Hechos 13:42-52, Hechos 14:1-7 NVI

Hechos 13:42-52

Al salir ellos de la sinagoga, los invitaron a que el siguiente sábado hablaran más de estas cosas. Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y fieles convertidos al judaísmo acompañaron a Pablo y a Bernabé, los cuales en su conversación con ellos les instaron a perseverar en la gracia de Dios.

El siguiente sábado casi toda la ciudad se congregó para oír la palabra del Señor. Pero cuando los judíos vieron a las multitudes, se llenaron de envidia y contradecían con maldiciones lo que Pablo decía.

Pablo y Bernabé contestaron valientemente: «Era necesario que anunciáramos la palabra de Dios primero a ustedes. Como la rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, ahora vamos a dirigirnos a los que no son judíos. Así nos lo ha mandado el Señor:

»“Te he puesto por luz para las naciones,

a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra”».13:47 Is 49:6.

Al oír esto, los que no eran judíos se alegraron y celebraron la palabra del Señor; y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna.

La palabra del Señor se difundía por toda la región. Pero los judíos incitaron a mujeres muy distinguidas y fieles al judaísmo, también a los hombres más prominentes de la ciudad y provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé. Por tanto, los expulsaron de la región. Ellos, por su parte, se sacudieron el polvo de los pies en señal de protesta contra la ciudad y se fueron a Iconio. Y los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo.

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Hechos 14:1-7

En Iconio

En Iconio, Pablo y Bernabé entraron, como de costumbre, en la sinagoga judía y hablaron de tal manera que creyó una multitud de judíos y de los que no son judíos. Pero los judíos incrédulos incitaron a los no judíos y les amargaron el ánimo contra los hermanos. En todo caso, Pablo y Bernabé pasaron allí bastante tiempo, hablando valientemente en el nombre del Señor, quien confirmaba el mensaje de su gracia haciendo señales y prodigios por medio de ellos. La gente de la ciudad estaba dividida: unos de parte de los judíos y otros de parte de los apóstoles. Hubo un complot tanto de los no judíos como de los judíos, apoyados por sus dirigentes, para maltratarlos y apedrearlos. Al darse cuenta de esto, los apóstoles huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y a sus alrededores, donde siguieron anunciando las buenas noticias.

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