Humillación y exaltación de la dinastía davídica
1Ahora, reúne tus tropas, ciudad guerrera,
porque nos asedian.
Con vara golpearán en la mejilla
al gobernante de Israel.
2Pero tú, Belén Efrata,
pequeña entre los clanes de Judá,
de ti saldrá el que gobernará a Israel;
sus orígenes son de un pasado distante,
desde tiempos antiguos.
3Por eso Dios los entregará al enemigo
hasta que tenga su hijo la que va a ser madre
y vuelva junto al pueblo de Israel
el resto de sus hermanos.
4Él se establecerá y los pastoreará
con el poder del Señor,
con la majestad del nombre del Señor su Dios.
Vivirán seguros, porque él dominará
hasta los confines de la tierra.
5¡Él será nuestra paz!
Si Asiria llegara a invadir nuestro país
para pisotear nuestras fortalezas,
le haremos frente con siete pastores
y aun con ocho príncipes del pueblo.
6Ellos pastorearán a Asiria con la espada
y a la tierra de Nimrod con la daga.5:6 con la daga. Alt. en sus puertas.
Si Asiria llegara a invadir nuestro país,
si llegara a cruzar nuestras fronteras,
¡él nos rescatará!
El remanente
7El remanente de Jacob será,
en medio de muchos pueblos,
como rocío que viene del Señor,
como abundante lluvia sobre la hierba,
que no depende de los hombres
ni espera nada de ellos.
8El remanente de Jacob será,
entre las naciones,
en medio de muchos pueblos,
como un león entre los animales del bosque,
como un leoncillo entre las ovejas del rebaño,
que al pasar las pisotea y las desgarra
sin que nadie pueda rescatarlas.
9Levantarás la mano contra tus enemigos
y acabarás con todos tus agresores.
Purificación de un pueblo idólatra y belicoso
10«En aquel día», afirma el Señor,
«exterminaré tu caballería
y destruiré tus carros de guerra.
11Exterminaré las ciudades de tu país
y derribaré todas tus fortalezas.
12Pondré fin a tus hechicerías
y no tendrás más adivinos.
13Acabaré con tus ídolos
y con tus piedras sagradas;
nunca más volverás a postrarte
ante las obras de tus manos.
14Arrancaré tus imágenes de Aserá
y reduciré a escombros tus ciudades;
15con ira y con furor me vengaré
de las naciones que no me obedecieron».
Humillación y exaltación de la dinastía davídica
1Reagrupa tus tropas, ciudad guerrera,
porque nos asedian.
Con vara golpearán en la mejilla
al gobernante de Israel.
2Pero de ti, Belén Efrata,
pequeña entre los clanes de Judá,
saldrá el que gobernará a Israel;
sus orígenes se remontan hasta la antigüedad,
hasta tiempos inmemoriales.
3Por eso Dios los entregará al enemigo
hasta que tenga su hijo la que va a ser madre,
y vuelva junto al pueblo de Israel
el resto de sus hermanos.
4Pero surgirá uno para pastorearlos
con el poder del Señor,
con la majestad del nombre del Señor su Dios.
Vivirán seguros, porque él dominará
hasta los confines de la tierra.
5¡Él traerá la paz!
Si Asiria llega a invadir nuestro país
para pisotear nuestras fortalezas,
le haremos frente con siete pastores,
y aun con ocho líderes del pueblo;
6ellos pastorearán a Asiria con la espada;
con la daga, a la tierra de Nimrod.
Si Asiria llega a invadir nuestro país,
si llega a profanar nuestras fronteras,
¡él nos rescatará!
El remanente
7Será el remanente de Jacob,
en medio de muchos pueblos,
como rocío que viene del Señor,
como abundante lluvia sobre la hierba,
que no depende de los hombres,
ni espera nada de ellos.
8Será el remanente de Jacob entre las naciones,
en medio de muchos pueblos,
como un león entre los animales del bosque,
como un cachorro entre las ovejas del rebaño,
que al pasar las pisotea y las desgarra,
sin que nadie pueda rescatarlas.
9Levantarás la mano contra tus enemigos,
y acabarás con todos tus agresores.
Purificación de un pueblo idólatra y belicoso
10Esto afirma el Señor:
«En aquel día exterminaré tu caballería,
y destruiré tus carros de guerra.
11Exterminaré las ciudades de tu país
y derribaré todas tus fortalezas.
12Pondré fin a tus hechicerías
y no tendrás más adivinos.
13Acabaré con tus ídolos
y con tus monumentos sagrados;
nunca más volverás a postrarte
ante las obras de tus manos.
14Arrancaré tus imágenes de Aserá,
y reduciré a escombros tus ciudades;
15con ira y con furor me vengaré
de las naciones que no me obedecieron».