Ezequiel 30:1-26, Ezequiel 31:1-18 NVI

Ezequiel 30:1-26

Lamento por Egipto

La palabra del Señor vino a mí y me dijo: Hijo de hombre, profetiza y adviérteles: «Así dice el Señor y Dios:

»“Giman y digan:

‘¡Ay de aquel día!’.

Porque se acerca el día,

sí, el día del Señor está cerca.

Día cargado de nubarrones,

día nefasto para los pueblos.

Vendrá una espada contra Egipto

y Cus será presa de la angustia.

Cuando caigan heridos los egipcios,

serán saqueadas sus riquezas

y destruidos sus cimientos.

Cus y Libia, Lidia y toda Arabia, Cub y el pueblo de la tierra del pacto caerán a espada con Egipto”.

»Así dice el Señor:

»“Caerán los aliados de Egipto,

se derrumbará el orgullo de su poder.

Desde Migdol hasta Asuán

caerán a filo de espada,

afirma el Señor y Dios.

Estarán desolados,

en medio de tierras desoladas,

sus ciudades estarán

entre ciudades en ruinas.

Y sabrán que yo soy el Señor,

cuando prenda fuego a Egipto

y destruya a todos sus aliados.

»”En aquel día saldrán en barcos mis mensajeros para aterrorizar a la confiada Cus. Y la angustia se apoderará de ellos en el día de la condenación de Egipto, pues seguro vendrá”.

»Así dice el Señor y Dios:

»“Pondré fin a la población de Egipto

por medio de Nabucodonosor, rey de Babilonia.

Él y su ejército, la nación más despiadada,

vendrán a destruir el país.

Desenvainarán sus espadas contra Egipto

y llenarán de cadáveres el país.

Secaré los canales del Nilo

y entregaré el país en manos de gente malvada.

Por medio de manos extranjeras

desolaré el país y cuanto haya en él.

Yo, el Señor, lo he dicho”.

»Así dice el Señor y Dios:

»“Voy a destruir a todos los ídolos de Menfis;

pondré fin a sus dioses falsos.

No habrá más príncipe en Egipto

y llenaré de temor la tierra.

Devastaré a Patros,

prenderé fuego a Zoán

y dictaré sentencia contra Tebas.

Derramaré mi ira sobre Pelusio,

la fortaleza de Egipto

y acabaré con la multitud de Tebas.

Prenderé fuego a Egipto

y Pelusio se retorcerá de dolor.

Se abrirán brechas en Tebas

y Menfis vivirá en constante angustia.

Los jóvenes de Heliópolis y de Bubastis

caerán a filo de espada

y las mujeres irán al cautiverio.

Cuando yo haga pedazos el yugo de Egipto,

el día se oscurecerá en Tafnes.

Así llegará a su fin el orgullo de su fuerza.

Quedará cubierto de nubes

y sus hijas irán al cautiverio.

Este será su castigo

y así Egipto sabrá que yo soy el Señor”».

El día siete del mes primero del año undécimo, el Señor me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, yo he quebrado el brazo al faraón, rey de Egipto. Nadie se lo ha vendado ni curado para que recobre su fuerza y pueda empuñar la espada. Por eso, así dice el Señor y Dios: Estoy contra el faraón, rey de Egipto. Le quebraré los dos brazos, el sano y el fracturado, y haré que la espada se le caiga de la mano. Voy a dispersar a los egipcios entre las naciones; voy a esparcirlos entre los países. Fortaleceré a su vez los brazos del rey de Babilonia: pondré mi espada en sus manos y quebraré los brazos del faraón. Entonces él gemirá ante su enemigo como herido de muerte. Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia y haré que desfallezcan los brazos del faraón. Y, cuando ponga yo mi espada en manos del rey de Babilonia y él la extienda contra Egipto, se sabrá que yo soy el Señor. Dispersaré por las naciones a los egipcios; los esparciré entre los países. Entonces sabrán que yo soy el Señor».

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Ezequiel 31:1-18

El cedro del Líbano

El día primero del mes tercero del año undécimo, el Señor me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, dile al faraón, rey de Egipto, y a toda su gente:

»“¿Quién se puede comparar con tu grandeza?

Fíjate en Asiria,

que alguna vez fue cedro del Líbano,

con bello y frondoso ramaje;

su copa sobresalía del espeso follaje.

Las aguas lo hicieron crecer;

las corrientes profundas lo nutrieron.

Sus ríos corrían

en torno a sus raíces;

sus acequias regaban

todos los árboles del campo.

Así el cedro creció

más alto que todos los árboles del campo.

Gracias a las abundantes aguas,

se extendió su frondoso ramaje.

Todas las aves del cielo

anidaban en sus ramas.

Todas las bestias del campo

tenían sus crías bajo su follaje.

Todas las naciones

vivían bajo su sombra.

Era un árbol imponente y majestuoso,

de ramas extendidas;

sus raíces se hundían

hasta las aguas caudalosas.

Ningún cedro en el jardín de Dios

se le podía comparar;

ningún ciprés ostentaba un follaje parecido

ni tenían su ramaje los castaños.

Ningún árbol del jardín de Dios

se le comparaba en hermosura.

Yo lo hice bello

y con un ramaje majestuoso.

En el Edén, jardín de Dios,

era la envidia de todos los árboles.

»”Por eso, así dice el Señor y Dios: Por cuanto el árbol creció tan alto y ufano de su altura, y se elevaba sobre el espeso follaje, yo lo he desechado; lo entregué en manos de un líder de naciones, para que lo trate según su maldad. Los extranjeros más crueles lo han talado y abandonado. Sus ramas han caído en los montes y en los valles; yacen rotas por todos los canales de los ríos del país. Huyeron y lo abandonaron todas las naciones que buscaban protección bajo su sombra. Ahora las aves del cielo se posan sobre su tronco caído y las bestias del campo se meten entre sus ramas. Y esto es para que ningún árbol que esté junto a las aguas vuelva a crecer tanto; para que ningún árbol, por bien regado que esté, vuelva a elevar su copa hasta las nubes. Todos están destinados a la muerte, a bajar a las regiones profundas de la tierra y quedarse entre los mortales que descienden a la fosa.

»”Así dice el Señor y Dios: El día en que el cedro bajó a los dominios de la muerte,31:15 a los dominios de la muerte. Lit. al Seol. cubrí de luto las profundidades de las aguas. Detuve sus corrientes y contuve sus ríos; por él vestí de luto al Líbano y todos los árboles del campo se marchitaron. Cuando lo hice descender a los dominios de la muerte, junto con los que bajan a la fosa, con el estruendo de su caída hice temblar a las naciones. Todos los árboles del Edén, los más selectos y hermosos del Líbano, los que estaban mejor regados, se consolaron en las regiones subterráneas. Sus aliados entre las naciones que buscaban protección bajo su sombra también descendieron a los dominios de la muerte, junto con los que habían muerto a filo de espada.

»”¿A cuál de los árboles del Edén se puede comparar contigo en esplendor y majestad? No obstante, también él descendió con los árboles del Edén a las regiones subterráneas. Allí quedó tendido en medio de los incircuncisos, junto con los que murieron a filo de espada.

»”¡Y así será la muerte del faraón y de todos sus súbditos!, afirma el Señor y Dios”».

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