2 Samuel 3:22-39, 2 Samuel 4:1-12, 2 Samuel 5:1-5 NVI

2 Samuel 3:22-39

Joab asesina a Abner

Ahora bien, los soldados de David regresaban con Joab de una de sus campañas y traían un gran botín. Abner ya no estaba con David en Hebrón, pues David lo había despedido y él se había ido en paz. Cuando llegó Joab con la tropa que lo acompañaba, le notificaron que Abner, hijo de Ner, había visitado al rey y que el rey lo había dejado ir en paz.

Por tanto, Joab fue a ver al rey y le dijo: «¿Qué ha hecho usted? Abner vino a verlo, ¿por qué lo dejó ir? Ahora ya se ha ido. ¡Usted lo conoce! Lo más seguro es que haya venido con engaño para averiguar qué planes tiene, y para enterarse de todo lo que usted está haciendo».

En cuanto Joab salió de hablar con David, envió mensajeros tras Abner, los cuales lo hicieron volver del pozo de Sira. Pero de esto Joab no dijo nada a David. Cuando Abner regresó a Hebrón, Joab lo llevó aparte a la entrada de la ciudad, como para hablar con él en privado. Allí lo apuñaló en el vientre y Abner murió. Así Joab se vengó de la muerte de su hermano Asael.

Algún tiempo después, David se enteró de esto y declaró: «Hago constar ante el Señor que mi reino y yo somos totalmente inocentes de la muerte de Abner, hijo de Ner. ¡Los responsables de su muerte son Joab y toda su familia! ¡Que nunca falte en la familia de Joab alguien que sufra de hemorragia o una enfermedad en la piel, o que use muletas, o que muera violentamente, o que pase hambre!».

Joab y su hermano Abisay asesinaron a Abner porque en la batalla de Gabaón él había matado a Asael, hermano de ellos.

David ordenó a Joab y a todos los que estaban con él: «Rásguense las vestiduras, vístanse de luto y hagan duelo por Abner». El rey David en persona marchó detrás del féretro y Abner fue enterrado en Hebrón. Junto a la tumba, el rey lloró a gritos y todo el pueblo lloró con él.

Entonces el rey compuso este lamento por Abner:

«¿Por qué tenía que morir Abner

como mueren los canallas?

¡No tenías atadas las manos

ni te habían encadenado los pies!

¡Caíste como el que cae

en manos de criminales!».

Y el pueblo lloró aún más.

Todos se acercaron a David y le rogaron que comiera algo mientras todavía era de día, pero él hizo este juramento: «¡Que Dios me castigue sin piedad si pruebo pan o algún otro alimento antes de que se ponga el sol!».

La gente prestó atención y a todos les pareció bien. En realidad, todo lo que hacía el rey les agradaba. Aquel día todo el pueblo y todo Israel reconocieron que el rey no había sido responsable de la muerte de Abner, hijo de Ner.

El rey también dijo a su gente: «¿No se dan cuenta de que hoy ha muerto en Israel un comandante y hombre extraordinario? En cuanto a mí, aunque me han ungido rey, soy todavía débil; no puedo hacerles frente a estos hijos de Sarvia. ¡Que el Señor pague al malhechor según sus malas obras!».

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2 Samuel 4:1-12

Asesinato de Isboset

Cuando Isboset, hijo de Saúl, se enteró que Abner había muerto en Hebrón, se acobardó y con él todo Israel. Isboset contaba con dos sujetos que lideraban bandas armadas. Uno de ellos se llamaba Baná y el otro, Recab; ambos eran hijos de Rimón el berotita y pertenecían a la tribu de Benjamín. Berot se consideraba parte de Benjamín, pues los habitantes de Berot se habían refugiado en Guitayin, donde hasta la fecha residen.

Por otra parte, Jonatán, hijo de Saúl, tenía un hijo de cinco años, llamado Mefiboset, que estaba tullido. Resulta que, cuando de Jezrel llegó la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán, su nodriza lo cargó para huir; pero con el apuro, se le cayó y por eso quedó cojo.

Ahora bien, Recab y Baná, los hijos de Rimón el berotita, partieron para la casa de Isboset y llegaron en pleno calor del día, cuando él dormía la siesta. Con el pretexto de sacar un poco de trigo, Recab y su hermano Baná entraron al interior de la casa y allí mismo lo apuñalaron en el vientre. Después de eso, escaparon.

Se habían metido en la casa mientras Isboset estaba en la alcoba, acostado en su cama. Lo mataron a puñaladas, luego le cortaron la cabeza y se la llevaron. Caminaron toda la noche por el Arabá y, al llegar a Hebrón, entregaron a David la cabeza de Isboset y le dijeron al rey:

—Aquí traemos la cabeza de Isboset, hijo de su enemigo Saúl, que intentó matarlo a usted. El Señor ha vengado hoy a mi señor el rey por lo que Saúl y su descendencia hicieron.

Pero David respondió a Recab y a Baná, los hijos de Rimón el berotita:

—El Señor me ha librado de todas mis angustias y, tan cierto como que él vive, les aseguro que quien me anunció la muerte de Saúl se imaginaba que me traía buenas noticias, ¡pero la recompensa que le di por tan “buenas noticias” fue apresarlo y matarlo en Siclag! ¡Y con mayor razón castigaré a los malvados que han dado muerte a un inocente mientras este dormía en su propia cama! ¿Acaso no voy a vengar su muerte exterminándolos a ustedes de la tierra?

Entonces David ordenó a sus soldados que los mataran y que además les cortaran las manos y los pies, y colgaran sus cuerpos junto al estanque de Hebrón. En cambio, la cabeza de Isboset la enterraron en Hebrón, en el sepulcro de Abner.

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2 Samuel 5:1-5

David es ungido rey de Israel

5:1-31Cr 11:1-3

Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón para hablar con David. Le dijeron: «Nosotros somos de la misma sangre. Ya desde antes, cuando Saúl era nuestro rey, usted dirigía a Israel en sus campañas. Además el Señor le dijo a usted: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel y lo gobernarás”».

Así pues, todos los jefes de Israel fueron a Hebrón para hablar con el rey David. Allí el rey hizo un pacto con ellos en presencia del Señor. Después de eso, ungieron a David para que fuera rey sobre Israel.

David tenía treinta años cuando comenzó a reinar y reinó cuarenta años. Durante siete años y seis meses fue rey de Judá en Hebrón; luego reinó en Jerusalén sobre todo Israel y Judá durante treinta y tres años.

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