NĂºmeros 31:25-54, NĂºmeros 32:1-42 NVI

NĂºmeros 31:25-54

Reparto del botín

El Señor dijo a Moisés: «Tú y el sacerdote Eleazar y los jefes de las familias patriarcales harán un recuento de toda la gente y de todos los animales capturados. Dividirán el botín entre los soldados que fueron a la guerra y el resto de la comunidad. A los que fueron a la guerra les exigirás del botín una contribución para mí, el Señor. Tanto de la gente como de los asnos, vacas u ovejas, apartarás uno de cada quinientos. Los tomarás de la parte que les tocó a los soldados, y se los darás al sacerdote Eleazar como contribución para mí, el Señor. De la parte que les toca a los israelitas, apartarás de la gente uno de cada cincuenta, lo mismo que de los asnos, vacas, ovejas u otros animales, y se los darás a los levitas, pues ellos son los responsables del cuidado del santuario del Señor».

Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron tal como el Señor se lo ordenó a Moisés.

Sin tomar en cuenta los despojos que tomaron los soldados, el botín fue de seiscientas setenta y cinco mil ovejas, setenta y dos mil cabezas de ganado, sesenta y un mil asnos y treinta y dos mil mujeres que jamás habían tenido relaciones sexuales.

La mitad fue para los que fueron a la guerra:

Trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, de las cuales se entregaron seiscientas setenta y cinco como contribución al Señor.

Treinta y seis mil vacas, de las cuales se entregaron setenta y dos como contribución al Señor.

Treinta mil quinientos asnos, de los cuales se entregaron sesenta y uno como contribución al Señor.

Dieciséis mil mujeres, de las cuales se entregaron treinta y dos como contribución al Señor.

La parte que correspondía al Señor se la entregó Moisés al sacerdote Eleazar, tal como el Señor se lo había ordenado.

Del botín que trajeron los soldados, Moisés tomó la mitad que correspondía a los israelitas, de modo que la mitad que le tocó a la comunidad fue trescientas treinta y siete mil quinientas ovejas, treinta y seis mil vacas, treinta mil quinientos asnos y dieciséis mil mujeres. De la parte que tocó a los israelitas, Moisés tomó una de cada cincuenta personas y uno de cada cincuenta animales, tal como el Señor se lo había ordenado, y todo se lo entregó a los levitas, que eran los responsables del cuidado del santuario del Señor.

La ofrenda de los capitanes

Entonces los oficiales que estaban a cargo de la tropa, es decir, los comandantes de mil y de cien soldados, se acercaron a Moisés y dijeron: «Tus siervos han pasado revista y no falta ninguno de los soldados que estaban bajo nuestras órdenes. Por eso hemos traído, como ofrenda al Señor, los artículos de oro que cada uno de nosotros encontró: pulseras, cadenas, anillos, pendientes y collares. Todo esto lo traemos para pedir perdón por nuestro pecado ante el Señor».

Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron todos los artículos de oro. Todo el oro que los comandantes de mil y de cien soldados presentaron como contribución al Señor pesó dieciséis mil setecientos cincuenta siclos.31:52 Es decir, aprox. 193 kg. Cada soldado había tomado botín para sí mismo. Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron el oro de manos de los comandantes, luego lo llevaron a la Tienda de reunión para que el Señor tuviera presente a los israelitas.

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NĂºmeros 32:1-42

Rubén y Gad se establecen en Transjordania

Las tribus de Rubén y Gad, que tenían mucho ganado, se dieron cuenta de que las tierras de Jazer y Galaad eran apropiadas para la ganadería. Así que fueron a decirles a Moisés, al sacerdote Eleazar y a los jefes de la comunidad:

—Las tierras de Atarot, Dibón, Jazer, Nimrá, Hesbón, Elalé, Sebán, Nebo y Beón las conquistó el Señor para el pueblo de Israel, y son apropiadas para la ganadería de tus siervos. Si nos hemos ganado tu favor, permítenos tomar esas tierras como heredad. No nos hagas cruzar el Jordán.

Entonces Moisés dijo a los rubenitas y a los gaditas:

—¿Les parece justo que sus hermanos vayan al combate mientras ustedes se quedan aquí sentados? Los israelitas se han propuesto conquistar la tierra que el Señor les ha dado; ¿no se dan cuenta de que esto los desanimaría? ¡Esto mismo hicieron los padres de ustedes cuando yo los envié a explorar la tierra de Cades Barnea! Fueron a inspeccionar la tierra en el valle de Escol y, cuando volvieron, desanimaron a los israelitas para que no entraran en la tierra que el Señor les había dado. Ese día el Señor se encendió en ira y juró: “Por no haberme seguido de todo corazón, ninguno de los mayores de veinte años que salieron de Egipto verá la tierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob. Ninguno de ellos la verá, con la sola excepción de Caleb, hijo de Jefone, el quenizita, y Josué, hijo de Nun, los cuales me siguieron a mí, el Señor, de todo corazón”. El Señor se encendió en ira contra Israel y los hizo vagar por el desierto cuarenta años, hasta que murió toda la generación que había pecado.

»¡Y ahora ustedes, nido de pecadores, vienen en lugar de sus antepasados para aumentar la ira del Señor contra Israel! Si ustedes se niegan a seguirlo, él volverá a dejar en el desierto a todo este pueblo, y ustedes serán la causa de su destrucción».

Entonces ellos se acercaron otra vez a Moisés y dijeron:

—Vamos a construir corrales para el ganado y a edificar ciudades para nuestros pequeños. Sin embargo, tomaremos las armas y marcharemos al frente de los israelitas hasta llevarlos a su lugar. Mientras tanto, nuestros pequeños vivirán en ciudades fortificadas que los protejan de los habitantes del país. No volveremos a nuestras casas hasta que cada uno de los israelitas haya recibido su heredad. Nosotros no queremos compartir con ellos ninguna heredad al otro lado del Jordán, porque nuestra heredad está aquí, en el lado oriental del río.

Moisés contestó:

—Si están dispuestos a hacerlo así, delante del Señor tomen las armas y marchen al combate. Crucen con sus armas el Jordán y con la ayuda del Señor luchen hasta que él haya quitado del camino a sus enemigos. Cuando a su paso el Señor haya sometido la tierra, entonces podrán ustedes regresar a casa, pues habrán cumplido con su deber hacia el Señor y hacia Israel. Y con la aprobación del Señor esta tierra será de ustedes.

»Pero si se niegan, estarán pecando contra el Señor. Y pueden estar seguros de que no escaparán de su pecado. Edifiquen ciudades para sus pequeños y construyan corrales para su ganado, pero cumplan también lo que han prometido».

Los gaditas y los rubenitas dijeron a Moisés:

—Nosotros sus siervos haremos tal como usted lo ha mandado. Aquí en las ciudades de Galaad se quedarán nuestros pequeños, y todos nuestros ganados y rebaños, pero sus siervos cruzarán con sus armas el Jordán para pelear a la vanguardia del Señor, tal como usted lo ha ordenado.

Así que Moisés dio las siguientes instrucciones al sacerdote Eleazar y a Josué, hijo de Nun, y a los jefes de las familias patriarcales de las tribus de Israel:

—Si los gaditas y los rubenitas, armados para la guerra, cruzan el Jordán con ustedes y conquistan el país, como el Señor quiere, ustedes les entregarán como heredad la tierra de Galaad. Pero si no lo cruzan, ellos recibirán su heredad entre ustedes en Canaán.

Los gaditas y los rubenitas respondieron:

—Somos sus siervos y haremos lo que el Señor ha mandado. Tal como él lo quiere, cruzaremos armados delante del Señor a la tierra de Canaán. Pero nuestra heredad estará de este lado del Jordán.

Entonces Moisés entregó a los gaditas, rubenitas y a la media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sijón, rey de los amorreos, y el reino de Og, rey de Basán. Les entregó la tierra con las ciudades que estaban dentro de sus fronteras, es decir, las ciudades de todo el país.

Los gaditas edificaron las ciudades de Dibón, Atarot, Aroer, Atarot Sofán, Jazer, Yogbea, Bet Nimrá y Bet Arán. Las edificaron como ciudades fortificadas y construyeron corrales para sus rebaños. Los descendientes de Rubén edificaron las ciudades de Hesbón, Elalé, Quiriatayin, Nebo y Baal Megón (estos nombres fueron cambiados) y Sibmá.

Los descendientes de Maquir, hijo de Manasés, fueron a Galaad, la conquistaron y echaron de allí a los amorreos que la habitaban. Entonces Moisés entregó Galaad a los maquiritas, que eran descendientes de Manasés, y ellos se establecieron allí. Yaír, descendiente de Manasés, capturó algunas aldeas y les puso por nombre Javot Yaír. Noba capturó Quenat y sus aldeas; a la región le dio su propio nombre.

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