Génesis 29:1-35, Génesis 30:1-43 NVI

Génesis 29:1-35

Jacob llega a Padán Aram

Jacob continuó su viaje y llegó a la tierra de los pueblos de oriente. Al llegar vio un pozo en medio de un campo donde descansaban tres rebaños de ovejas, ya que estas bebían agua de allí. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande, por eso los pastores corrían la piedra solo cuando estaban juntos todos los rebaños. Luego de abrevar a las ovejas volvían a colocar la piedra en su lugar sobre la boca del pozo.

Jacob preguntó a los pastores:

—Amigos, ¿de dónde son ustedes?

—Somos de Jarán —respondieron.

—¿Conocen a Labán, el nieto de Najor? —volvió a preguntar Jacob.

—Claro que sí —respondieron.

Jacob siguió preguntando:

—¿Se encuentra bien de salud?

—Sí, está bien —contestaron—. A propósito, ahí viene su hija Raquel con las ovejas.

Entonces Jacob dijo:

—Todavía estamos en pleno día y es muy temprano para encerrar el rebaño. ¿Por qué no les dan de beber a las ovejas y las llevan a pastar?

Y ellos respondieron:

—No podemos hacerlo hasta que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra que está sobre la boca del pozo. Solo entonces podremos dar de beber a las ovejas.

Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues era ella quien las cuidaba. En cuanto Jacob vio a Raquel, hija de su tío Labán, con las ovejas de este, se acercó y quitó la piedra que estaba sobre la boca del pozo, y dio de beber a las ovejas. Luego besó a Raquel, rompió en llanto y le contó que era pariente de Labán, por ser hijo de su hermana Rebeca. Raquel salió entonces corriendo a contárselo a su padre.

Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a recibirlo y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Allí Jacob contó todo lo que había sucedido, y Labán dijo: «Realmente, tú eres de mi propia sangre».

Jacob se casa con Lea y Raquel

Jacob había estado ya un mes con Labán cuando este le dijo:

—Por más que seas mi pariente, no vas a trabajar para mí gratis. Dime cuánto quieres ganar.

Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea y la menor, Raquel. Lea tenía ojos bonitos,29:17 bonitos. Alt. tiernos. mientras que Raquel era una mujer muy hermosa. Como Jacob se había enamorado de Raquel, dijo a su tío:

—Me ofrezco a trabajar para ti siete años, a cambio de Raquel, tu hija menor.

Labán contestó:

—Es mejor que te la entregue a ti y no a un extraño. Quédate conmigo.

Así que Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero como estaba muy enamorado de ella le pareció poco tiempo. Entonces Jacob dijo a Labán:

—Ya he cumplido con el tiempo pactado. Dame mi esposa para que me acueste con ella.

Labán reunió a toda la gente del lugar y ofreció una gran fiesta. Pero cuando llegó la noche, tomó a su hija Lea y se la entregó a Jacob, quien se acostó con ella. Además, como Lea tenía una criada que se llamaba Zilpá, Labán se la dio, para que la atendiera.

A la mañana siguiente, Jacob se dio cuenta de que había estado con Lea y reclamó a Labán:

—¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado?

Labán contestó:

—La costumbre en nuestro país es casar primero a la mayor y luego a la menor. Por eso, cumple ahora con la semana nupcial de esta, y por siete años más de trabajo te daré la otra.

Así lo hizo Jacob y, cuando terminó la semana nupcial de la primera, Labán le entregó a Raquel por esposa. También Raquel tenía una criada, llamada Bilhá, y Labán se la dio para que la atendiera. Jacob entonces se acostó con Raquel y la amó mucho más que a Lea, aunque tuvo que trabajar para Labán siete años más.

Los hijos de Jacob

Cuando el Señor vio que Lea no era amada, le concedió hijos. Mientras tanto, Raquel permaneció estéril. Lea quedó embarazada y dio a luz un hijo, al que llamó Rubén,29:32 En hebreo, Rubén suena como las palabras que significan miren, un hijo, y también él vio mi aflicción. porque dijo: «El Señor ha visto mi aflicción; ahora sí me amará mi esposo».

Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, al que llamó Simeón,29:33 En hebreo, Simeón probablemente significa el que oye. porque dijo: «Llegó a oídos del Señor que no soy amada y por eso me dio también este hijo».

Luego quedó embarazada de nuevo y dio a luz un tercer hijo, al que llamó Leví,29:34 En hebreo, Leví suena parecido al verbo que significa unir. porque dijo: «Ahora sí me amará mi esposo, porque le he dado tres hijos».

Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz un cuarto hijo, al que llamó Judá,29:35 En hebreo, Judá tiene un sonido parecido al verbo que significa alabar. porque dijo: «Esta vez alabaré al Señor». Después de esto, dejó de dar a luz.

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Génesis 30:1-43

Cuando Raquel se dio cuenta de que no le podía dar hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana y dijo a Jacob:

—¡Dame hijos! Si no me los das, ¡me muero!

Pero Jacob se enojó muchísimo con ella y dijo:

—¿Acaso crees que soy Dios? ¡Es él quien te ha hecho estéril!

—Aquí tienes a mi criada Bilhá —propuso Raquel—. Acuéstate con ella. Así ella dará a luz sobre mis rodillas y por medio de ella también yo podré formar una familia.

Entonces Raquel dio a Jacob por mujer su criada Bilhá y Jacob se acostó con ella. Bilhá quedó embarazada y dio un hijo a Jacob. Y Raquel exclamó: «¡Dios me ha hecho justicia! ¡Escuchó mi plegaria y me ha dado un hijo!». Por eso Raquel le puso por nombre Dan.30:6 En hebreo, Dan significa él hizo justicia.

Después Bilhá, la criada de Raquel, quedó embarazada otra vez y dio a luz un segundo hijo de Jacob. Y Raquel dijo: «He tenido una lucha muy grande con mi hermana, pero he vencido». Por eso Raquel lo llamó Neftalí.30:8 En hebreo, Neftalí significa mi lucha.

Lea, al ver que ya no podía tener hijos, tomó a su criada Zilpá y se la entregó a Jacob por mujer, y esta dio a Jacob un hijo. Entonces Lea exclamó: «¡Qué buena fortuna!». Por eso lo llamó Gad.30:11 En hebreo, Gad puede significar suerte, buena fortuna.

Zilpá, la criada de Lea, dio un segundo hijo a Jacob. Lea volvió a exclamar: «¡Qué feliz soy! Las mujeres me dirán que soy feliz». Por eso lo llamó Aser.30:13 En hebreo, Aser significa feliz, dichoso.

Durante los días de la cosecha de trigo, Rubén salió al campo. Allí encontró unas frutas llamadas mandrágoras30:14 Las mandrágoras eran frutas consideradas afrodisíacas y capaces de favorecer la fertilidad femenina. y se las llevó a Lea, su madre. Entonces Raquel dijo a Lea:

—Por favor, dame algunas mandrágoras de las que te trajo tu hijo.

Pero Lea contestó:

—¿Te parece poco el haberme quitado a mi marido, que ahora quieres también quitarme las mandrágoras de mi hijo?

—Bueno —contestó Raquel—, te propongo que, a cambio de las mandrágoras de tu hijo, Jacob duerma contigo esta noche.

Al anochecer, cuando Jacob volvía del campo, Lea salió a su encuentro para decirle:

—Hoy te acostarás conmigo, porque te he alquilado a cambio de las mandrágoras de mi hijo.

Y Jacob durmió con ella esa noche.

Dios escuchó a Lea; ella quedó embarazada y dio a Jacob un quinto hijo. Entonces dijo Lea: «Dios me ha recompensado, porque yo entregué mi criada a mi esposo». Por eso lo llamó Isacar.30:18 En hebreo, Isacar tiene un sonido parecido a las palabras que significan premiar y alquilar.

Lea quedó embarazada de nuevo y dio a Jacob un sexto hijo. «Dios me ha favorecido con un buen regalo —dijo Lea—. Esta vez mi esposo me tratará con honor, porque le he dado seis hijos». Por eso lo llamó Zabulón.30:20 En hebreo, Zabulón suena como el verbo que significa honrar.

Luego Lea dio a luz una hija, a la cual llamó Dina.

Pero Dios también se acordó de Raquel; la escuchó y le quitó la esterilidad. Fue así como ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: «Dios ha quitado mi desgracia». Por eso lo llamó José30:24 José significa que él añada. y dijo: «Quiera el Señor añadirme otro hijo».

Jacob se enriquece

Después de que Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán:

—Déjame regresar a mi hogar y a mi propia tierra. Dame las mujeres por las que te he servido, también mis hijos y déjame ir. Tú bien sabes cómo he trabajado para ti.

Pero Labán contestó:

—Por favor, quédate. He sabido por un augurio que, gracias a ti, el Señor me ha bendecido.

Y le propuso:

—Fija tú mismo el salario que quieras ganar y yo te lo pagaré.

Jacob respondió:

—Tú bien sabes cómo he trabajado y cómo gracias a mis desvelos han mejorado tus animales. Lo que tenías antes de mi venida, que era muy poco, se ha multiplicado enormemente. Gracias a mí, el Señor te ha bendecido. Ahora quiero hacer algo por mi propia familia.

—¿Cuánto quieres que te pague? —preguntó Labán.

—No tienes que pagarme nada —respondió Jacob—. Si aceptas lo que estoy por proponerte, seguiré cuidando tus ovejas. Hoy, cuando pase yo con todo tu rebaño, tú irás apartando toda oveja manchada o moteada y todos los corderos negros, también todos los cabritos manchados o moteados. Ellos serán mi salario. Así, el día de mañana, cuando vengas a controlar lo que he ganado, mi honradez responderá por mí: si encuentras alguna oveja o cabrito que no sea manchado o moteado, o algún cordero que no sea negro, será que te lo he robado.

—Está bien —acordó Labán—, acepto tu propuesta.

Ese mismo día Labán apartó todos los chivos rayados y moteados, todas las cabras manchadas y moteadas, todas las que tenían alguna mancha blanca y todos los corderos negros, y los puso al cuidado de sus hijos. Después de eso, puso una distancia de tres días de viaje entre él y Jacob. Mientras tanto, Jacob seguía cuidando las otras ovejas de Labán.

Jacob cortó ramas verdes de álamo, de almendro y de castaño, y las peló de tal manera que quedaran franjas blancas al descubierto. Luego tomó las ramas que había pelado y las puso en todos los abrevaderos para que el rebaño las tuviera enfrente cuando se acercara a beber agua. Cuando las ovejas estaban en celo y llegaban a los abrevaderos, los machos se unían con las hembras frente a las ramas, y así tenían crías rayadas, moteadas o manchadas. Entonces Jacob apartaba estos corderos y los ponía frente a los animales rayados y negros del rebaño de Labán. De esta manera logró crear su propio rebaño, diferente al de Labán. Además, cuando las hembras más robustas estaban en celo, Jacob colocaba las ramas en los bebederos, frente a los animales, para que se unieran mirando hacia las ramas. Pero cuando llegaban los animales más débiles, no colocaba las ramas. Así los animales débiles eran para Labán y los robustos eran para Jacob. De esta manera Jacob prosperó muchísimo y llegó a tener muchos rebaños, criados y criadas, camellos y asnos.

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