Giovanni 10 – PEV & CST

La Parola è Vita

Giovanni 10:1-41

«Io sono il buon pastore»

1«Chi non entra attraverso la porta dellʼovile, ma cerca dʼintrufolarsi ad ogni costo, scavalcando il recinto, è un ladro. 2Il pastore, invece, entra per la porta. 3Il custode gli apre, le pecore sentono la sua voce e gli si avvicinano; egli le chiama per nome e le porta fuori. 4Le fa uscire tutte dallʼovile e cammina davanti a loro. Le pecore lo seguono, perché riconoscono la sua voce. 5Certamente non seguiranno un estraneo, anzi scapperanno, perché non ne riconoscono la voce».

6Quelli che ascoltavano questa parabola di Gesù, non riuscivano a capirne il significato. 7Gesù, allora, spiegò: «Per la verità, io sono la porta per le pecore. 8-9Tutti quelli che sono venuti prima di me, sono ladri e assassini, ma le pecore non li hanno ascoltati. Proprio così, io sono la porta. Chi passerà da questa porta, sarà salvato. Potrà entrare e uscire e trovare verdi pascoli. 10Il ladro viene per rubare, ammazzare, distruggere. Io, invece, sono venuto per dar loro la vita in grande abbondanza.

11Io sono il buon pastore. Il buon pastore dà la vita per le sue pecore. 12Un dipendente, quando vede avvicinarsi un lupo, scappa a gambe levate e lascia le pecore indifese. Che gliene importa di loro? Non sono mica sue! Così il lupo assale il gregge, prende alcune pecore, mentre altre scappano. 13È naturale che il dipendente se la dia a gambe, perché lavora per soldi e quindi le pecore non gli stanno a cuore.

14Io, invece, sono il buon pastore, conosco le mie pecore e loro mi conoscono, 15proprio come mio Padre conosce me ed io conosco lui; e per le pecore do la vita. 16In un altro ovile ho altre pecore da guidare. Anchʼesse daranno ascolto alla mia voce, e allora ci sarà un solo gregge con un solo pastore.

17Il Padre mi ama, perché sacrifico la mia vita, per riprenderla poi di nuovo. 18Nessuno può togliermela; sono io che la offro di mia iniziativa, perché ho il diritto e il potere di offrirla e riprenderla, quando mi pare. Il Padre stesso mi ha dato questo ordine».

19A queste parole, le opinioni dei Giudei sul conto di Gesù furono di nuovo contrastanti. 20Molti di loro dicevano: «È indemoniato e pazzo, perché lo ascoltate?» 21Altri invece dicevano: «Non ci sembra proprio indemoniato! Può, forse un demonio aprire gli occhi ai ciechi?»

«Sei davvero tu il Figlio di Dio?»

22-23Era inverno. In quel periodo si celebrava a Gerusalemme la festa della Dedicazione. Gesù si trovava nel tempio e passeggiava sotto il portico di Salomone. 24Alcuni capi giudei si strinsero intorno a lui e gli chiesero: «Per quanto ancora vuoi tenerci in sospeso? Se tu sei il Messia, diccelo chiaramente!»

25«Ve lʼho già detto, ma voi non mi credete», rispose Gesù. «La prova lampante sta nei miracoli che faccio nel nome di mio Padre. 26Voi, però, non mi credete, perché non fate parte del mio gregge. 27Le mie pecore riconoscono la mia voce, io le conosco, ed esse mi seguono. 28Anzi, io do loro la vita eterna ed esse non periranno mai. Nessuno le strapperà da me. 29Perché mio Padre me le ha date, egli è il più potente di tutti e nessuno può rapirle dalla sua mano. 30Io e il Padre siamo Uno Solo».

31Allora di nuovo i capi giudei raccolsero delle pietre per ucciderlo. 32Ma Gesù disse: «Per conto di mio Padre, vi ho mostrato molti miracoli. Per quale di questi mi volete lapidare ora?»

33Risposero gli altri risentiti: «Non vogliamo ucciderti per ciò che hai fatto di buono, ma per bestemmia! Infatti tu, un semplice uomo, hai detto di essere Dio».

34-36«La vostra legge stessa dice che gli uomini sono dèi!» rispose Gesù. «Perciò, se la Scrittura, che non può essere falsa, chiama dèi quelli che ascoltano il messaggio di Dio, come potete considerare bestemmia se colui che è santificato e mandato dal Padre nel mondo dice: “Sono il Figlio di Dio?” 37Se non faccio miracoli di Dio, non credetemi! 38Ma se li faccio, e non volete credere in me, credete almeno in quei miracoli! Allora vi convincerete che il Padre è in me ed io sono in lui».

39-40Ancora una volta cercarono di arrestarlo, ma Gesù si allontanò e si diresse oltre il Giordano, vicino al posto dove Giovanni battezzava nei primi tempi. Là si fermò, e 41molti andavano da lui.

«Giovanni non ha mai fatto miracoli», dicevano, «ma tutte le cose che ha detto di Gesù si sono dimostrate vere!» E molti si convinsero che Gesù fosse il Messia.

Nueva Versión Internacional (Castilian)

Juan 10:1-42

Jesús, el buen pastor

1»Ciertamente os aseguro que el que no entra por la puerta al redil de las ovejas, sino que trepa y se mete por otro lado, es un ladrón y un bandido. 2El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas. 3El portero le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. 4Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz. 5Pero a un desconocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen voces extrañas».

6Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no captaron el sentido de sus palabras. 7Por eso volvió a decirles: «Ciertamente os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. 8Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. 9Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo.10:9 será salvo. Alt. se mantendrá seguro. Se moverá con entera libertad,10:9 Se moverá … libertad. Lit. Entrará y saldrá. y hallará pastos. 10El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.

11»Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuando ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye; entonces el lobo ataca al rebaño y lo dispersa. 13Y ese hombre huye porque, siendo asalariado, no le importan las ovejas.

14»Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, 15así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas. 16Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traer. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17Por eso me ama el Padre: porque entrego mi vida para volver a recibirla. 18Nadie me la arrebata, sino que yo la entrego por mi propia voluntad. Tengo autoridad para entregarla y tengo también autoridad para volver a recibirla. Este es el mandamiento que recibí de mi Padre».

19De nuevo las palabras de Jesús fueron motivo de disensión entre los judíos. 20Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?» 21Pero otros opinaban: «Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos a los ciegos?»

Jesús y la fiesta de la Dedicación

22Por aquel entonces se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación.10:22 Es decir, Hanukkah. Era invierno, 23y Jesús andaba en el templo, por el pórtico de Salomón. 24Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron:

―¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo con franqueza.

25―Ya os lo he dicho, y no lo creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que me acreditan, 26pero vosotros no creéis porque no sois de mi rebaño. 27Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. 28Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. 29Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos;10:29 Mi Padre … todos. Var. Lo que mi Padre me ha dado es más grande que todo. y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar. 30El Padre y yo somos uno.

31Una vez más, los judíos tomaron piedras para arrojárselas, 32pero Jesús les dijo:

―Os he mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me queréis apedrear?

33―No te apedreamos por ninguna de ellas, sino por blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios.

34―¿Y acaso —respondió Jesús— no está escrito en vuestra ley: “Yo he dicho que sois dioses”?10:34 Sal 82:6 35Si Dios llamó “dioses” a aquellos a quienes vino la palabra (y la Escritura no puede ser quebrantada), 36¿por qué acusáis de blasfemia a quien el Padre apartó para sí y envió al mundo? ¿Tan solo porque dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”? 37Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. 38Pero, si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a mis obras, para que sepáis y entendáis que el Padre está en mí, y que yo estoy en el Padre.

39Nuevamente intentaron arrestarlo, pero él se les escapó de las manos.

40Volvió Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado bautizando antes; y allí se quedó. 41Mucha gente acudía a él, y decía: «Aunque Juan nunca hizo ninguna señal milagrosa, todo lo que dijo acerca de este hombre era verdad». 42Y muchos en aquel lugar creyeron en Jesús.