su enemigo

y luchó él mismo contra ellos.

Su pueblo recordó los tiempos pasados,

los tiempos de Moisés:

¿Dónde está el que los hizo subir del mar,

con el pastor de su rebaño?

¿Dónde está el que puso

su santo Espíritu entre ellos,

el que hizo que su glorioso brazo

marchara a la derecha de Moisés,

el que separó las aguas a su paso,

para ganarse renombre eterno?

¿Dónde está el que los guio a través del mar profundo,63:13 mar profundo. Lit. abismos.

como a caballo en el desierto,

sin que ellos tropezaran?

El Espíritu del Señor les dio descanso,

como a ganado que pasta en la llanura.

Fue así como guiaste a tu pueblo,

para hacerte un nombre glorioso.

Mira bien desde el cielo;

observa desde tu morada santa y gloriosa.

¿Dónde están tu celo y tu poder?

¡Se nos niega tu abundante compasión y ternura!

Pero tú eres nuestro Padre,

aunque Abraham no nos conozca

ni nos reconozca Israel;

tú, Señor, eres nuestro Padre;

¡tu nombre ha sido siempre «nuestro Redentor»!

¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos

y endureces nuestro corazón para que no te temamos?

Vuelve por amor a tus siervos,

por las tribus que son tu herencia.

Tu pueblo poseyó por un tiempo tu santuario,

pero ahora lo han pisoteado nuestros enemigos.

Estamos como si nunca nos hubieras gobernado,

como si nunca hubiéramos llevado tu nombre.

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Isaías 64:1-12

¡Oh, si rasgaras los cielos y descendieras!

¡Las montañas temblarían ante ti,

como cuando el fuego enciende la leña

y hace que hierva el agua!

Así darías a conocer tu nombre entre tus enemigos,

y ante ti temblarían las naciones.

Hiciste maravillas asombrosas cuando descendiste;

ante tu presencia temblaron las montañas.

Fuera de ti, desde tiempos antiguos

nadie ha escuchado ni percibido,

ni ojo alguno ha visto,

a un Dios que como tú actúe en favor de quienes en él esperan.

Sales al encuentro de los que, alegres,

practican la justicia y recuerdan tus caminos.

Pero te enojas si persistimos

en desviarnos de ellos.64:5 te enojas … de ellos. Frase de difícil traducción.

¿Cómo podremos ser salvos?

Todos somos como gente impura;

todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia.

Todos nos marchitamos como hojas;

nuestras iniquidades nos arrastran como el viento.

Nadie invoca tu nombre

ni se esfuerza por aferrarse a ti.

Pues nos has dado la espalda

y nos has entregado64:7 entregado (LXX, Targum y Siríaca); derretido (TM). en poder de nuestras iniquidades.

A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre;

nosotros somos el barro y tú el alfarero.

Todos somos obra de tu mano.

No te enojes demasiado, Señor;

no te acuerdes siempre de nuestras iniquidades.

¡Considera, por favor,

que todos somos tu pueblo!

Tus ciudades santas han quedado devastadas

y hasta Sión se ha vuelto un desierto;

Jerusalén ha quedado en ruinas.

Nuestro santo y glorioso Templo, donde te alababan nuestros antepasados,

ha sido devorado por el fuego.

Ha quedado en ruinas todo lo que más queríamos.

Ante todo esto, Señor, ¿no vas a hacer nada?

¿Vas a guardar silencio y afligirnos sin medida?

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Isaías 65:1-16

Juicio y salvación

«Me di a conocer a los que no preguntaban por mí;

dejé que me hallaran los que no me buscaban.

A una nación que no invocaba mi nombre,

dije: “¡Aquí estoy, aquí estoy!”.

Todo el día extendí mis manos

hacia un pueblo rebelde,

que va por mal camino,

siguiendo sus propios pensamientos.

Es un pueblo que en mi propia cara

constantemente me provoca;

que ofrece sacrificios en los jardines

y quema incienso sobre ladrillos;

que se sienta entre los sepulcros

y pasa la noche en vigilias secretas;

que come carne de cerdo,

y en sus ollas cocina caldo impuro;

que dice: “¡Manténganse alejados!

¡No se me acerquen!

¡Soy demasiado sagrado para ustedes!”.

Todo esto me fastidia como humo en la nariz;

¡es un fuego que arde todo el día!

»Ante mí ha quedado escrito;

no guardaré silencio.

Les daré su merecido;

lo sufrirán en carne propia,

tanto por las iniquidades de ustedes

como por las de sus antepasados»,

dice el Señor.

«Por cuanto ellos quemaron incienso en las montañas

y me desafiaron en las colinas,

les haré sufrir en carne propia

las consecuencias de sus acciones pasadas».

Así dice el Señor:

«Cuando alguien encuentra un buen racimo de uvas,

dice: “No lo dañen,

porque en él hay bendición”.

Del mismo modo actuaré yo por amor a mis siervos:

No los destruiré a todos.

De Jacob sacaré descendientes,

y de Judá, a los que poseerán mis montañas.

Las heredarán mis elegidos

y allí morarán mis siervos.

Para mi pueblo que me busca,

Sarón será corral de ovejas;

el valle de Acor, corral de vacas.

»Pero a ustedes que abandonan al Señor

y se olvidan de mi monte santo,

que para el dios de la fortuna preparan una mesa

y para el dios del destino sirven vino mezclado,

los destinaré a la espada;

todos ustedes se inclinarán para el degüello.

Porque llamé y no me respondieron,

hablé y no me escucharon.

Más bien, hicieron lo malo ante mis ojos

y optaron por lo que no me agrada».

Por eso, así dice el Señor y Dios:

«Mis siervos comerán,

pero ustedes pasarán hambre;

mis siervos beberán,

pero ustedes sufrirán de sed;

mis siervos se alegrarán,

pero ustedes serán avergonzados.

Mis siervos cantarán

con alegría de corazón,

pero ustedes clamarán

con corazón angustiado;

gemirán con espíritu quebrantado.

Mis escogidos heredarán el nombre de ustedes

como una maldición.

El Señor y Dios les dará muerte,

pero a sus siervos dará un nombre diferente.

Cualquiera que en el país invoque una bendición,

lo hará por el Dios de la verdad;

y cualquiera que jure en esta tierra,

lo hará por el Dios de la verdad.

Las angustias del pasado quedarán en el olvido,

ocultas ante mis ojos.

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