Isaías 29:1-24, Isaías 30:1-18 NVI

Isaías 29:1-24

Ay de la Ciudad de David

¡Ay, Ariel, Ariel,

ciudad donde acampó David!

Añadan a un año otro año más

y que prosiga el ciclo de las fiestas.

Pero a Ariel la sitiaré;

habrá llanto y lamento,

y será para mí como un brasero del altar.29:2 un brasero del altar. Esta frase traduce una palabra hebrea que es idéntica al nombre Ariel.

Acamparé contra ti, te rodearé;

te cercaré con empalizadas

y levantaré contra ti torres de asedio.

Humillada, desde el suelo elevarás tu voz;

tu palabra apenas se levantará del polvo.

Saldrá tu voz de la tierra como si fuera la de un fantasma;

tu palabra, desde el polvo, apenas será un susurro.

Pero la multitud de tus enemigos quedará hecha polvo fino,

y la multitud de violentos será como la paja que se lleva el viento.

De repente, en un instante,

vendrá contra ti el Señor de los Ejércitos;

vendrá con truenos, terremotos y gran estruendo;

vendrá con una violenta tormenta y con devoradoras llamas de fuego.

La multitud de todas las naciones que batallan contra Ariel,

todos los que luchan contra ella y contra su fortaleza,

aquellos que la asedian, serán como un sueño,

como una visión nocturna.

Como el hambriento que sueña que está comiendo,

pero despierta y aún tiene hambre;

como el sediento que sueña que está bebiendo,

pero despierta y la sed reseca su garganta.

Así sucederá con la multitud de todas las naciones

que luchan contra el monte Sión.

Pierdan el juicio, quédense pasmados,

pierdan la vista, quédense ciegos;

embriáguense, pero no con vino;

tambaléense, pero no por la cerveza.

El Señor ha derramado sobre ustedes un espíritu de profundo sueño;

a los profetas les tapó los ojos,

a los visionarios les cubrió la cabeza.

Para ustedes, toda esta visión no es otra cosa que palabras en un rollo de pergamino sellado. Si dan el rollo a alguien que sepa leer y dicen: «Lea esto, por favor», este responderá: «No puedo hacerlo; está sellado». Si dan el rollo a alguien que no sepa leer y dicen: «Lea esto, por favor», este responderá: «No sé leer».

El Señor dice:

«Este pueblo se acerca a mí con la boca

y me honra con los labios,

pero su corazón está lejos de mí.

Su adoración es solo un mandamiento humano

que le ha sido enseñado.

Por eso, una vez más asombraré a este pueblo

con prodigios maravillosos;

perecerá la sabiduría de sus sabios,

y se esfumará la inteligencia de sus inteligentes».

¡Ay! de los que, para esconder sus planes,

se ocultan del Señor en las profundidades.

Cometen sus fechorías en la oscuridad y piensan:

«¿Quién nos ve? ¿Quién nos conoce?».

¡Qué manera de pervertir las cosas!

¿Acaso el alfarero es igual al barro?

¿Puede un objeto decir del que lo modeló:

«Él no me hizo»?

¿Puede una vasija decir de su alfarero:

«Él no entiende nada»?

Muy pronto el Líbano se convertirá en campo fértil,

y el campo fértil se convertirá en bosque.

En aquel día podrán los sordos oír la lectura del rollo,

y los ojos de los ciegos podrán ver

sin tinieblas ni oscuridad.

Los pobres volverán a alegrarse en el Señor;

los más necesitados se regocijarán en el Santo de Israel.

Se desvanecerán los violentos,

desaparecerán los insolentes,

y serán exterminados todos los que se desvelan para hacer el mal:

los que con una palabra hacen culpable a una persona,

los que en el tribunal ponen trampas al defensor

y con engaños perjudican al inocente.

Por eso, el Señor, el redentor de Abraham, dice así a los descendientes de Jacob:

«Jacob ya no será avergonzado

ni palidecerá su rostro.

Cuando él vea a sus hijos

y la obra de mis manos en medio de él,

todos ellos santificarán mi nombre;

santificarán al Santo de Jacob

y temerán al Dios de Israel.

Los de espíritu extraviado recibirán entendimiento

y los murmuradores aceptarán ser instruidos».

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Isaías 30:1-18

Ay de la nación obstinada

El Señor ha dictado esta sentencia:

«Ay de los hijos rebeldes

que ejecutan planes que no son míos,

que hacen alianzas contrarias a mi Espíritu,

que amontonan pecado sobre pecado,

que bajan a Egipto sin consultarme,

para buscar la protección de Faraón

y se refugian bajo la sombra de Egipto.

¡La protección de Faraón será su vergüenza!

¡El refugiarse bajo la sombra de Egipto, su humillación!

Aunque en Zoán tengan oficiales,

y a Janés hayan llegado sus mensajeros,

todos quedarán avergonzados

por culpa de un pueblo que les resulta inútil,

que no les brinda ninguna ayuda ni provecho,

sino solo vergüenza y desgracia».

Esta es la profecía sobre los animales del Néguev:

Por tierra de dificultades y angustias,

de leones y leonas,

de serpientes veloces y venenosas,

llevan ellos a lomo de burro

las riquezas de esa nación inútil,

y sus tesoros, a lomo de camello.

La ayuda de Egipto no sirve para nada;

por eso la llamo:

«Rahab, la inútil».

Anda, pues, delante de ellos, y grábalo en una tablilla.

Escríbelo en un rollo de cuero,

para que en los días venideros

quede como un testimonio eterno.

Porque este es un pueblo rebelde; son hijos mentirosos,

hijos que no quieren escuchar la Ley del Señor.

A los videntes les dicen:

«¡No tengan más visiones!»,

y a los profetas:

«¡No nos sigan profetizando la verdad!

Dígannos cosas agradables,

profeticen ilusiones.

¡Apártense del camino,

retírense de esta senda

y dejen de enfrentarnos

con el Santo de Israel!».

Así dice el Santo de Israel:

«Ustedes han rechazado esta palabra;

han confiado en la opresión y en la perversidad

y se han apoyado en ellas.

Por eso su iniquidad se alzará frente a ustedes

como un muro alto y agrietado, a punto de derrumbarse:

¡de repente, en un instante, se desplomará!

Quedará hecha pedazos,

hecha añicos sin piedad, como vasija de barro:

ni uno solo de sus pedazos servirá

para sacar brasas del fuego

ni agua de una cisterna».

Porque así dice el Señor y Dios, el Santo de Israel:

«En el arrepentimiento y la calma está su salvación,

en la serenidad y la confianza está su fuerza,

¡pero ustedes no lo quieren reconocer!

Se resisten y dicen: “Huiremos a caballo”.

¡Por eso, así tendrán que huir!

Dicen: “Cabalgaremos sobre caballos veloces”.

¡Por eso, veloces serán sus perseguidores!

Ante la amenaza de uno solo,

mil de ustedes saldrán huyendo;

ante la amenaza de cinco,

huirán todos ustedes.

Quedarán abandonados

como un mástil en la cima de una montaña,

como una bandera sobre una colina».

Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad;

por eso se levanta para mostrarles compasión.

Porque el Señor es un Dios de justicia.

¡Dichosos todos los que en él esperan!

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