1 Pedro 1:1-25, 1 Pedro 2:1-3 NVI

1 Pedro 1:1-25

Saludo

Los saluda Pedro, apóstol de Jesucristo.

Dirijo esta carta a ustedes, los elegidos, que viven como extranjeros en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. Según el plan de Dios el Padre, ustedes fueron elegidos por medio del Espíritu, quien nos apartó para ser parte de su pueblo. Y así cuando Jesucristo derramó su sangre en la cruz, nos limpió de pecado y pudimos obedecerlo.

Le pido a Dios que les permita gozar de su inmerecido amor y de su paz.

Alabemos a Dios

¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nuevas personas y nos ha dado seguridad de que recibiremos sus promesas. Es como si nos hubiera hecho nacer de nuevo, y eso lo hizo por medio de la resurrección de Jesucristo. Así que Dios nos dará algo que no se destruye ni se mancha ni se envejece. Ese regalo está reservado para ustedes en el cielo. El poder de Dios los protege a ustedes, porque pusieron su confianza en él. Y será así hasta que llegue la salvación que se dará a conocer en los últimos tiempos. Esto es para ustedes motivo de gran alegría, aunque ahora, por algún tiempo, tengan que sufrir muchas dificultades. El oro, aunque no dura para siempre, se prueba por medio del fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, tiene que pasar por el fuego de las dificultades. De esta manera se demostrará cuánto confían en Dios. Su fe recibirá entonces la aprobación de Jesucristo cuando aparezca de nuevo. Y recibirán no solo aprobación, sino gloria y honor. Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que no lo han visto. Aunque no lo ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo tan grande y maravilloso que no se puede describir con palabras. Ustedes tienen alegría porque están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.

Los profetas, que anunciaron la salvación reservada para ustedes, la estudiaron cuidadosamente. Querían descubrir a qué tiempo y a cuáles circunstancias se refería el Espíritu de Cristo. Ya desde antes, el Espíritu que estaba en ellos anunció que Cristo sufriría mucho, pero que después tendría gran gloria. A esos profetas se les hizo saber que anunciaban algo que no era para ellos, sino para ustedes. Hablaban de las cosas que ahora les han anunciado a ustedes los que les predicaron la buena noticia. Hablaban por medio del Espíritu Santo enviado del cielo. Estas son cosas que aun los mismos ángeles quisieran poder ver.

Sean santos

Por eso, prepárense para actuar con inteligencia. Tengan dominio propio. Pongan su confianza completamente en la salvación que se les dará cuando regrese Jesucristo. Cuando ustedes vivían en la ignorancia, se dejaban controlar por sus malos deseos. Pero ahora, como hijos obedientes, no deben vivir así. Más bien, vivan alejados del mal, porque Dios los llamó para ser santos como él es santo. Pues las Escrituras dicen: «Sean santos, porque yo soy santo». Ustedes llaman Padre al Dios que juzga por igual las acciones de cada uno. Por eso deben ser humildes y obedientes mientras vivan en este mundo como si fueran extranjeros. Como bien saben, ustedes fueron rescatados de una vida sin propósito, y esa vida la heredaron de sus antepasados. El precio de su rescate no se pagó con cosas que no duran, como el oro o la plata. Se pagó con la preciosa sangre de Cristo, que se sacrificó en la cruz como si fuera un cordero sin defecto alguno. Dios eligió a Cristo desde antes de la creación del mundo. Pero, para el bien de ustedes, Cristo se apareció en estos últimos tiempos. Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y le dio gloria. Es por eso que la fe de ustedes y su confianza están puestas en Dios.

Ustedes han aceptado el verdadero mensaje de Dios, y por eso él los ha limpiado de pecado. Ahora aman con amor sincero a sus hermanos en la fe. Así que ámense de todo corazón los unos a los otros. Pues ustedes son nuevas personas, como si hubieran nacido de nuevo, no de padres humanos, sino que el mensaje de Dios los transformó. Este mensaje nunca muere, sino que vive y permanece para siempre. Pues las Escrituras dicen:

«Toda persona es como la hierba,

y toda su gloria es como la flor del campo.

La hierba se seca y la flor se cae,

pero el mensaje del Señor permanece para siempre».

Y este es el mensaje de la buena noticia que se les ha anunciado a ustedes.

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1 Pedro 2:1-3

Por lo tanto, abandonen toda maldad y todo engaño, hipocresía y envidia. No digan mentiras acerca de otra persona. Los niños recién nacidos desean con fuerza la leche pura que los hará crecer. Busquen ustedes todo lo que es bueno, para que crezcan espiritualmente y disfruten su salvación. Sigan este consejo ahora que han probado lo bueno que es el Señor.

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