Isaías 47:1-15, Isaías 48:1-22, Isaías 49:1-7 NVI

Isaías 47:1-15

La caída de Babilonia

»Desciende, siéntate en el polvo,

hija virginal de Babilonia;

siéntate en el suelo, hija de los babilonios,47:1 Lit. caldeos.

pues ya no hay trono.

Nunca más se te llamará

tierna y delicada.

Toma piedras de molino y muele la harina;

quítate el velo,

levántate las faldas, desnúdate las piernas

y cruza los ríos.

Tu desnudez quedará al descubierto;

quedará expuesta tu vergüenza.

Voy a tomar venganza

y a nadie perdonaré».

Nuestro Redentor es el Santo de Israel;

su nombre es el Señor de los Ejércitos.

«Siéntate en silencio, hija de los babilonios;47:5 Lit. caldeos.

entra en las tinieblas.

Porque nunca más se te llamará

“soberana de los reinos”.

Yo estaba enojado con mi pueblo;

por eso profané mi heredad.

Los entregué en tu mano

y no les tuviste compasión.

Pusiste sobre los ancianos

un yugo muy pesado.

Dijiste: “¡Por siempre seré la soberana!”.

Pero no consideraste esto

ni reflexionaste sobre su final.

»Ahora, escucha esto, provocadora;

tú, que moras confiada

y te dices a ti misma:

“Yo soy y no hay otra fuera de mí.

Nunca enviudaré

ni me quedaré sin hijos”.

De repente, en un solo día,

ambas cosas te sorprenderán:

la pérdida de tus hijos y la viudez

te abrumarán por completo,

a pesar de tus muchas hechicerías

y de tus poderosos encantamientos.

Tú has confiado en tu maldad,

y has dicho: “Nadie me ve”.

Tu sabiduría y tu conocimiento te engañan

cuando a ti misma te dices:

“Yo soy y no hay otra fuera de mí”.

Pero vendrá sobre ti una desgracia

que no sabrás conjurar;

caerá sobre ti una calamidad

que no podrás evitar.

Una catástrofe que ni te imaginas

vendrá de repente sobre ti.

»Persiste, entonces, con tus encantamientos

y con tus muchas hechicerías,

en las que te has ejercitado desde la niñez.

Tal vez tengas éxito,

tal vez puedas provocar terror.

Los muchos consejos te han fatigado.

Que se presenten tus astrólogos,

los que observan las estrellas,

los que hacen predicciones mes a mes,

¡que te salven de lo que viene sobre ti!

¡Míralos! Son como la paja

y el fuego los consumirá.

Ni a sí mismos pueden salvarse

del poder de las llamas.

Aquí no hay brasas para calentarse

ni fuego para sentarse ante él.

Eso son para ti los hechiceros

con quienes te has ejercitado

y con los que has negociado desde tu juventud.

Cada uno sigue en su error;

no habrá quien pueda salvarte.

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Isaías 48:1-22

El Israel obstinado

»Escuchen esto ustedes, los de la familia de Jacob,

descendientes de Judá,

que llevan el nombre de Israel;

que juran en el nombre del Señor

e invocan al Dios de Israel,

pero no con lealtad ni justicia.

Ustedes que se llaman ciudadanos de la ciudad santa

y confían en el Dios de Israel,

cuyo nombre es el Señor de los Ejércitos:

Desde hace mucho tiempo

anuncié las cosas pasadas.

Yo las profeticé;

yo mismo las di a conocer.

Actué de repente

y se hicieron realidad.

Porque yo sabía que eres muy obstinado;

que tu cuello es un tendón de hierro

y que tu frente es de bronce.

Por eso te declaré esas cosas desde hace tiempo;

te las di a conocer antes que sucedieran,

para que no dijeras:

“¡Fue mi ídolo quien las hizo!

¡Mi imagen tallada o fundida las dispuso!”.

De todo esto has tenido noticia,

¿y no vas a proclamarlo?

»Desde ahora te haré conocer cosas nuevas;

cosas que te son ocultas y desconocidas.

Son cosas creadas ahora y no hace tiempo;

hasta hoy no habías oído hablar de ellas,

para que no dijeras:

“¡Sí, ya las sabía!”.

Nunca habías oído ni entendido;

nunca antes se te había abierto el oído.

Yo sé bien que eres muy traicionero

y que desde tu nacimiento te llaman rebelde.

Por amor a mi nombre contengo mi ira;

por causa de mi alabanza me refreno,

para no aniquilarte.

¡Mira! Te he refinado, pero no como a la plata;

te he probado en el horno de la aflicción.

Y lo he hecho por mí, por mi honor.

¿Cómo puedo permitir que se me profane?

¡No cederé mi gloria a ningún otro!

Liberación de Israel

»Escúchame, Jacob,

Israel, a quien he llamado:

Yo soy Dios.

Yo soy el Primero y el Último.

Con mi mano afirmé la tierra

y con mi derecha desplegué los cielos.

Yo pronuncié su nombre

y todos ellos aparecieron.

»Todos ustedes, reúnanse y escuchen:

¿Quién de ellos ha profetizado estas cosas?

El amado del Señor

ejecutará su propósito contra Babilonia;

su brazo estará contra los babilonios.48:14 Lit. caldeos.

Solo yo he hablado;

solo yo lo he llamado.

Lo haré venir

y triunfará en su misión.

»Acérquense a mí, escuchen esto:

»Desde el principio, jamás hablé en secreto;

cuando las cosas suceden, allí estoy yo».

Y ahora el Señor y Dios

me ha enviado con su Espíritu.

Así dice el Señor,

tu Redentor, el Santo de Israel:

«Yo soy el Señor tu Dios,

que te enseña lo que te conviene,

que te guía por el camino en que debes andar.

Si hubieras prestado atención a mis mandamientos,

tu paz habría sido como un río;

tu justicia, como las olas del mar.

Como la arena serían tus descendientes;

como los granos de arena, tus hijos;

su nombre nunca habría sido eliminado

ni borrado de mi presencia».

¡Salgan de Babilonia!

¡Huyan de los babilonios!48:20 Lit. caldeos.

Anuncien esto con gritos de alegría

y háganlo saber.

Publíquenlo hasta en los confines de la tierra;

digan: «El Señor ha redimido a su siervo Jacob».

Cuando los guio a través de los desiertos,

no tuvieron sed;

hizo que de la roca brotara agua para ellos;

partió la roca, y manaron las aguas.

«No hay paz para los malvados», dice el Señor.

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Isaías 49:1-7

El siervo del Señor

Escúchenme, costas lejanas,

oigan esto, naciones distantes:

El Señor me llamó antes de que yo naciera,

en el vientre de mi madre pronunció mi nombre.

Hizo de mi boca una espada afilada

y me escondió en la sombra de su mano;

me convirtió en una flecha pulida

y me escondió en su aljaba.

Me dijo: «Israel, tú eres mi siervo;

en ti seré glorificado».

Y respondí: «En vano he trabajado;

he gastado mis fuerzas sin provecho alguno.

Pero mi justicia está en manos del Señor;

mi recompensa está con mi Dios».

Y ahora dice el Señor,

que desde el seno materno me formó para que fuera yo su siervo,

para hacer que Jacob se vuelva a él,

que Israel se reúna a su alrededor;

porque a los ojos del Señor soy digno de honra

y mi Dios ha sido mi fortaleza:

«No es gran cosa que seas mi siervo,

ni que restaures a las tribus de Jacob,

ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado.

Yo te pongo ahora como luz para las naciones,

a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra».

Así dice el Señor,

el Redentor y Santo de Israel,

al despreciado y aborrecido por las naciones,

al siervo de los gobernantes:

«Los reyes te verán y se pondrán de pie,

los príncipes te verán y se postrarán,

por causa del Señor, el Santo de Israel,

que es fiel y te ha escogido».

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