Ezequiel 24:1-27, Ezequiel 25:1-17 NVI

Ezequiel 24:1-27

La olla hirviente

El día diez del mes décimo del año noveno, el Señor me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, anota la fecha de hoy, de este mismo día, porque el rey de Babilonia ha atacado a Jerusalén. Cuéntale una parábola a este pueblo rebelde, y adviértele que así dice el Señor y Dios:

»“Coloca la olla sobre el fuego

y échale agua.

Agrégale pedazos de carne,

los mejores trozos de pierna y de lomo.

Llénala con lo mejor de los huesos,

con lo mejor del rebaño.

Amontona leña debajo de la olla,

para que hierva bien el agua

y se cuezan bien los huesos.

Porque el Señor y Dios dice:

»”¡Ay de la ciudad sanguinaria!

¡Ay de esa olla oxidada,

cuyo óxido no se puede quitar!

Saca uno a uno los trozos de carne,

tal como vayan saliendo.24:6 tal como vayan saliendo. Lit. sin echar suertes sobre ella.

»”La ciudad está empapada en su sangre,

pues ella la derramó sobre la roca desnuda;

no la derramó por el suelo,

donde el polvo la podía cubrir.

Sobre la roca desnuda he vertido su sangre,

para que no quede cubierta.

Así haré que se encienda mi ira

y daré lugar a mi venganza.

Porque así dice el Señor y Dios:

»”¡Ay de la ciudad sanguinaria!

Yo también amontonaré la leña.

¡Vamos, apilen la leña

y enciendan el fuego!

¡Cocinen la carne y preparen las especias,

y que se quemen bien los huesos!

¡Pongan la olla vacía sobre las brasas,

hasta que el bronce esté al rojo vivo!

¡Que se fundan en ella sus impurezas

y se consuma su herrumbre!

Pero ella frustró todos los esfuerzos;

está tan oxidada que ni el fuego la puede purificar.24:12 Pero … purificar. Texto de difícil traducción.

»”Jerusalén, yo he querido purificarte de tu infame lujuria, pero no has dejado que te purifique. Por eso, no quedarás limpia hasta que se apacigüe mi ira contra ti.

»”Yo, el Señor, lo he dicho y lo cumpliré. Yo mismo actuaré y no me voy a retractar. No tendré compasión ni cambiaré de parecer. Te juzgaré conforme a tu conducta y a tus acciones, afirma el Señor y Dios”».

Muerte de la esposa de Ezequiel

La palabra del Señor vino a mí y me dijo: «Hijo de hombre, voy a quitarte de golpe el deleite de tus ojos. Pero no llores ni hagas lamentos, ni dejes tampoco que te corran las lágrimas. Gime en silencio y no hagas duelo por los muertos. Átate el turbante, cálzate los pies y no te cubras la barba ni comas el pan de duelo».

Por la mañana hablé al pueblo y por la tarde murió mi esposa. A la mañana siguiente, hice lo que se me había ordenado.

La gente del pueblo me preguntó: «¿No nos vas a explicar qué significado tiene para nosotros lo que estás haciendo?».

Yo les contesté: «El Señor me dirigió la palabra y me ordenó advertirle al pueblo de Israel que así dice el Señor y Dios: “Voy a profanar mi santuario, orgullo de su fortaleza, el Templo que les deleita la vista y en el que depositan su afecto. Los hijos y las hijas que ustedes dejaron morirán a filo de espada, y ustedes harán lo mismo que yo: no se cubrirán la barba ni comerán el pan de duelo. Llevarán el turbante sobre la cabeza y se calzarán los pies. No llorarán ni harán lamentos, sino que se consumirán a causa de sus pecados y gemirán unos con otros. Ezequiel les servirá de señal y ustedes harán lo mismo que él hizo. Cuando esto suceda, sabrán que yo soy el Señor y Dios”.

»Y tú, hijo de hombre, el día en que yo les quite su fortaleza, su alegría y su gozo, la delicia de sus ojos, el deseo de su corazón y a sus hijos e hijas, vendrá un fugitivo a comunicarte la noticia. Ese mismo día se te soltará la lengua y no callarás más. Entonces podrás hablar con el fugitivo; servirás de señal para ellos y sabrán que yo soy el Señor».

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Ezequiel 25:1-17

Profecía contra Amón

La palabra del Señor vino a mí y me dijo: «Hijo de hombre, pon tu rostro contra los amonitas y profetiza contra ellos. Diles que presten atención a la palabra del Señor y Dios: “Ustedes se burlaron cuando vieron que mi santuario era profanado, que el país de Israel era devastado y que a los habitantes de Judá se los llevaban al exilio. Por eso yo los entregaré al poder de los pueblos del oriente. Ellos armarán sus campamentos y establecerán entre ustedes sus moradas; comerán sus frutos y beberán su leche. Convertiré a Rabá en un pastizal de camellos y a Amón en un corral de ovejas. Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor.

»”Así dice el Señor y Dios: Ustedes los amonitas aplaudieron, saltaron de alegría y, maliciosamente, se rieron de Israel. Por eso yo extenderé mi mano en su contra y los entregaré a las naciones como despojo. Los arrancaré de entre los pueblos y los destruiré por completo. Entonces sabrán ustedes que yo soy el Señor”».

Profecía contra Moab

«Así dice el Señor y Dios: Por cuanto Moab y Seír dicen: “Judá es igual a todas las naciones”, voy a abrir el flanco de Moab. De un extremo a otro la dejaré sin Bet Yesimot, Baal Megón y Quiriatayin, ciudades que son su orgullo. Entregaré a Moab y a los amonitas en manos de los pueblos del oriente. De los amonitas no quedará ni el recuerdo entre la naciones; y sobre Moab traeré castigo. Entonces sabrán que yo soy el Señor».

Profecía contra Edom

«Así dice el Señor y Dios: Porque Edom se vengó con alevosía de Judá y de esta manera resulta más grave su culpa. Por eso, así dice el Señor y Dios: Extenderé mi mano contra Edom y exterminaré a hombres y animales. Lo dejaré en ruinas. Desde Temán hasta Dedán, todos morirán a filo de espada. Por medio de mi pueblo Israel me vengaré de Edom. Mi pueblo hará con Edom lo que dicten mi ira y mi furor. Así conocerán lo que es mi venganza, afirma el Señor y Dios».

Profecía contra los filisteos

«Así dice el Señor y Dios: Los filisteos se vengaron con alevosía; con profundo desprecio intentaron destruir a Judá por causa de una antigua enemistad. Por eso, así dice el Señor y Dios: Extenderé mi mano contra los filisteos. Exterminaré a los quereteos y destruiré a los que aún quedan en la costa del mar. Mi venganza contra ellos será terrible. Los castigaré con mi ira. Y cuando ejecute mi venganza, sabrán que yo soy el Señor».

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