2 Crónicas 13:1-22, 2 Crónicas 14:1-15, 2 Crónicas 15:1-19 NVI

2 Crónicas 13:1-22

Abías, rey de Judá

13:1-2,22–14:11R 15:1-2,6-8

En el año dieciocho del reinado de Jeroboán, Abías comenzó a reinar en Judá y reinó en Jerusalén tres años. Su madre era Micaías, hija de Uriel, de Guibeá.

Hubo guerra entre Abías y Jeroboán. Para ir al combate, Abías escogió a cuatrocientos mil guerreros valientes; Jeroboán, por su parte, escogió a ochocientos mil y le hizo frente.

Abías subió al monte Zemarayin, en la región montañosa de Efraín, y gritó: «¡Jeroboán! ¡Israelitas! ¡Escúchenme todos ustedes! ¿No saben que el Señor, Dios de Israel, concedió para siempre el reino de Israel a David y a sus descendientes mediante un pacto perpetuo?13:5 perpetuo. Lit. de sal; véase Nm 18:19. Sin embargo, Jeroboán, hijo de Nabat, oficial de Salomón, hijo de David, se rebeló contra su señor. Unos hombres ociosos y perversos se unieron a Roboán, hijo de Salomón, cuando este era joven y débil de carácter, y se le impusieron, de modo que no pudo hacerles frente.

»Ustedes piensan que ahora, por ser muy numerosos y por tener los becerros de oro, esos ídolos que Jeroboán les hizo pueden oponerse al reino del Señor, aunque él se lo ha entregado a los hijos de David. ¡Hasta expulsaron a los descendientes de Aarón, que son los sacerdotes del Señor, y a los levitas! En su lugar han nombrado sacerdotes, y a cualquiera que trae un ternero y siete carneros lo consagran como sacerdote de los dioses falsos, tal como lo hacen los pueblos paganos.

»Nosotros, en cambio, no hemos abandonado al Señor, porque él es nuestro Dios. Los descendientes de Aarón siguen siendo nuestros sacerdotes que sirven al Señor y los levitas son los encargados del culto. Todos los días, por la mañana y por la tarde, ofrecen al Señor los holocaustos y queman el incienso; además, todas las tardes colocan el pan consagrado sobre la mesa de oro puro y encienden las lámparas del candelabro de oro. Dense cuenta de que nosotros sí mantenemos el culto al Señor nuestro Dios, a quien ustedes han abandonado. Así que Dios, con sus sacerdotes, va al frente de nosotros. Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra ustedes. ¡Israelitas, no peleen contra el Señor, Dios de sus antepasados, pues no podrán vencerlo!».

Para tenderle una emboscada a Abías, Jeroboán situó parte de sus tropas detrás del ejército de Judá, mientras que al resto de sus tropas lo mandó al frente. Cuando los de Judá miraron hacia atrás, se dieron cuenta de que los israelitas los atacaban también por la retaguardia. Entonces clamaron al Señor y los sacerdotes tocaron las trompetas. En el momento en que los de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios derrotó a Jeroboán y a los israelitas, dándoles la victoria a Abías y Judá. Los israelitas intentaron huir, pero Dios los entregó al poder de Judá. Abías y su ejército les ocasionaron una gran derrota, matando a quinientos mil soldados selectos de Israel. En esa ocasión fueron humillados los israelitas, mientras que los de Judá salieron victoriosos porque confiaron en el Señor, Dios de sus antepasados.

Abías persiguió a Jeroboán y le arrebató las ciudades de Betel, Jesaná y Efraín, con sus respectivas aldeas. Durante el reinado de Abías, Jeroboán no pudo recuperar su poderío. Al final, el Señor lo hirió y Jeroboán murió.

Abías, en cambio, siguió afirmándose en el trono. Tuvo catorce esposas, veintidós hijos y dieciséis hijas.

Los demás acontecimientos del reinado de Abías, su conducta y sus palabras, están escritos en el comentario del profeta Idó.

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2 Crónicas 14:1-15

Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David; su hijo Asá lo sucedió en el trono. Durante su reinado, el país disfrutó de diez años de paz.

Asá, rey de Judá

14:2-31R 15:11-12

Asá hizo lo que era bueno y agradable ante el Señor su Dios. Se deshizo de los altares de dioses extranjeros y de los altares paganos en las colinas, destrozó las piedras sagradas y derribó las imágenes de la diosa Aserá. Además, ordenó a los habitantes de Judá que adoraran al Señor, Dios de sus antepasados, y que obedecieran sus leyes y sus mandamientos. De este modo, Asá se deshizo de los altares paganos y de los altares de incienso que había en todas las ciudades de Judá y durante su reinado hubo tranquilidad. Asá construyó en Judá ciudades fortificadas, pues durante esos años el Señor le dio descanso; el país disfrutó de paz y no estuvo en guerra con nadie.

Asá dijo a los de Judá: «Reconstruyamos esas ciudades y levantemos a su alrededor murallas con torres, puertas y cerrojos. El país todavía es nuestro, porque hemos buscado al Señor nuestro Dios; como lo hemos buscado, él nos ha concedido estar en paz con nuestros vecinos». Y tuvieron mucho éxito en la reconstrucción de las ciudades.

Asá contaba con un ejército de trescientos mil soldados de Judá, los cuales portaban lanzas y escudos grandes; además, con doscientos ochenta mil benjamitas que portaban arcos y escudos pequeños. Todos ellos eran guerreros valientes.

Zera el cusita marchó contra ellos al frente de un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra y llegó hasta Maresá. Asá le salió al encuentro en el valle de Sefata y tomó posiciones cerca de Maresá.

Allí Asá invocó al Señor su Dios y dijo: «Señor, solo tú puedes ayudar al débil contra el poderoso. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, Señor, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!».

El Señor derrotó a los cusitas cuando estos lucharon contra Asá y Judá. Los cusitas huyeron, pero Asá y su ejército los persiguieron hasta Guerar. Allí cayeron los cusitas y ni uno de ellos quedó con vida, porque el Señor y su ejército los aniquilaron. Los de Judá se llevaron un enorme botín. Luego, atacaron todas las ciudades que había alrededor de Guerar, las cuales estaban llenas de pánico ante el Señor, y las saquearon, pues había en ellas un gran botín. Además, atacaron los campamentos, donde había mucho ganado, y se llevaron una gran cantidad de ovejas y camellos. Después de eso, regresaron a Jerusalén.

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2 Crónicas 15:1-19

Reformas de Asá

15:16-191R 15:13-16

El Espíritu de Dios vino sobre Azarías, hijo de Oded, y este salió al encuentro de Asá y dijo: «Asá, y gente de Judá y de Benjamín, ¡escúchenme! El Señor estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen; pero si lo abandonan, él los abandonará. Por mucho tiempo Israel estuvo sin el Dios verdadero y sin Ley, pues no había sacerdote que le enseñara. Pero cuando en su tribulación se volvieron al Señor, Dios de Israel, y lo buscaron, él les permitió que lo hallaran. En aquellos tiempos no había seguridad para ningún viajero, sino que los habitantes de todos los países sufrían grandes calamidades. Las naciones y las ciudades se destrozaban unas a otras, porque Dios las castigaba con toda clase de calamidades. Pero ustedes, ¡manténganse firmes y no bajen la guardia, porque sus obras serán recompensadas!».

Cuando Asá oyó este mensaje del profeta Azarías, hijo de Oded,15:8 Azarías, hijo de Oded (ms. de LXX y Vulgata); Oded (TM). se animó a eliminar los detestables ídolos que había en todo el territorio de Judá y Benjamín y en las ciudades que había conquistado en los montes de Efraín. Además, restauró el altar del Señor que estaba frente al atrio del Templo del Señor.

Después convocó a los habitantes de Judá y de Benjamín, como también a los de Efraín, Manasés y Simeón que vivían entre ellos, pues muchos israelitas se habían unido a Asá, al ver que el Señor su Dios estaba con él.

Se reunieron en Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asá. Ese día ofrecieron al Señor setecientos bueyes y siete mil ovejas del botín que habían tomado. Luego hicieron un pacto, mediante el cual se comprometieron a buscar de todo corazón y con toda el alma al Señor, Dios de sus antepasados. Al que no buscara al Señor, Dios de Israel, se le castigaría con la muerte, fuera grande o pequeño, hombre o mujer. Así lo juraron ante el Señor a voz en cuello y en medio de gritos y toques de trompetas y de clarines. Todos los de Judá se alegraron de haber hecho este juramento, porque lo habían hecho de todo corazón y habían buscado al Señor con voluntad sincera, y él se había dejado hallar por ellos y les había concedido vivir con seguridad entre las naciones vecinas.

Además, el rey Asá destituyó a su abuela Macá de su puesto como reina madre, porque ella había hecho una imagen repulsiva de la diosa Aserá. Asá derribó la imagen, la redujo a polvo y la quemó en el arroyo de Cedrón. Aunque no quitó de Israel los altares paganos, Asá se mantuvo siempre fiel al Señor.15:17 Asá … Señor. Lit. el corazón de Asá fue perfecto con el Señor todos sus días. Llevó al Templo de Dios la plata, el oro y los utensilios que él y su padre habían consagrado.

Durante los primeros treinta y cinco años del reinado de Asá no hubo guerra.

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