2 Reyes 23 – NVI & HOF

Nueva Versión Internacional

2 Reyes 23:1-37

Renovación del pacto

23:1-32Cr 34:29-32

23:21-232Cr 35:1,18-19

23:28-302Cr 35:20–36:1

1Entonces el rey mandó convocar a todos los jefes de Judá y Jerusalén. 2Acompañado de toda la gente de Judá y de Jerusalén, de los sacerdotes, de los profetas, en fin, de la nación entera, desde el más pequeño hasta el más grande, el rey subió al Templo del Señor. Entonces, en presencia de ellos leyó todo lo que está escrito en el libro del pacto que fue hallado en el Templo del Señor. 3Después se puso de pie junto a la columna del rey y en presencia del Señor renovó el pacto. Se comprometió a seguir al Señor y a cumplir, de todo corazón y con toda el alma, sus mandamientos, estatutos y mandatos, reafirmando así las palabras del pacto escritas en este libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.

4Luego el rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes de segundo rango y a los porteros que sacaran del Templo del Señor todos los objetos consagrados a Baal, a Aserá y a todos los astros del cielo. Hizo que los quemaran en los campos de Cedrón, a las afueras de Jerusalén, y que llevaran las cenizas a Betel. 5También destituyó a los sacerdotes idólatras que los reyes de Judá habían nombrado para quemar23:5 para quemar (mss. de LXX, Siríaca y Vulgata); y quemó (TM). incienso en los altares paganos, tanto en las ciudades de Judá como en los alrededores de Jerusalén, los cuales quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, al zodíaco y a todos los astros del cielo. 6El rey sacó del Templo del Señor la imagen para el culto a Aserá y la llevó al arroyo de Cedrón, en las afueras de Jerusalén; allí la quemó hasta convertirla en cenizas, las cuales echó en la fosa común. 7Además, derrumbó en el Templo del Señor los cuartos dedicados a la prostitución sagrada, donde las mujeres tejían mantos23:7 mantos. Palabra de difícil traducción. para la diosa Aserá.

8Josías trasladó a Jerusalén a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá y desde Gueba hasta Berseba profanó los altares paganos donde ellos habían quemado incienso. También derribó los altares paganos junto a la puerta de Josué, gobernador de la ciudad, que está ubicada a la izquierda de la entrada a la ciudad. 9Aunque los sacerdotes que habían servido en los altares paganos no podían ministrar en el altar del Señor en Jerusalén, participaban de las comidas sagradas junto con los otros sacerdotes.23:9 participaban … sacerdotes. Lit. comían panes sin levadura con sus hermanos.

10El rey profanó el santuario llamado Tofet, que estaba en el valle de Ben Hinón, para que nadie sacrificara en el fuego a su hijo o hija en honor de Moloc. 11Se llevó los caballos que los reyes de Judá habían consagrado al sol y que se habían puesto en la entrada al Templo del Señor, junto a la habitación de Natán Mélec, el eunuco encargado del recinto. Josías también quemó los carros consagrados al sol.

12Además, el rey derribó los altares que los reyes de Judá habían erigido en la azotea de la sala de Acaz; también los que Manasés había erigido en los dos atrios del Templo del Señor. Los hizo pedazos y echó los escombros en el arroyo de Cedrón. 13Profanó los altares paganos que había al este de Jerusalén, en el lado sur de la Colina de la Destrucción,23:13 la Colina de la Destrucción. Es decir, el monte de los Olivos. los cuales Salomón, rey de Israel, había construido para Astarté, la despreciable diosa de los sidonios, para Quemós, el detestable dios de los moabitas, y para Moloc,23:13 Moloc. Lit. Milcón. el abominable dios de los amonitas. 14Josías hizo pedazos las piedras sagradas y las imágenes de la diosa Aserá, y llenó con huesos humanos los lugares donde se habían erigido.

15Derribó también el altar de Betel y el altar pagano construidos por Jeroboán, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. Además, quemó el altar pagano hasta convertirlo en cenizas y prendió fuego a la imagen de Aserá. 16De regreso, al ver los sepulcros que había en la colina, Josías mandó que recogieran los huesos y los quemaran en el altar para profanarlo, cumpliendo así la palabra del Señor que el hombre de Dios había comunicado cuando anunció estas cosas.

17Luego el rey preguntó:

—¿De quién es ese monumento que veo allá?

Y los habitantes de la ciudad contestaron:

—Es el sepulcro del hombre de Dios que vino desde Judá y que pronunció contra el altar de Betel lo que usted acaba de hacer.

18—Déjenlo, pues —respondió el rey—; que nadie mueva sus huesos.

Fue así como se conservaron sus huesos junto con los del profeta que había venido de Samaria.

19Tal como lo hizo en Betel, Josías eliminó todos los altares paganos que los reyes de Israel habían construido en las ciudades de Samaria, con los que provocaron la ira del Señor. 20Finalmente, mató sobre los altares paganos a todos los sacerdotes y encima de los altares quemó huesos humanos. Entonces regresó a Jerusalén.

21Después el rey dio esta orden al pueblo:

—Celebren la Pascua del Señor su Dios, según está escrito en este libro del pacto.

22Desde la época de los líderes23:22 Véase Jue 2:16. que gobernaron a Israel hasta la de los reyes de Israel y de Judá, no se había celebrado una Pascua semejante. 23Pero, en el año dieciocho del reinado del rey Josías, la Pascua se celebró en honor del Señor.

24Además, Josías expulsó a los médiums y a los espiritistas, y eliminó toda clase de ídolos y el resto de las cosas detestables que se veían en el país de Judá y en Jerusalén. Lo hizo así para cumplir las instrucciones de la Ley, escritas en el libro que el sacerdote Jilquías encontró en el Templo del Señor. 25Ni antes ni después de Josías hubo otro rey que, como él, se volviera al Señor de todo corazón, con toda el alma y con todas sus fuerzas, siguiendo en todo la Ley de Moisés.

26A pesar de eso, el Señor no apagó el gran fuego de su ira, que ardía contra Judá por todas las afrentas con que Manasés lo había provocado. 27Por lo tanto, el Señor declaró: «Voy a apartar de mi presencia a Judá, como lo hice con Israel; repudiaré a Jerusalén, la ciudad que escogí, y a este Templo, del cual dije: “Ese será el lugar donde yo pondré mi Nombre”».

28Los demás acontecimientos del reinado de Josías y todo lo que hizo están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá.

29En aquel tiempo, el faraón Necao, rey de Egipto, fue a encontrarse con el rey de Asiria camino del río Éufrates. El rey Josías le salió al paso, pero Necao le hizo frente en Meguido y lo mató. 30Los oficiales de Josías llevaron su cadáver en un carro desde Meguido hasta Jerusalén y lo sepultaron en su tumba. Entonces el pueblo tomó a Joacaz, hijo de Josías, lo ungió y lo proclamó rey en lugar de su padre.

Joacaz, rey de Judá

23:31-342Cr 36:2-4

31Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén tres meses. Su madre era Jamutal hija de Jeremías, oriunda de Libná. 32Joacaz hizo lo malo ante los ojos del Señor, tal como lo habían hecho sus antepasados. 33Para impedir que Joacaz reinara en Jerusalén, el faraón Necao lo encarceló en Riblá, en el territorio de Jamat, y además impuso sobre Judá un tributo de cien talentos23:33 Es decir, aprox. 3.4 t. de plata y un talento23:33 Es decir, aprox. 34 kg. de oro. 34Luego hizo rey a Eliaquín, hijo de Josías, en lugar de su padre y cambió su nombre a Joacim. En cuanto a Joacaz, lo llevó a Egipto, donde murió. 35Joacim pagó al faraón Necao la plata y el oro que exigió, pero tuvo que establecer un impuesto sobre el país: reclamó de cada persona, según su peso oficial, la plata y el oro que se le debía entregar al faraón Necao.

Joacim, rey de Judá

23:36–24:62Cr 36:5-8

36Joacim tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar; reinó en Jerusalén once años. Su madre era Zebudá hija de Pedaías, oriunda de Rumá. 37También este rey hizo lo malo ante los ojos del Señor, tal como lo hicieron sus antepasados.

Hoffnung für Alle

2. Könige 23:1-37

Josia schließt einen Bund mit dem Herrn

(2. Chronik 34,29‒33)

1Danach ließ der König alle führenden Männer von Jerusalem und aus dem ganzen Land Juda zusammenrufen. 2Er ging zum Tempel des Herrn, wo sich eine große Menschenmenge versammelt hatte: Alle Männer von Juda waren gekommen, die ganze Bevölkerung Jerusalems, die Priester und Propheten sowie das übrige Volk, vom Einfachsten bis zum Vornehmsten. Vor dieser Versammlung wurde nun das ganze Buch mit den Bundesgesetzen vorgelesen, das im Tempel des Herrn gefunden worden war.

3Der König stand an seinem Platz bei der Säule. Nachdem die Lesung beendet war, schloss er mit dem Herrn einen Bund und schwor: »Wir wollen wieder dem Herrn gehorchen! Von ganzem Herzen und mit aller Hingabe wollen wir nach seinem Gesetz leben und seine Gebote und Weisungen befolgen. Wir wollen alle Bundesbestimmungen einhalten, die in diesem Buch aufgeschrieben sind.« Das ganze Volk schloss sich diesem Versprechen an.

Josia schafft den Götzendienst ab

(2. Chronik 34,3‒5)

4Nun befahl König Josia dem Hohenpriester Hilkija, dessen Stellvertretern und den Priestern, die den Eingang zum Tempel bewachten: »Holt alle Gegenstände aus dem Tempel, die für die Verehrung des Gottes Baal, der Göttin Aschera und der Sterne gebraucht wurden. Verbrennt alles außerhalb der Stadt auf den Feldern im Kidrontal.« Die Asche ließ Josia später nach Bethel bringen. 5Er setzte auch die Götzenpriester ab, die von seinen Vorgängern ernannt worden waren. An den Opferstätten um Jerusalem und in allen Städten Judas hatten sie Opfer dargebracht, nicht nur dem Gott Baal, sondern auch der Sonne, dem Mond, den Sternen und den Tierkreiszeichen. 6Den Pfahl der Göttin Aschera ließ Josia aus dem Tempel holen und aus der Stadt schaffen. Er verbrannte ihn im Kidrontal, zerrieb die Asche zu feinem Staub und streute diesen auf die Gräber des Armenfriedhofs. 7Auch die Häuser direkt beim Tempel, wo die Männer wohnten, die der Tempelprostitution nachgingen, ließ er niederreißen. Dort hatten die Frauen Gewänder23,7 Oder: Behausungen (d.h. Zeltheiligtümer). – Das hebräische Wort ist nicht sicher zu deuten. für die Göttin Aschera gewebt.

8Josia holte alle levitischen Priester aus ganz Juda nach Jerusalem zurück und entweihte alle Götzenopferstätten, in denen sie bisher geopfert hatten – von Geba im Norden Judas bis Beerscheba im Süden. Auch die beiden Altäre bei dem Stadttor, das nach dem Stadtobersten Joschua benannt war, riss er nieder. Sie standen auf der linken Seite, wenn man zum Tor hereinkam. 9Die Priester, die den Dienst an den Götzenopferstätten verrichtet hatten, durften auf dem Altar des Herrn in Jerusalem keine Opfer darbringen. Doch sie durften wie die anderen Priester von dem ungesäuerten Brot essen, das dem Herrn geweiht war. 10Auch die Opferstätte Tofet im Hinnomtal verwüstete Josia, damit niemand mehr dort seinen Sohn oder seine Tochter für den Götzen Moloch als Opfer verbrennen konnte. 11Die Pferdestatuen, die seine Vorgänger zu Ehren der Sonnengottheit aufgestellt hatten, riss er nieder, und ihre Wagen verbrannte er. Sie hatten im Vorhof beim Tempeleingang gestanden, auf der Seite, wo die Diensträume des Hofbeamten Netan-Melech lagen. 12Auch auf dem Dach des Obergeschosses, das Ahas im Königspalast gebaut hatte, standen Altäre, die verschiedene Könige von Juda errichtet hatten. Josia zertrümmerte sie, wie auch die zwei Altäre, die Manasse in den beiden Tempelvorhöfen aufgestellt hatte. Die Trümmer ließ er ins Kidrontal bringen. 13Schließlich entweihte er die Opferstätten im Osten Jerusalems, rechts vom Berg des Verderbens23,13 Damit ist wohl der Ölberg gemeint. Die Worte »Salbung« und »Verderben« klingen im Hebräischen sehr ähnlich. Bewusst wird der Ölberg hier in diesem Zusammenhang »Berg des Verderbens« genannt.. König Salomo hatte sie seinerzeit errichtet. Er hatte sie Astarte, der widerlichen Göttin der Sidonier, geweiht sowie dem moabitischen Götzen Kemosch und Milkom, dem abscheulichen Götzen der Ammoniter. 14Josia zertrümmerte die heiligen Steine und schlug die Pfähle der Göttin Aschera um. Den Ort, wo sie gestanden hatten, bedeckte er mit Menschengebeinen.

Josia zerstört die Opferstätten in Bethel und in Samarien

(2. Chronik 34,6‒7)

15-16In Bethel gab es immer noch die Götzenopferstätten und den Altar, den Jerobeam, der Sohn von Nebat, gebaut hatte. Jerobeam war es gewesen, der die Israeliten zum Götzendienst verführt hatte. Als Josia sah, dass an den Hängen des Hügels, auf dem der Altar stand, viele Gräber lagen, ließ er alle Gebeine aus den Gräbern holen und auf dem Altar verbrennen. So wurde der Altar auf genau die Weise entweiht, wie der Herr es damals durch den Propheten aus Juda vorausgesagt hatte. Dann zerstörte Josia die ganze Opferstätte; den Altar ließ er niederreißen und den heiligen Pfahl der Aschera in Stücke hauen, bevor er alles in Flammen aufgehen ließ.

17Als Josia sich umsah, entdeckte er noch ein Grabmal. »Wer ist hier bestattet?«, fragte er die Bürger der Stadt. Sie antworteten: »Das ist das Grab des Propheten aus Juda, der über den Altar von Bethel genau das vorhergesagt hat, was du heute getan hast.« 18Da befahl der König: »Lasst ihn in Frieden! Keiner soll seine Gebeine anrühren!« Und so wurden die Gebeine des Propheten verschont, ebenso wie die Gebeine des Propheten aus Samaria, der im selben Grab bestattet war.23,18 Vgl. 1. Könige 13,1‒2.31‒32.

19Auf die gleiche Weise wie in Bethel zerstörte Josia alle Götzenopferstätten und Heiligtümer in den Städten Samariens. Die Könige von Israel hatten sie errichtet und damit den Zorn des Herrn herausgefordert. 20Die Götzenpriester, die dort ihren Dienst versehen hatten, schlachtete Josia auf den Altären und verbrannte ihre Knochen darauf. Danach kehrte er nach Jerusalem zurück.

Das Passahfest wird wieder gefeiert

(2. Chronik 35,1‒19)

21In Jerusalem befahl der König: »Das ganze Volk soll zu Ehren des Herrn das Passahfest feiern, so wie es in unserem Buch mit den Bundesgesetzen beschrieben ist!« 22Seit der Zeit, als die Richter das Volk führten, war das Passahfest in Israel nicht mehr so gefeiert worden, auch nicht in den Jahren, in denen Könige über Israel und Juda herrschten. 23Erst jetzt wieder, im 18. Regierungsjahr von König Josia, wurde in Jerusalem dieses Fest zu Ehren des Herrn begangen.

Josia – ein König, der ganz dem Herrn dient

(Verse 28‒30: 2. Chronik 35,20–36,1)

24Josia hielt sich an alles, was in dem Gesetzbuch stand, das der Priester Hilkija im Tempel des Herrn gefunden hatte. Er vertrieb die Totenbeschwörer und Wahrsager und ließ alle Götterfiguren und Götzenstatuen in Jerusalem und in ganz Juda vernichten. 25Weder vor noch nach Josia hatte sich ein König dem Herrn so zugewandt wie er. Keiner war so wie er darauf bedacht, von ganzem Herzen, mit ganzer Hingabe und mit all seiner Kraft nach dem Gesetz von Mose zu leben. 26Trotzdem war der Herr weiterhin voller Zorn über Juda, denn Manasse hatte ihn über die Maßen herausgefordert. 27Darum sollte die Drohung des Herrn wahr werden: »Was ich mit Israel getan habe, will ich auch mit Juda tun: Seine Bewohner werde ich verstoßen. Von meiner erwählten Stadt Jerusalem wende ich mich ab. Auch vom Tempel will ich nichts mehr wissen, von dem ich früher gesagt habe: ›Dort will ich für immer wohnen.‹«

28Alles Weitere über Josias Leben und seine Taten ist in der Chronik der Könige von Juda beschrieben.

29Während seiner Regierungszeit unternahm Pharao Necho, der König von Ägypten, einen Feldzug gegen die Assyrer und drang bis zum Euphrat vor. Josia versuchte, die Ägypter mit seinen Truppen aufzuhalten. Doch als es bei Megiddo zur Schlacht kam, tötete Necho ihn. 30Josias Diener brachten den Toten auf einem Wagen von Megiddo nach Jerusalem und begruben ihn dort in seinem Familiengrab. Das Volk salbte Joahas, Josias Sohn, zum König und setzte ihn als Nachfolger seines Vaters ein.

Die letzten Könige von Juda bis zur Verbannung nach Babylonien

(Kapitel 23,31–25,30)

König Joahas von Juda

(2. Chronik 36,1‒4)

31Joahas wurde mit 23 Jahren König und regierte drei Monate in Jerusalem. Seine Mutter hieß Hamutal und war eine Tochter von Jirmeja aus Libna. 32Joahas tat, was dem Herrn missfiel, genau wie seine Vorfahren. 33Pharao Necho nahm ihn in Ribla in der Provinz Hamat gefangen und machte so seiner Regierung ein Ende. Das Land Juda musste 70 Zentner Silber und 35 Kilogramm Gold als Tribut zahlen. 34Anstelle von Joahas setzte der Pharao Eljakim, einen anderen Sohn von Josia, auf den Thron und änderte seinen Namen in Jojakim. Joahas aber nahm er als Gefangenen mit nach Ägypten, wo dieser später auch starb.

35Um die geforderte Menge an Gold und Silber aufbringen zu können, musste Jojakim dem Volk eine Sondersteuer auferlegen. Jeder in Juda hatte seinem Besitz entsprechend eine bestimmte Summe für den Pharao abzuliefern. So konnte Jojakim den Tribut an Necho bezahlen.

König Jojakim von Juda

(2. Chronik 36,5‒8)

36Jojakim wurde mit 25 Jahren König und regierte elf Jahre in Jerusalem. Seine Mutter hieß Sebuda und war eine Tochter von Pedaja aus Ruma. 37Auch er tat, was dem Herrn missfiel, genau wie seine Vorgänger.