1 Juan 2:12-27 NVI

1 Juan 2:12-27

Les escribo a ustedes, hijos queridos,

porque han conocido a Dios Padre

y sus pecados han sido perdonados por medio de Jesucristo.

Les escribo a ustedes, padres,

porque han conocido a Cristo,

que ha existido desde antes que Dios creara el mundo.

Les escribo a ustedes, jóvenes,

porque han sido fuertes.

Ustedes han aceptado de corazón

el mensaje de Dios,

y han vencido al diablo.

No sigan el ejemplo del mundo

No sigan el ejemplo de la gente pecadora del mundo. No sean como esa gente, porque esa gente no ama al Padre. Nada de lo que esa gente te ofrece viene del Padre, pues solo ofrece lo que es pecado. Me refiero a los malos deseos del cuerpo, como desear tener lo que agrada a los ojos y volverse orgulloso de las riquezas que se tienen. Todo lo que la gente pecadora te ofrece y todo lo malo que hay en el mundo pronto se acabará. Pero el que hace la voluntad de Dios vivirá para siempre.

Cuidado con los enemigos de Cristo

Queridos hijos en la fe, estamos viviendo los últimos días de la existencia del mundo. Ustedes oyeron que el anticristo, es decir, el enemigo de Cristo, vendría. Pues les digo que ya han aparecido muchos enemigos de Cristo. Por eso nos damos cuenta de que estos son los últimos tiempos. Aunque esos enemigos salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.

Todos ustedes, en cambio, han recibido el Espíritu de parte de Cristo, que es santo. Por eso conocen la verdad. No les escribo porque ignoren la verdad. Al contrario, conocen la verdad y quien la conoce no puede mentir. ¿Quién es entonces el mentiroso? Pues es aquel que dice que Jesús no es el Cristo. Es el enemigo de Cristo, el que rechaza al Padre y al Hijo. Todo el que rechaza al Hijo rechaza también al Padre; el que acepta al Hijo también acepta al Padre.

Quisiera que lo que ustedes han oído desde el principio lo sigan creyendo siempre. Así seguirán siendo amigos del Hijo y del Padre. Esta es la promesa que él nos dio: la vida eterna.

Les escribo estas cosas acerca de los que procuran engañarlos. Pero en ustedes permanece el Espíritu Santo, a quien Cristo envió a sus vidas. Así que no necesitan que nadie les enseñe, porque el Espíritu que siempre dice la verdad les enseñará todas las cosas. Sigan entonces unidos a Cristo, tal y como el Espíritu les enseñó.

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