El levita y su concubina
1En la época en que no había rey en Israel, un levita que vivía en una zona remota de la región montañosa de Efraín tomó como concubina19:1 Véase nota en Gn 22:24. a una mujer de Belén de Judá. 2Pero ella le fue infiel, lo dejó y regresó a la casa de su padre, en Belén de Judá. Había estado allí cuatro meses 3cuando su esposo fue a verla para convencerla de que regresara. Con él llevó a un criado suyo y dos asnos. Ella lo hizo pasar a la casa de su propio padre, quien se alegró mucho de verlo. 4Su suegro, padre de la muchacha, lo convenció de que se quedara y él se quedó tres días comiendo, bebiendo y durmiendo allí.
5Al cuarto día madrugaron y él se dispuso a salir, pero el padre de la muchacha dijo a su yerno: «Repón tus fuerzas con algo de comida, luego podrás irte». 6Así que se sentaron a comer y a beber los dos juntos. Después el padre de la muchacha le pidió: «Por favor, quédate esta noche para pasarla bien». 7Cuando el levita se levantó para irse, su suegro insistió de tal manera que se vio obligado a quedarse allí esa noche. 8Al quinto día madrugó para irse, pero el padre de la muchacha dijo: «Repón tus fuerzas. ¡Espera hasta la tarde!». Así que los dos comieron juntos.
9Cuando el hombre se levantó para irse con su concubina y su criado, su suegro, que era el padre de la muchacha, le dijo: «Mira, está a punto de oscurecer y el día ya se termina. Pasa aquí la noche; quédate para pasarla bien. Mañana podrás madrugar y emprender tu camino a casa». 10No queriendo quedarse otra noche, el hombre salió y partió rumbo a Jebús, es decir, Jerusalén, con sus dos asnos ensillados y su concubina.
11Cuando estaban cerca de Jebús, casi de noche, el criado dijo a su amo:
—Vamos, desviémonos hacia esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella.
12Pero su amo respondió:
—No. No nos desviaremos para entrar en una ciudad extranjera, cuyo pueblo no sea israelita. Seguiremos hasta Guibeá.
13Luego añadió:
—Ven, tratemos de acercarnos a Guibeá o a Ramá y pasemos la noche en uno de esos lugares.
14Así que siguieron de largo y al ponerse el sol estaban frente a Guibeá de Benjamín. 15Entonces se desviaron para pasar la noche en Guibeá. El hombre fue y se sentó en la plaza de la ciudad, pero nadie les ofreció alojamiento para pasar la noche.
16Aquella noche volvía de trabajar en el campo un anciano de la región montañosa de Efraín, que vivía en Guibeá como forastero, pues los hombres del lugar eran benjamitas. 17Cuando el anciano miró y vio en la plaza de la ciudad al viajero, le preguntó:
—¿A dónde vas? ¿De dónde vienes?
18El viajero respondió:
—Estamos de paso. Venimos de Belén de Judá y vamos a una zona remota de la región montañosa de Efraín, donde yo vivo. He estado en Belén de Judá y ahora me dirijo a la casa del Señor, pero nadie me ha ofrecido alojamiento. 19Tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también pan y vino para mí y para tu sierva, y para el joven que está conmigo. No nos hace falta nada.
20—En mi casa serás bienvenido —dijo el anciano—. Yo me encargo de todo lo que necesites. Pero no pases la noche en la plaza.
21Así que lo llevó a su casa y dio de comer a sus asnos y, después de lavarse los pies, comieron y bebieron.
22Mientras pasaban un momento agradable, algunos hombres perversos de la ciudad rodearon la casa. Golpeando la puerta, le gritaban al anciano dueño de la casa:
—¡Saca al hombre que llegó a tu casa! ¡Queremos tener relaciones sexuales con él!
23El dueño de la casa salió y dijo:
—No, amigos míos, no cometan tal perversidad, pues este hombre es mi huésped. ¡No cometan con él tal infamia! 24Miren, aquí está mi hija, que todavía es virgen, y la concubina de este hombre. Voy a traérselas ahora, para que las abusen y hagan con ellas lo que bien les parezca. Pero con este hombre no cometan tal infamia.
25Aquellos perversos no quisieron hacerle caso, así que el levita tomó a su concubina y la echó a la calle. Los hombres la violaron y la ultrajaron toda la noche, hasta el amanecer; ya en la madrugada la dejaron ir. 26Despuntaba el alba cuando la mujer volvió y se desplomó a la entrada de la casa donde estaba hospedado su marido. Allí se quedó hasta que amaneció.
27Cuando por la mañana su marido se levantó y abrió la puerta de la casa, dispuesto a seguir su camino, vio allí a su concubina, tendida a la entrada de la casa y con las manos en el umbral. 28«¡Levántate, vámonos!», le dijo, pero no obtuvo respuesta. Entonces el hombre la puso sobre su asno y partió hacia su casa.
29Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo y descuartizó a su concubina en doce pedazos, después de lo cual distribuyó los pedazos por todas las regiones de Israel. 30Todo el que veía esto decía: «Nunca se ha visto ni se ha hecho semejante cosa desde el día que los israelitas salieron de la tierra de Egipto. ¡Piensen en esto! ¡Considérenlo y dígannos qué hacer!».
A Levite and His Concubine
1In those days Israel didn’t have a king.
There was a Levite who lived deep in the hill country of Ephraim. He got a concubine from Bethlehem in Judah. 2But she wasn’t faithful to him. She left him. She went back to her parents’ home in Bethlehem in Judah. She stayed there for four months. 3Then her husband went to see her. He tried to talk her into coming back with him. He had his servant and two donkeys with him. She took her husband into her parents’ home. When her father saw him, he gladly welcomed him. 4His father-in-law, the woman’s father, begged him to stay. So the Levite remained with him for three days. He ate, drank and slept there.
5On the fourth day they got up early. The Levite prepared to leave. But the woman’s father said to his son-in-law, “Have something to eat. It will give you strength. Then you can go on your way.” 6So the two of them sat down. They ate and drank together. After that, the woman’s father said, “Please stay tonight. Enjoy yourself.” 7The man got up to go. But his father-in-law talked him into staying. So he stayed there that night. 8On the morning of the fifth day, the Levite got up to go. But the woman’s father said, “Have something to eat. It will give you strength. Wait until this afternoon!” So the two of them ate together.
9Then the man got up to leave. His concubine and his servant got up when he did. But his father-in-law, the woman’s father, spoke to him again. “Look,” he said. “It’s almost evening. The day is nearly over. So spend another night here. Please stay. Enjoy yourself. Early tomorrow morning you can get up and go back home.” 10But the man didn’t want to stay another night. So he left. He went toward Jebus. Jebus is also called Jerusalem. The Levite had his two donkeys and his concubine with him. The donkeys had saddles on them.
11By the time the travelers came near Jebus, the day was almost over. So the servant said to his master, “Come. Let’s stop at this Jebusite city. Let’s spend the night here.”
12His master replied, “No. We won’t go into any city where strangers live. The people there aren’t Israelites. We’ll continue on to Gibeah.” 13He added, “Come. Let’s try to reach Gibeah or Ramah. We can spend the night in one of those places.” 14So they continued on. As they came near Gibeah in Benjamin, the sun went down. 15They stopped there to spend the night. They went to the city’s main street and sat down. But no one took them home for the night.
16That evening an old man came into the city. He had been working in the fields. He was from the hill country of Ephraim. But he was living in Gibeah. The people who lived there were from the tribe of Benjamin. 17The old man saw the traveler in the main street. He asked, “Where are you going? Where did you come from?”
18The Levite answered, “We’ve come from Bethlehem in Judah. We’re on our way to Ephraim. I live deep in the hill country there. I’ve been to Bethlehem. Now I’m going to the house of the Lord. But no one has taken me home for the night. 19We have straw and feed for our donkeys. We have food and wine for ourselves. We have enough for me, the woman and the young man with us. We don’t need anything.”
20“You are welcome at my house,” the old man said. “I’d be happy to supply anything you might need. But don’t spend the night in the street.” 21So the old man took him into his house and fed his donkeys. After the travelers had washed their feet, they had something to eat and drink.
22They were inside enjoying themselves. But some of the evil men who lived in the city surrounded the house. They pounded on the door. They shouted to the old man who owned the house. They said, “Bring out the man who came to your house. We want to have sex with him.”
23The owner of the house went outside. He said to them, “No, my friends. Don’t do such an evil thing. This man is my guest. So don’t do this terrible thing. 24Look, here is my virgin daughter. And here’s the Levite’s concubine. I’ll bring them out to you now. You can have them. Do to them what you want to. But don’t do such a terrible thing to this man.”
25The men wouldn’t listen to him. So the Levite sent his concubine out to them. They forced her to have sex with them. They raped her all night long. As the night was ending, they let her go. 26At sunrise she went back to the house where her master was staying. She fell down at the door. She stayed there until daylight.
27Later that morning her master got up. He opened the door of the house. He stepped out to continue on his way. But his concubine was lying there. She had fallen at the doorway of the house. Her hands were reaching out toward the door. 28He said to her, “Get up. Let’s go.” But there wasn’t any answer. Then he put her dead body on his donkey. And he started out for home.
29When he reached home, he got a knife. He cut up his concubine. He cut her into 12 pieces. He sent them into all the territories of Israel. 30Everyone who saw it spoke to one another. They said, “Nothing like this has ever been seen or done before. Nothing like this has happened since the day the Israelites came up out of Egypt. Just imagine! We must do something! So let’s hear your ideas!”
