Mateo 9 – Nueva Versión Internacional NVI

Nueva Versión Internacional

Mateo 9:1-38

Jesús sana a un paralítico

9:2-8Mr 2:3-12; Lc 5:18-26

1Subió Jesús a una barca, cruzó al otro lado y llegó a su propio pueblo. 2Unos hombres le llevaron un paralítico acostado en una camilla. Al ver la fe de ellos Jesús dijo al paralítico:

—¡Ánimo, hijo, tus pecados quedan perdonados!

3Algunos de los maestros de la Ley murmuraron entre ellos: «¡Este hombre blasfema!».

4Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo:

—¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos? 5¿Qué es más fácil, decirle: “Tus pecados quedan perdonados” o decirle: “Levántate y anda”? 6Pues, para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

7Y el hombre se levantó y se fue a su casa. 8Al ver esto, la multitud se llenó de temor y glorificó a Dios por haber dado tal autoridad a los mortales.

Llamamiento de Mateo

9:9-13Mr 2:14-17; Lc 5:27-32

9Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos. «Sígueme» —dijo Jesús. Y Mateo se levantó y lo siguió.

10Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos. 11Cuando los fariseos vieron esto, preguntaron a sus discípulos:

—¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores?

12Al oír esto, Jesús contestó:

—No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. 13Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”.9:13 Os 6:6. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.9:13 pecadores. Var. pecadores al arrepentimiento.

Preguntan a Jesús sobre el ayuno

9:14-17Mr 2:18-22; Lc 5:33-39

14Un día se acercaron los discípulos de Juan y le preguntaron:

—¿Cómo es que nosotros y los fariseos ayunamos, pero no así tus discípulos?

15Jesús contestó:

—¿Acaso pueden estar de luto los invitados del novio mientras él está con ellos? Llegará el día en que se les quitará el novio; entonces sí ayunarán. 16Nadie remienda un vestido viejo con un retazo de tela nueva, porque el remiendo fruncirá el vestido y la rotura se hará peor. 17Ni tampoco se echa vino nuevo en recipientes de cuero viejo. De hacerlo así, se reventará el cuero, se derramará el vino y los recipientes se arruinarán. Más bien, el vino nuevo se echa en recipientes de cuero nuevo y así ambos se conservan.

Una niña muerta y una mujer enferma

9:18-26Mr 5:22-43; Lc 8:41-56

18Mientras les decía esto, un dirigente judío llegó, se arrodilló delante de él y dijo:

—Mi hija acaba de morir. Pero ven, pon tu mano sobre ella y vivirá.

19Jesús se levantó y fue con él, acompañado de sus discípulos. 20En esto, una mujer que hacía doce años padecía de hemorragias se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto. 21Pensaba: «Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana». 22Jesús se dio vuelta, la vio y dijo:

—¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado.

Y la mujer quedó sana en aquel momento.

23Cuando Jesús entró en la casa del dirigente y vio a los flautistas y el alboroto de la gente, 24dijo:

—Váyanse. La niña no está muerta, sino dormida.

Entonces empezaron a burlarse de él. 25Cuando se les hizo salir, entró él, tomó de la mano a la niña y esta se levantó. 26La noticia se divulgó por toda aquella región.

Jesús sana a los ciegos y a los mudos

27Al irse Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritándole:

—¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!

28Cuando entró en la casa, se acercaron los ciegos y él les preguntó:

—¿Creen que puedo sanarlos?

—Sí, Señor —respondieron.

29Entonces tocó sus ojos y dijo:

—Que se haga con ustedes conforme a su fe.

30Y recobraron la vista. Jesús les advirtió con firmeza:

—Asegúrense de que nadie se entere de esto.

31Pero ellos salieron para divulgar por toda aquella región la noticia acerca de Jesús.

32Mientras ellos salían, le llevaron un mudo endemoniado. 33Así que Jesús expulsó al demonio y el que había estado mudo habló. La gente quedó asombrada y decía: «Jamás se ha visto nada igual en Israel».

34Pero los fariseos decían: «Este expulsa a los demonios por medio del príncipe de los demonios».

Son pocos los obreros

35Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas noticias del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia. 36Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. 37«La cosecha es abundante, pero son pocos los obreros —dijo a sus discípulos—. 38Por tanto, pidan al Señor de la cosecha que envíe obreros a su campo».