Hebreos 11:17-40
Por la fe Abraham, puesto a prueba, se dispuso a ofrecer a Isaac en sacrificio. El que había recibido las promesas debía ofrecer a su hijo único, aunque Dios le había dicho: «Tu descendencia se formará por medio de tu hijo Isaac». Es que Abraham creía que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos. Por eso, se podría decir que fue como si recobrara a Isaac de entre los muertos.
Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, pues podía ver lo que les esperaba en su futuro.
Por la fe Jacob bendijo a cada uno de los hijos de José. Esto sucedió cuando estaba a punto de morir. Luego, se apoyó en la punta de su bastón y adoró a Dios.
Por la fe José, poco antes de morir, anunció que los israelitas saldrían de Egipto. Incluso dio instrucciones acerca de qué hacer con sus huesos.
Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses. Al ver que era un niño tan hermoso, no tuvieron miedo de la orden del rey.
Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar en ese tiempo los placeres del pecado. Consideró que sufrir por ser fiel al Cristo que vendría era mucho mejor que los tesoros de Egipto. Es que tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe Moisés salió de Egipto sin tenerle miedo al enojo del rey. Pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Dios invisible. Por la fe celebró la Pascua y roció con sangre las puertas de las casas. Por eso, el enviado a matar a los hijos mayores no tocó a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca. Pero, cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron.
Por la fe cayeron las murallas de Jericó. Eso sucedió después de que el pueblo marchó a su alrededor por siete días.
Por la fe la prostituta Rajab recibió amistosamente a los espías. Por eso no murió junto con los desobedientes.
¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Todos ellos por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido. Por la fe cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas. Por la fe escaparon de morir a filo de espada. Convirtieron su debilidad en fortaleza. Lucharon valientemente en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que confiaron en Dios y por eso él resucitó a sus familiares muertos. Otros estaban presos, pero no aceptaron que los dejaran en libertad. Al contrario, prefirieron morir a golpes, porque esperaban alcanzar una mejor resurrección. Otros sufrieron burlas y golpes, e incluso cadenas y cárceles. Fueron apedreados, partidos por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron huyendo de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra. Pasaron necesidades, sufrieron y fueron maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Tuvieron que andar por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas.
Dios habló bien de todos ellos, gracias a la fe. Sin embargo, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Y es que Dios había preparado algo mejor para nosotros. Por eso, no los hizo perfectos antes que a nosotros.