Hechos 9:32-43, Hechos 10:1-23 NVI

Hechos 9:32-43

Eneas y Dorcas

Pedro, que estaba recorriendo toda la región, fue también a visitar a los creyentes que vivían en Lida. Allí encontró a un paralítico llamado Eneas, que llevaba ocho años en cama. «Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama». Y al instante se levantó. Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron y se convirtieron al Señor.

Había en Jope una discípula llamada Tabita. Su nombre griego era Dorcas. Ella se esforzaba en hacer el bien y en ayudar a los pobres. Sucedió que en esos días cayó enferma y murió. Después de lavar el cuerpo, lo pusieron en un cuarto de la planta alta. Los discípulos se enteraron de que Pedro estaba en Lida, cerca de Jope. Entonces enviaron a dos hombres a rogarle: «¡Por favor, venga usted en seguida a visitarnos!».

Sin demora, Pedro se fue con ellos y, cuando llegó, lo llevaron al cuarto de arriba. Todas las viudas se acercaron a Pedro llorando. Le mostraban las túnicas y vestidos que Dorcas había hecho cuando aún estaba con ellas.

Pedro hizo que todos salieran del cuarto; luego se puso de rodillas y oró. Volviéndose hacia la muerta, dijo: «Tabita, levántate». Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, tomándola de la mano, la levantó. Luego llamó a los creyentes y a las viudas, a quienes la presentó viva. La noticia corrió por todo Jope, y muchos creyeron en el Señor. Pedro se quedó en Jope un buen tiempo, en casa de un tal Simón, que era curtidor.

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Hechos 10:1-23

Cornelio manda llamar a Pedro

Vivía en Cesarea un capitán del ejército romano llamado Cornelio, del regimiento conocido como el Italiano. Él y toda su familia amaban y obedecían a Dios. Cornelio ayudaba a los judíos pobres y oraba a Dios constantemente. Un día, como a las tres de la tarde, tuvo una visión. Vio claramente a un ángel de Dios que se le acercaba y le decía:

―¡Cornelio!

―¿Qué quieres, Señor? —le preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo.

―Dios ha escuchado tus oraciones y ha visto cómo ayudas a los pobres —le contestó el ángel—. Envía de inmediato a algunos hombres a Jope para que hagan venir a un tal Simón, apodado Pedro. Él se hospeda con Simón el curtidor, que tiene su casa junto al mar.

Después de que se fue el ángel que le había hablado, Cornelio llamó a dos de sus siervos y a un soldado que amaba a Dios y era de los que le servían regularmente. Les explicó todo lo que había sucedido y los envió a Jope.

Pedro tiene una visión

Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la parte alta de la casa a orar. Era casi el mediodía, y sintió hambre. Mientras le preparaban algo de comer, tuvo una visión. Vio el cielo abierto y algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, bajaba hacia la tierra. En ella había toda clase de cuadrúpedos, como también reptiles y aves.

―Levántate, Pedro; mata y come —le dijo una voz.

―¡De ninguna manera, Señor! —respondió Pedro—. Jamás he comido algo impuro o prohibido por nuestra Ley.

Por segunda vez le insistió la voz:

―Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro.

Esto sucedió tres veces, y en seguida la sábana fue recogida al cielo.

Pedro no atinaba a explicarse cuál podría ser el significado de la visión. Mientras tanto, los hombres enviados por Cornelio, que estaban preguntando por la casa de Simón, se presentaron a la puerta. Llamando, averiguaron si allí se hospedaba Simón, apodado Pedro.

Mientras Pedro seguía pensando en el significado de la visión, el Espíritu le dijo: «Mira, tres hombres te buscan. Date prisa, baja y no dudes en ir con ellos, porque yo los he enviado».

Pedro bajó y les dijo a los hombres:

―Aquí estoy; yo soy el que ustedes buscan. ¿Qué asunto los ha traído por acá?

Ellos le contestaron:

―Venimos de parte del capitán Cornelio, un hombre justo y que adora a Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dijo que tenía que invitarlo a usted a su casa, porque usted tiene algo que decirle.

Entonces Pedro los invitó a pasar y los hospedó.

Pedro en casa de Cornelio

Al día siguiente, Pedro se fue con ellos acompañado de algunos creyentes de Jope.

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